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Todo comenzó cogiendo un tren. Tras eso, diecinueve largas horas de viaje hasta llegar a Nueva Orleans. Los saltos fueron los siguientes:
Hilversum ? Amsterdam Schiphol (Aeropuerto)
Amsterdam Schiphol ? London Heathrow
London Heathrow ? Washington Dulles Airport
Washington Dulles ? New Orleans Airport
Ya habéis leído la historia que escribí sobre
Mi primer vuelo fue con British Midland y los dos siguientes con United Airlines. Hay una diferencia enorme entre las aerolíneas europeas y las norteamericanas. En primer lugar destaca lo empalagoso que es el personal de cabina de las compañías americanas, todo el tiempo de buen rollito y tal. En segundo lugar se notan las consecuencias del 11S: Los azafatos no son julandrones. Sí, habéis leído bien. Uno sale del avión de BMI con esos azafatos delicados y femeninos y se mete en el avión de United y se topa de frente con Mr. T y familia. Unos pedazos de armario, puritito macho, sirviendo bebidas y sonriendo a diestro y siniestro. Da mal rollo. Prefiero el estilo europeo. Cuando hay tantos gorilas paseándose por el avión es que la cosa está muy jodida por allí.
También se nota la seguridad. No es lo mismo volar a Gran Canaria que a las Américas. Cuando vuelo a casa les importa un carajo y paso por el aeropuerto sin pena ni gloria. Cuando cruzas el charco eres un posible terrorista internacional y mereces ser tratado como tal. Te obligan a quitarte los zapatos y a responder estúpidas preguntas. El tipo de la aduana me preguntó si alguien había tocado la batería de mi cámara de fotos, si alguien podía haber tocado la dichosa batería, si en algún momento me pude despistar y alguien manipuló la batería, si la batería había estado durante todo el tiempo bajo mi estricta supervisión y si alguien había hablado conmigo y tratado de manipular mi batería. No sé, creo que el policía de aduanas tenía cierta fijación con el tema. Yo con la mejor de mis sonrisas respondí siempre que no.
Se te queda una sensación extraña en el cuerpo. Al menos escapé del control del equipaje de mano. Me pusieron una pegatina roja en la tarjeta de embarque y listo. Los que no la tenían eran invitados a comprobar exhaustivamente su equipaje de mano. Básicamente vaciaban los trolleys y bolsos completamente y después revisaban todo lo que iba dentro, cosa a cosa, analizándolas meticulosamente. También les miraban la cartera y cualquier cosa que pudieran llevar en los bolsillos.
Ya cuando entras al avión vas más tocado que el culo de Yola Berrocal. Con mi proverbial suerte me tocó sentarme en la última fila en ventana. Al lado mío un hindú al que ignoré gloriosamente todo el vuelo. Hay que ver la manía que tiene la gente de querer hablar en los aviones. Es algo que me puede. Yo no me siento al lado de un desconocido para enterarme de su vida. Punto. Delante de mí iba el jefe de la manada de gorilas, un tío que no cabía en el asiento, que tenía músculos hasta en los pelos del culo y que estaba al loro de todo. Sin lugar a dudas el agente de incógnito que volaba con nosotros. Hay que ver como sudaba el hijoputa. Cada vez que levantaba ese pedazo de brazo que parecía un jamón serrano nos bañaba con su aroma. Sólo fueron siete horas, así que os podréis imaginar.
En Washington, punto de entrada a los Estados Unidos, tuvimos nuestro momento Lista de Schindler. Nos llevaron a un sótano y nos pusieron a hacer cola para pasar la aduana. Yo meándome todo y aquellos inútiles a paso de tortuga revisando los pasaportes de la gente y haciendo una nueva andanada de preguntas estúpidas. Como era de esperar, a todos los que tenían pasaportes de países no europeos se las hacían pasar canutas.
Tras ser admitido oficialmente en el país, nuevo avión y llegada a Nueva Orleans totalmente roto. Hubo un detalle que me llamó mucho la atención al llegar. Cuando uno va a recoger su equipaje sale de la zona de seguridad del aeropuerto. Las cintas de recogida de maletas están abiertas al público. Cualquiera puede entrar allí. Tanta coña marinera con la seguridad y al final de tu viaje cualquier mangante te birla la maleta sin que a nadie le importe un huevo.
Al llegar al hotel (Best Western New Orleans Airport) y abrir mi maleta, la sorpresa final:
El panfleto que colocaron encima de mis cosas confirma que mi equipaje había sido abierto por motivos de seguridad para comprobar su contenido.
