Lo bueno de estar mirando hacia el oeste en la isla de Camiguín y tener tu catre a menos de diez metros de la playa es que cada día, al atardecer, disfrutas de una espectacular puesta de sol. En los días que estuve en Camiguín, cada puesta de sol fue diferente y todas preciosas. Además, en la playa éramos cuatro gatos y el tráfico humano eran más bien locales llevando cosas a sus casas, como las figuras que se pueden ver en la sombra por la izquierda. El agua, a esa hora, seguía siendo deliciosa.
1 comentario
Los comentarios están cerrados.
Bien bonita la foto, si señor… 🙂
Salud