Reivindicando la sufrida vida del malaje


Con ocho películas y cubriendo siete años de su vida, me queda clarísimo que toda la Saga ChapaPotter no es para que conozcamos al niño ese acarajotado con la cicatriz en la frente sino que todo se hizo para que viéramos la vida de Severus Snape, que quería más que nada en este mundo el ser el Profesor de las Artes obscurísimas y el viejo aquel que vestía con trajes se lo negó y por eso el Severus se lo abicó, matándolo en la sexta película y convirtiéndose en el decano del colegio. La verdad es que las películas nos descubren una vida muy diferente de la que pensábamos. De siempre lo vemos como el capullo del colegio, el borde integral que un día se metió un tampón por culo y jamás se lo pudo sacar y por eso le cambia el carácter tan malamente, transformándolo en un talibán truscolán de esos de los del tres por ciento y que cada vez que visitan alguna de las cámaras del Parlamento Español solo sirven para recordarnos las gigantescas virtudes del Garrote Vil y como lo deberíamos recuperar y usar con frecuencia en nuestra sociedad.

La vida del Severus cambió cuando se encoñó de un pava que vivía por su barrio y que resultó ser bruja como él. Sin pasar la adolescencia ya le quería poner la pierna encima para que no levante cabeza y jincársela hasta los pelos de los güevos pero resultó que la pava se encoñó de un acarajotado que conoció en el instituto de brujería al que acudían. Allí la pelleja jugó al doble juego de ser su amiga y calentarlo como las calderas del infierno mientras se dejaba tocar el CuCu por el otro capullo. Eso le dio un montón de mala sangre y cuando después surgió un líder malvado, rastrero y dañino como otros que hemos visto en la historia, por ejemplo, aquel presidente/dictador alemán, o el enano asqueroso aquel que llegó a ser deshonorable presidente de su comunidad de vecinos o más recientemente el gilipollas ese que pretende denigrar a los latinos y al que le deseo todo lo peor …. siempre, como decía, cuando surgió un malaje de esos, se salió del sendero y se inscribió con la chusma, como los pobres que han acabado siendo podemitas o los venezolaneos, que les ha tocado vivir un siglo veintiuno de mierda gracias a los podemitas. Siendo malo-malísimo, su jefe se empeñó en cargarse a la chama que se la amorcillaba y al hacerlo le partió el alma al pobre desgraciado, que encima tuvo que firmar un contrato hipotecario de por vida en el que se comprometía a defender al hijo de la otra pelleja y el capullo sin que se supiera que él lo estaba haciendo y encima quedando como el malo. Es en esa parte de su vida en la que lo conocemos, lo odiamos y en la última película descubrimos toda la verdad y lo reivindicamos como santo varón y persona bella, modesta y sencilla. Una sola palabra bastó para cambiar nuestra percepción de él, para borrar todos sus pecados mortales, para sacarlo de la bolsa de los truscolanes-de-mierda y ponerlo en un altar. La palabra fue SIEMPRE y todos sabemos muy bien el peso que conlleva.

Moviéndonos hacia el futuro, gracias a que murió en la saga no nos tenemos que preocupar de él pero lo realmente inquietante está en la obra de teatro esa que sucede un montón de años más tarde, obra que no he visto pero escuché la versión en audiolibro. Tenemos al primogénito de chapaPotter yendo al mismo internado que su padre y resulta que el Draco Malfoy consiguió aparearse y hasta casarse. Tanta lucha de las mujeres a lo largo de la historia, tanto reivindicar sus derechos y todo eso y al final una desgraciada se despatarra con esa rata miserable y asquerosa y hasta la preñó. Ya eso es malo de por sí pero tener que el hijo de chapaPotter acabe siendo más-mejor-amigo del hijo del Malfoy, eso sí que es duro de digerir. Cienes y cienes de chiquillos en el colegio y se tiene que juntar con lo peor, aunque claro, esto seguramente lo explica el contubernio familiar, ya que el mismísimo chapaPotter, por más que se casara con la Ginny Weasley, él en realidad a quien quería empetársela hasta la médula era a la Hermione primero y al Ron después, que ya se ve claramente antes del epílogo de la última película que esos tres se meten en una cama y Harry se los folla a todos, que está claro que de Ron le encanta su simplonería, que mira que es lerdo y de la Hermione las tetas como carretas y tengo clarísimo que Harry no necesita una bola de cristal para verse en medio de una operación de paja rusa con la chama, con su capullo asomando entre las domingas cariñosamente. También tengo claro que el sueño de los tres era hacer un puente Golden Gate y a menos que la autora nos lo aclare, jamás sabremos si llegó a suceder.


11 respuestas a “Reivindicando la sufrida vida del malaje”

  1. Ay, qué pena de Snape, siempre, siempre, siempre, lloro con su final y cuando Harry ve su vida en el pensadero, qué tío más grande y qué actorazo era. Por lo demás, cómo se te va la pinza, coño, qué has hecho con la historia, hijo.

  2. Es que mira que eres bestia, una historia para niños, y el último párrafo habría que catalogarlo para mayores de 30, bruto!!!

  3. No es culpa mía si Harry le quería meter la varita mágica por cierto sitio a sus amiguitos. Se pasó siete años compartiendo dormitorio con Ron. Ya sabes lo que dice el refranero en esas situaciones: este güevo quiere sal

  4. darliz, yo creo que le gustan tanto las pelis del Jarry, porque el ve, con su imaginación, la película que quiere ver, en la que, por supuesto, hay sexo del duro…jajajaja 🙂
    Salud y besitos

  5. Léete los libros y lo flipas. El Harry se pasa el séptimo despelotándose delante de Hermione y Ron a ver si captan el mensaje de su varita mágica.

  6. Darliz, empápate la serie el Internado, que venía a ser como Hogwarts pero con más gentuza en los alrededores y verás que cuando pones un montón de niños y adolescentes en un entorno alejado de su casa, se pasan el día fumando, pajeándose y follando. Hogwarts no es la excepción.

  7. Eso sí es verdad, a mí me encanta el manga y las series japonesas y la verdad es que hay cada lío en los colegios que pa qué.

  8. LA MÁS PUTA de las pavas que he conocido en mi vida fue compañera de instituto durante dos meses. Venía de un colegio del Opus Dei y se desbarató cuando entró en un instituto público. Yo pensaba que haría ingeniería porque no había palanca que no agarrara. En diciembre la volvieron a transferir a un entorno femenino y controlado y nunca más supimos de ella.

  9. Pobre, es que la religión es lo que tiene, a mí un colegio de monjas 14 años, me hizo atea perdida, pero lo mismo me podía haber dado por las palancas o los mejillones, eso pasa muy a menudo.