Resulta increíble la velocidad con la que de repente alguna de las fotos está recibiendo visitas. Tenemos otro miembro del club de las 500 y de nuevo se trata de un tulipán. Este no fue dedicado a nadie sino que apareció en la anotación que anunciaba mi visita al Keukenhof del año pasado. Ahora que hace tanto frío y tenemos esta oscuridad tan grande, disfrutemos con estos pequeños homenajes a la belleza.
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Pelotas de hielo
Esta mañana cuando salí de casa la temperatura exterior era de menos cinco grados y había un cielo precioso, totalmente despejado. Un día increíble así que decidí ir en bicicleta + tren + bicicleta al trabajo. Decir que ha sido el día más frío de este invierno para mí, creo que en Navidades tuvieron hasta menos ocho grados pero yo no estaba aquí para verificarlo con lo que no cuenta.
Me preparé como corresponde en estos casos. Los guantes de esquiar gordos como la polla de un rinoceronte, el gorro de eminem con el Thinsulate para que me proteja las ideas, los pantalones de pana esos que además de hacerte parecer progresista abrigan un huevo, las botas Panama Jack para romper el hielo si es necesario y mi super chaquetón de invierno preparado para aguantar temperaturas de hasta menos quince grados y que además de costar un dineral, es super-ligero y viene con más tecnología que el microondas de casa de la Pantoja. Me encasqueté mi iPod con un Podcast de cine, me coloqué toda la parafernalia, la mochila y cojo la bici y a pedalear se ha dicho. Los tres kilómetros y pico de mi casa a la estación fueron un suplicio.
No tuve frío ninguno en la cabeza, con mis orejitas bien calientes, ni en las manos, ni en el pecho. El frío lo tenía en los huevos. Un soplo de aire helado que me golpeaba las bolas y me las dejaba como nueces de duras. Pensé que me moría.
Cuando llegué a la estación entró en funcionamiento la puta ley del hijo de la gran puta de Murphy y cancelaron los dos siguientes trenes, así que estuve media hora a la intemperie muerto de frío. Finalmente llegó el tren y nos metimos en plan tumulto. Largué la bicicleta en un rincón y me senté en la cabina, calentito. Por culpa del retraso aquello se llenó más que el Bangalore Express. Estaba hasta la bandera de gente, todos apiñados y en silencio, que para algo en Holanda producen los niños del maíz y la gente cuando se aglomera no habla. Falta un minuto para dejar la estación, estamos todos a la expectativa, cierran las puertas y aquello que no arranca. Tras unos minutos se escucha un rumor sordo que viene de la parte trasera del tren, un ruido a algarabía. Me imagino que han cogido a algún marroquí haciendo una trastada y la gente estará pegándole una paliza o similares (Es lo bueno que tiene la imaginación, que uno se pinta los malos que quiere y como en el periódico había leído algo sobre el alto índice de criminalidad de esa gente, pues ahora es más fácil culparlos de todo sin remordimientos).
Desgraciadamente, no había un linchamiento. El ruido lo producía una piara de chiquillos que venían en tromba desde atrás. Eran unos sesenta. Tras todos ellos llegaban los profesores. Parece que iban de excursión a algún lado. Como todas las mareas condenadas al fracaso, al llegar a la parte delantera descubrieron que el tren iba lleno y comenzaron a volver. Los profesores desistieron en controlar su rebaño y les dieron permiso para que se movieran libremente por el tren. Ellos se tomaron este mandato literalmente y no pararon quietos en los quince minutos que dura el trayecto. Cuando llegamos a la estación de Sport Park, el lugar en donde se encuentra la sede europea de Nike, se bajaron los chiquillos y tuvimos que esperar diez minutos hasta que los recontaron y se aseguraron que no se dejaban ninguno atrás.
Tras una odisea llego a la estación, cojo de nuevo mi bicicleta y de nuevo ese dolor horrible en los huevos, como si me estuvieran matando sádicamente. Pensé que me volvía a morir. Encima en esta ocasión se me olvidó ponerme el gorro y al suplicio genital se unían mis orejas, que se congelaban por instantes y estaban a punto de desprenderse y alcanzar la independencia. Fue el kilómetro y medio más horrible de mi vida. Por orgullo y por terminar con la tortura no me paré a sacar el gorro de Eminem de la mochila y simplemente seguía adelante pedaleando y tragándome lágrimas y mocos producidos por el dolor y el frío sin escarcha. Hubo instantes en los que creí que me desmayaba. Mis huevos colgaban como badajos, rígidos y prietos, sin vida en su interior. Ese frío me carcomía por dentro y mi torpe entender no conseguía asimilar el por qué una combinación de ropa que siempre había funcionado hoy iba tan mal. Con mucho sacrificio llegué a la oficina y el camino entre el aparcamiento de bicicletas y el edificio lo hice caminando despatarrado para que no se me rompieran los redaños. Entré en el calorcito del edificio y cuando llegué a mi despacho me comienzo a quitar todo el equipamiento. Capas primarias, secundarias y terciarias.
