No seas truscolán y empieza a leer esto por donde se debe, que no es otro lugar que La buhardilla
Con la buhardilla ya instalada en mi keli, algún julay podría pensar que se acabó el masque y volveríamos al duolingo, que es ciertamente más interesante, pero no es así porque la instalación fue solo la primera parte del proyecto. En los Países Bajos, lo normal es que estas cosas no te las acaben del todo, porque es en el acabado final en donde se pueden pasar años ya que todos los julays son diferentes y lo que te mola a ti me da asco a mí y similares, como esos que prefieren ventanucos minúsculos y falsas paredes en lugar de ventanales enormes para disfrutar de la luz. Hoy tenemos algunas fotos interesantes y la primera fue una que hice después de que se fueran los que instalaron la buhardilla y después de llenar una bolsa de la aspiradora con el serrín y el polvo que quedó en la habitación.

En las foto anterior, vemos las diez tejas que me dejaron para poder venderlas debidamente autografiadas por una módica cantidad. También vemos algunas de las cosas que faltan por hacer y alguno de los nuevos problemas que tengo que resolver, pero antes de atacar esos asuntos, casualmente en esta foto, a través de la ventana más a la derecha, se puede ver el estado de la construcción después de un día de la buhardilla gruta sin luz, esa con ventanucos. Se ve la estructura de madera que sujetará las paredes de madera y en donde el aislamiento térmico será algo que no se tiene en cuenta. También se puede ver el tamaño normal de las ventanas con la buhardilla de la casa de al lado, que ahora que están terminadas, las de la nueva casi parecen la mitad de pequeñas. Regresando a la obra, tenemos que las tuberías de la calefacción que alimentan el radiador de esta habitación y el que está en la parte trasera de la planta baja necesitan desplazarse hacia atrás entre treinta y cinco y cuarenta centímetros. Además, hay que panelar el agujero y en mi caso, no quiero ningún tipo de sistema para poder usarlo para almacenar ya que por suerte yo no padezco el síndrome de Diógenes. Después habrá que poner también un poyo en el hueco bajo la ventana, el cual será de unos cuatro metros de largo y unos quince a veinte centímetros de ancho, perfecto para poner una planta de tomillo o incluso la cabeza disecada de mi cocodrilo, que actualmente está en la ventana que da a la calle y luce fabulosa.

En la foto anterior vemos el jardín desde la habitación abuhardillada, vista que una vez tenga una mesa de escritorio será la que tenga cuando trabaje (si es que algún día vuelvo a trabajar) desde mi keli. Vemos mis extensos campos de hierba, los manzanos a la derecha, las parras, la catalpa y allá a lo lejos el guindo y el arbusto de los albaricoques, que está en gran peligro de muerte si no da frutos este año aunque por ahora parece que están saliéndole flores a destajo. También vemos el parque para esos que tanto atraen a los presuntos tocadores y también se puede ver algo que he dicho en alguna ocasión pero que era difícil de visualizar. Las casas de los lados son más grandes, tienen tres plantas, pero tienen muchísimo menos jardín, el suyo se acaba exactamente al final de la keli de las bicis. Solo hay cinco kelis, entre las que está la mía, a las que el ayuntamiento les vendió una cantidad de jardín adicional. Esta misma construcción con jardín interior para niños y tal y tal y tal se repite al menos tres veces más en mi calle, siempre con la misma configuración de casas. Al fondo, en donde se ve el edificio grande y por ambos lados hay un acceso peatonal o de bicis.

Por último, tenemos uno de los problemas ya parcialmente resuelto. Mi amigo el Moreno se pasó por mi keli y modificó la instalación de las tuberías de la calefacción y aquí vemos el pequeño añadido que soluciona el problema. Las tuberías aún no están fijas porque en el momento en el que se hizo el trabajo, los paneles todavía no estaban puestos. Esta obra, que en teoría era una cosilla de un par de horas, acabó siendo un trabajo de un par de horas repartidas en dos días, por culpa de tener todas las ferreterías del país cerradas y que nos faltó una pieza y aunque a menos de mil metros de mi casa hay no una, ni dos, ni tres, sino cuatro mega-ferreterías que hacen que un Leroi Berlín parezca una tienda de barrio, como solo se puede hacer pedido por internet y recoger uno o varios días más tarde, no nos servía de nada. Al día siguiente fuimos a una ferretería de barrio, una pequeñita y con dueño marrullero que se pasa por el forro de los pelos del culo las reglas de venta y que nos vendió la pieza que faltaba, aunque exigió que pagáramos en efectivo para así no dejar rastro en su sistema. Cuando las tuberías de la calefacción estén fijadas a los paneles, guardarán la distancia entre ellas perfectamente.
Continúa a Empanelando el techo y la buhardilla para seguir esta fastuosa y fabulosa línea argumental