El relato comenzó en Los preparativos y el comienzo del viaje a Polonia
Nuestro primer día de aventura comenzó con un buen desayuno junto a una chimenea que calentaba el comedor. Todos estábamos muy excitados por lo que estaba por ocurrir y charlábamos con la precaución que da el no conocer a los otros interlocutores. La mesa estaba llenísima de panes y embutidos y nosotros los devorábamos con prisa y sin pausas. Nos trajeron unos huevos revueltos que también volaron y pronto comenzamos a prepararnos bocadillos para llevarnos y así tener algo que almorzar. En la cocina de la pensión llenaban nuestros termos con café recién hecho y una vez desayunamos fuimos a nuestras habitaciones a buscar el equipo. Ver a diez personas cargadas con equipo fotográfico para hacer fotos de águilas es algo espectacular. Las mejores mochilas, las más grandes, llevando en su interior los objetivos más caros y las cámaras de última generación. Creo que ya lo comenté pero por si acaso lo repito de nuevo. Tranquilamente podían haber más de doscientos mil euros en material fotográfico en aquel lugar dejado de la mano de Dios.
Cuando ya estábamos armados salimos a una playa justo enfrente de la pensión y desde ahí caminamos unos cien metros para llegar al puerto en donde un montón de pescadores recibían los barcos, sacaban las redes con el pescado y unas mujeres se encargaban de quitar los peces de las redes mientras otros las limpiaban y las preparaban para volver a usarlas. Uno de los jefes de los pescadores nos dio la bienvenida y se puso a hablar con la dueña de la pensión ya que ninguno de nosotros hablaba polaco. Ella traducía al alemán y varios holandeses entendían ese idioma. Yo mientras tanto caminaba por el muelle despistado y disfrutando del olor a mar (o a lago porque aquello no es técnicamente mar). Mi amigo el Moreno y Yo íbamos juntos así que nos tenían que buscar a una tercera persona y por descontado nos tocó la única chica, ya que los «otros» no parecían tomarse en serio lo de que a una mujer le guste la fotografía. Personalmente me la trae al fresco y si lo pensamos fríamente, el único que fue a esta excursión a pasárselo bien y sin ningún tipo de interés previo en las águilas soy yo pero dejémoslo estar ahí. Todos los demás se marcharon en los dos primeros barcos y salieron hacia la izquierda del muelle. Nuestro barco lo estaban preparando o más concretamente, estaban sacando todo el pescado ya que acababa de llegar y después lo acondicionaron para nosotros, lo cual consistió en poner un par de cojines para que nos sentáramos y una manta sobre la que poner las mochilas para que no olieran a pescado. El día era espléndido, con tres grados y soleado aunque se veían unas nubes pequeñas en el cielo. Había algo de viento.
Salimos del puerto y nuestro barco giró hacia la derecha, en dirección opuesta a los otros. Al parecer hubo una discusión previa en la que se comentó que hay más águilas por la izquierda y por eso se fueron todos ellos primero y a nosotros nos tocó la ruta de castigo, esa en la que no se ven tantas águilas. En los primeros cinco minutos nos dedicamos a ajustar nuestras cámaras comprobando una y otra vez el ISO, la apertura y las velocidades de disparo que conseguíamos. Como nos seguían un montón de gaviotas las usábamos como objetos para probar las distancias y la facilidad con la que las podíamos seguir en el aire. Mi objetivo de 400mm no es muy pesado pero aún así hay que saber llevarlo y hasta que no le coges el punto pierdes el ave que tienes delante con facilidad ya que un movimiento de unos centímetros puede suponer metros allí en donde el objetivo está enfocado. Mi amigo el Moreno tenía más problemas ya que su 500mm es como un cañón. Le habían dicho que no use el monopod pero él pasó ampliamente y se lo llevó. El pescador le prestó un cojín que puso en el suelo y sobre este puso el monopod y así solucionó el problema de la vibración del barco, no muy elegante pero extremadamente eficiente. Ajustamos el ISO en nuestras cámaras en varias ocasiones hasta que las velocidades eran superiores a 1/1000 o una milésima de segundo.
Pronto apareció un águila, un animal precioso, enorme y que se mueve con una gracia increíble. Con elegancia sobrevoló el lugar y cuando localizó un pescado que obviamente lanzó el pescador se fue acercando, sacó las garras y se lanzó a cogerlo en el agua. Toda la maniobra dura unos pocos segundos y durante la misma solo se escucha el tiroteo de las cámaras de fotos haciendo decenas de fotos. Según se fue nos pusimos todos a revisar nuestras imágenes y las mías fueron un fracaso. No estaban enfocadas y además en una salía y en la siguiente no había nada con lo que obligaba a la cámara a reenfocar y volvía a estar desenfocada para cuando el águila volvía a estar en mi punto de mira. Analizándolo fríamente, tenía varios problemas. Uno es que había seleccionado el punto central para el enfoque y es una zona muy pequeña y si el águila no está justo ahí, no pillo nada. Para hacerlo más difícil son un montón de objetos en movimiento en direcciones distintas y resulta casi imposible controlarlo. Tenemos el barco moviéndose en una dirección a la vez que el viento y las olas lo agitan arriba y abajo en otra dirección, tenemos el águila que va en su propia dirección y después me tenemos a mí tratando de compensar el movimiento del ave, del barco y de las olas mientras sujeto varios kilos de peso y miro a un punto muy pequeño en el aire para hacer una foto. Con esto quiero decir que cuando veáis las fotos (y algún día las veréis) y penséis que parece muy fácil hacerlas y que hasta un panoli de Mordor que lee mucha wikipedia y en su vida a hecho algo parecido lo podría hacer, volved a pensar porque no es así. Mi amigo el Moreno tampoco tuvo mejor suerte y la chica estaba en la misma onda. Una de las primeras cosas que descubrimos es que cuando el águila está cerca del agua y el contraste entre el ave y el fondo es mucho menor, la velocidad de disparo desciende rápidamente y el objeto aparece movido (o borroso). Para compensarlo volvimos a tirar del ISO y lo incrementamos aún más. Como había suficiente luz ajustamos nuestras cámaras para oscurecer la imagen un tercio de punto lo cual nos daba algo más de velocidad. Pronto tuvimos nuestra siguiente oportunidad y aunque también fue catastrófica, las fotos ya comenzaban a salir mejor.
El relato continúa en Primer día con las águilas ? Segunda parte
3 respuestas a “Primer día con las águilas – Primera parte”
Muchas gracias por los detalles técnicos.
Ayudan para conocer los pasos que llevan a sacar grandes fotos y que a los que empezamos hace poco con las réflex nos parecen un misterio!
Iván, el día que yo saque grandes fotos seguro que llueve café pero al menos lo seguiré intentando. La única forma de aprender es ir con gente a la que le gusta la fotografía y escuchar lo que te dicen y ponerlo en práctica o leer libros sobre consejos fotográficos y usarlos. Conviene mirar también las fotos de otros y ver las ideas que han tenido.
Lo que he sacado en conclusión es que deberás pactar con el Instituto Socialista Obrero, ISO, para que te gestione bien el tema con las águilas y así poder tener unas fotos bien de pinga!
Salud