Cuando ya estoy preparado para la acción y comienzo a notar como la vida vuelve a mi ser, mi compañero de despacho que me mira y me dice: Lo de la bragueta baja es moda nueva ¿o qué? Entonces lo vi claro y comprendí el por qué de este sin vivir. Por culpa de una bragueta baja y de llevar esos boxers preciosos con escenas entrañables de los Simpsons casi me convierto en un niño cantor de Viena o en este caso de Utrecht.
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Distorsiones se hospeda en DreamHost
El otro día uno de los habituales me preguntó por un servicio de hosting y yo traté de encontrar la información por aquí porque estaba seguro que la tenía en la página pero no pude encontrarla.
Esta bitácora está hospedada en DreamHost desde septiembre. Es el tercer lugar en el que habita y he de reconocer que el mejor con muchísima diferencia. Anteriormente estuve en dos servidores americanos baratos que se empeñaban en producirme úlceras y dolores de cabeza. Los veinte o treinta dólares que me ahorraba no compensaban tanto disgusto.
He puesto un botón a la derecha con el enlace a mi proveedor y para aquellos que anden pensando en dar el salto y tener su propio dominio y su propio apartamento cibernético, decirles que si ponen el código de promoción DISTORSIONES al apuntarse en este servicio de alojamiento (hosting) tendrán un descuento de 85 dólares para el primer año, lo cual no está nada mal.
Así que venga, a dar el salto y empezar vuestros propios reinos de taifas con sanedrines únicos.
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Distorsiones de invierno
Hay tradiciones en estas tierras ígnotas que mucha gente no comprende. Una de ellas es la de cambiar el aspecto de esta puerta hacia lo retorcido con los cambios de estación. Aunque vamos con retraso, hoy presentamos las Distorsiones de Invierno.
El nuevo aspecto es el tema 05 del que podéis ver un pantallazo. Durante los próximos días se retocarán detallitos ajustándolo hasta que pueda desempeñar su función de forma satisfactoria. ?nicamente lo he probado en Firefox y honestamente no me preocupa el como se ve en Internet Explorer. No pienso perder el tiempo tratando de ajustar cosas para gente que se empeña en navegar con un producto de hace cinco años.
El año pasado emigró Distorsiones desde Xoops a WordPress. Entre otras razones estaba el fuerte uso de procesamiento en el servidor de Xoops, que lo hacía muy lento. Eso y el no contar con un buen módulo para bitácora, que es justo lo que yo quería tener. La conversión fue compleja y hubo momentos en que me veía teniendo que meterlo todo a mano. Finalmente no fue así.
Este tema de invierno es azul porque en mi cabezón yo siempre he visto el invierno como algo azul y así quiero expresarlo. Después de llegar a un pequeño grupo de imágenes opté por ese banco nevado adecuadamente distorsionado que invita a quien llega a sentarse y pasar un rato por aquí, pero no mucho que para eso anda cubierto de nieve. El resto es bastante similar al tema de Otoño porque ambos originalmente fueron desarrollados por la misma persona y yo lo único que he hecho es adaptarlos.
Aprovechemos para recoger los aspectos anteriores de Distorsiones. Tras la mudanza llegó el tema 01 que podéis ver en la imagen que viene a continuación. Tenía un color verde suavemente sucio con una barra lateral muy cachonda. Fue el traje de esta página durante casi seis meses debido a que su sucesor nunca fue bien recibido.
Aunque lo preparé, el tema 02 nunca ha llegado a estar activo en la página por más de diez horas. Es el tema maldito. Este pobre nunca lo tuvo fácil. Nació condenado a no ser entendido. Tiene tres columnas, algo que no se suele ver con frecuencia en las bitácoras y que a mí siempre me ha gustado. Pese a no estar por ahí, siempre ha sido mi favorito. Es tonto, caprichoso y provocador. Suyo debía ser el verano del 2005 pero al final se conformó con el anonimato del que sale en ocasiones especiales.
Al comienzo del otoño llegó el tema 03, con tonos propios de esa estación y una preciosa imagen de setas en su parte superior. Hasta que actualicé a WordPress 2.0 y hubo algún problema con Internet Explorer, este tema ha funcionado perfectamente y se ha dejado querer.
Otra tradición es el horroroso tema navideño y este año no quería ser menos, así que el tema 04 Navidad 2005 apareció en fechas tan entrañables y nos acompañó durante dos semanas con su terrorífico aspecto.
Y durante los próximos dos meses estaremos envueltos en este azul que iluminará el camino. Ya sabéis lo que hay que hacer, quien encuentre algún fallo que lo deje en los comentarios que yo trataré de arreglarlo.