Hay películas que uno espera con ansia y que corre a verlas en cuanto se estrenan. Normalmente son productos de directores por los que llegas a sentir un cariño especial y que sabes que a lo largo de los años te han regalado grandes momentos. Esto es lo que me ha sucedido con , conocida en España como Charlie y la fábrica de chocolate, lo cual me lleva a preguntar por qué no se tradujo el nombre del niño, algo que supongo ni siquiera se le pasó por la cabeza a los traductores.
La principal razón para ver esta película es que la dirigió Tim Burton, un hombre con una carrera muy interesante y que siempre logra sorprendernos de alguna manera. En esta ocasión es volviéndonos a contar este clásico de Roald Dahl, uno de los mejores escritores de literatura infantil y que estoy seguro que todos conocemos porque crecimos leyendo sus libros, ¿o no? Esta historia además, es de esas que nos han marcado profundamente. Yo aún recuerdo cuando vi la película anterior. Era un pipiolo y la dieron en la única cadena nacional en aquel entonces un sábado por la tarde. Estaba en la casa que mis padres tenían en el campo, comiendo magdalenas mientras miraba embobado aquella enorme televisión en blanco y negro. La película se grabó a fuego en mi memoria. Me daba un poco de miedo enfrentarme a la historia por esa razón y por suerte la cosa ha salido muy bien. Tim Burton ha jugado sobre seguro y se ha rodeado de un equipo con el que está acostumbrado a trabajar y ha conseguido redescubrir la magia de esta historia y contárnosla de una manera diferente, sin traicionar al original.
Se ayudó de Johnny Depp, el cual se salió con un Willy Wonka brillante y pervertido que en muchas ocasiones nos recuerda al más reciente Michael Jackson, un freak que no encuentra su sitio en el mundo y que decide retirarse del mismo. Johnny Depp está brillante, esplendoroso. Controla su actuación de una forma impecable y la hace muy creíble. Desconozco lo que hicieron en el doblaje, pero en la versión original su voz es también bastante increíble. Junto a él tenemos a Charlie, interpretado por Freddie Highmore, un niño genial y divertido al que recordaréis de Finding Neverland. Hay muchísimos actores secundarios que brillan en los momentos en los que la cámara los enfoca y cobran protagonismo, algo que no sucede muy a menudo, sobre todo en este cine actual en el que sólo los actores principales tienen derecho a sobresalir. De entre todos ellos me quedo con Deep Roy, el actor que interpreta a todos y cada uno de los Oompa Loompa. Me levanto y le doy una ovación por su trabajo. Y si lo de este hombre es de premio, todas las voces de los Oompa Loompa fueron interpretadas por Danny Elfman, quien también firma la banda sonora, una pieza antológica que merece la pena poseer.
Tras más de dos horas de excelente cine sales a la calle tan contento, tarareando las canciones de la película y con una gran sonrisa en tus labios. Estos son los momentos por los que uno sigue yendo al cine.