En realidad trataban de proteger a todo el universo de la amenaza terrorista que supongo y lo hacen amparados por ?la ley??, que debe ser como se denomina ahora a la chulería y el fascismo del presidente americano.
Por suerte yo no le puse candados a mi maleta, porque la susodicha ?ley?? les permite reventarlos en el nombre de la paz y el bienestar mundial. Supongo que se debieron quedar fascinados con las latas de pimientos de piquillo que mi madre le mandaba a mi tío, la pimienta de cayena y las bolsas de caramelos Tirma.
Hasta aquí llegamos con los previos, en el próximo capítulo: Plantation Country (El país de las Plantaciones).
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Capítulo primero: El comienzo
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Pecados cibernéticos
Perdóname Ciber-padre porque he pecado. Tantos años pensando estar a salvo porque internet se creó después que la Biblia han acabado de pronto. La iglesia Católica ha sido muy clara al respecto, como se puede leer en el siguiente artículo. Para los más perezosos reproduzco aquí los párrafos más interesantes.
Piratear programas informáticos; ?bajarse?? música, películas o documentos ilegalmente de internet o crear virus y/o propagarlos adrede por correo electrónico son comportamientos pecaminosos, a juicio de los 40 teólogos reunidos esta semana en un simposio sobre penitencia celebrado en el santuario de San Gabriel del Gran Sasso, a unos 120 kilómetros de Roma.
Me cago en la puta, de esos yo tengo unos cuantos. Y seguro que incluso cuando mi PC distribuye virus a diestro y siniestro por estar infectado yo soy el responsable ante Dios. Pero es que aún hay más.
Los pecados informáticos que precisan confesión, a juicio de estos teólogos italianos, van desde los muy graves, como visitar webs pornográficas, a otros menos graves pero económicamente dolosos para terceros, como apropiarse de modo indebido de programas, canciones o películas en la red, o crear y difundir virus. Visto así, los ?hackers?? bautizados necesitan recurrir urgentemente al sacramento de la penitencia.
La pornografía en internet es pecado. Esto es el fin. La de años que voy a tener que pasar en el purgatorio. Y no conozco a nadie que se libre de éste si tiene PC con conexión a internet en casa o en el trabajo.
Además de los anteriores, otros pecados de carácter informático están ligados a los conceptos de verdad y mentira. Comete pecado quien chatea de modo abusivo, mintiendo o informando con falsas generalidades, quien envía mensajes anónimos por internet o manda ?fake mail?? (correo falso), es decir, quien envía mensajes desde correos electrónicos falsificados que hagan pensar al receptor que conoce o puede identificar al remitente. Para los teólogos del simposio, todo lo anterior equivale a mentir.
O sea que chatear también es pecado. Ya está. SOY PECADOR. Mea culpa. Por si las moscas, encomiendo el web al Hermano Pedro que es canario como yo y espero que interceda por mí ante el jefe.
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Apeldoorn >> Hilversum
Hoy he dado un paseo en bicicleta desde Apeldoorn hasta Hilversum, la ciudad en la que vivo.
Estrenaba mi nueva bicicleta y me hice la machada. Sesenta y tres kilómetros en total. 63 km. Por laderas, llanos, bosques, lagos, cruzando castillos, campos con vacas y ciudades llenas de vacas holandesas (las otras vacas del país).
Estoy muerto. Y lo peor es que mañana ya he quedado con el turco para dar otro paseo. Quién será el hijo de puta que diseña los sillines de las bicis. Tengo los huevos como almendras secas. Espero que la sangre vuelva algún día a circular por ellos.
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Van Helsing
Para dos o tres cosas hay que ver lo listo que soy, pero en lo de ver pallufos es que no aprendo.
Van Helsing es una de esas típicas mierdas americanas en las que te arrepientes de haber entrado nada más pasar cinco minutos. Y si no te arrepientes pueden haber dos razones: eres menor de 10 años y/o careces de masa cerebral.
Dirigida por Stephen Sommers, autor de la memorable La Momia y de la tremenda basura que fue El rey escorpión, esta película bebe más de las aguas de la segunda que de la primera. Con un guión nulo, una historia absurda, unos actores (o perpetradores) encabezado por Hugh Jackman en un patético papel y escoltado por ese pedazo de carne que es Kate Beckinsale, que puede que en otra vida muestre alguna capacidad de actriz, pero no será en esta.
En fin, no recomendada para nadie. Le iba a dar dos gallifantes, pero por el mal sabor de boca que se me acaba de poner le quito medio.
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