Estoy en crisis. Tengo una pájara pseudo-literaria de cuidado. Me siento frente el ordenador y no se me ocurre sobre qué escribir. No me preocupa en demasía porque seguro que se pasa en unos días, pero os aviso por si notáis una degradación en el habitualmente bajo nivel de esta mi bitácora. Puestos a buscar culpables, yo se lo achaco a la falta de invierno. Estar en un país nórdico y no disfrutar de una de sus pocas ventajas es algo que está minando mi moral.
En una semana y media visitaré a los fans de Málaga durante cinco días. Espero recopilar información por aquellos lares para variar un poco y contar otras cosas. Mis amigos de las Canarias me tienen muy limitado. Es lo que tiene que todo el mundo conozca la página, que la gente me cuenta los trapos sucios y me sellan la boca y las manos. Así no puede ser. De que me sirve saber quien está poniendo los cuernos a su pareja, quien moja con alguien dos generaciones mayor, quien pasó por quirófano si no puedo contarlo. Desde aquí os digo que es super-injusto. Me estáis coartando mi libertad de expresión. Me terminaréis provocando sabañones en las manos como sigáis limitando mi creatividad. Voy a tener que dedicarme a hacer como los otros y copiar noticias de webs en inglés, traducirlas al español y ponerlas aquí. Es lo que hacen todos los grandes. Espero no tener que llegar nunca a eso.
Sólo por nombrar un ejemplo de limitación de creatividad os diré que esta semana mi amigo el sueco me mandó las fotos de su boda con la indonesia en Yakarta. Las fotos no tienen desperdicio. El turco, el chino y yo llevamos toda la semana partiéndonos la polla de risa. Hasta nos hacemos los caretos de las fotos, imitando las posturas de la gente y nos descojonamos vivos. Pero el sueco, que es listo como el hambre, me prohibió enlazar o copiar las mismas en mi página, porque intuye la baja calaña de su colega latino. Me hierve la sangre por dentro sólo con pensar que ese material de primera calidad no verá la luz. Lo único que me consuela es la acelerada rotación de mis amistades, que debería poner al sueco fuera de mi órbita de lealtad en menos de dos años y eso romperá el sello de la promesa.
Visto que no puedo escribir sobre nada de eso, me devano los sesos buscando ideas. El tema de los arretrancos aéreos está muy tocado y mis mejores amigas me han pedido encarecidamente que me mantenga lejos de las temáticas sobre deposiciones y escusados, dos de mis materias favoritas de discusión en la intimidad. Con mis nuevos compañeros de clase de neerlandés, tan sosos, no hay tema y de la única que podría hablar ha sido de una que hasta ahora he mantenido en la intimidad y de la que nunca he mencionado nuestros intercambios de correos.
Así que para no hacer esto infinito yo os sugeriría que os releáis un clásico como 15 segundos, una de mis grandes obras mundialmente aclamadas. Y si el drama no os va, entonces siempre os quedan las peripecias culinarias de Kike, la introducción de una nueva versión del Opera que hace bleuge, descubrir lo bien que se lo pasa Yumiko con sus compañeros de japonés en un chino, darse un paseo por la bitácora de pepa para averiguar algunas curiosidades de Amsterdam o sencillamente leer sobre lo a gusto que se queda Rodolfo después de obrar pese a la contaminación acústica.