Después del madrugón del segundo día de buceo, el tercero comenzó a su hora. De los que estaban aquí, se marcharon en el barco de la mañana dos españoles así que vamos quedando otra pareja, un francés y de Uitverkorene y me han dicho que el francés deja de bucear mañana, con lo que quedamos tres, los españoles tienen su último día de buceo el jueves porque vuelan el sábado, aunque en principio pueden bucear también el viernes por la mañana y yo buceo hasta el sábado por la mañana y no vienen nuevos clientes, con lo que me iré haciendo con el control de la operación y harán las cosas que a mí me molan, que ya las hacen. Hoy nos vimos todos a las siete y media para desayunar y por razones que escapan a mi limitado entendimiento, todos los días se me olvida hacer la foto del desayuno, así que mañana haré un esfuerzo adicional para que no me vuelva a pasar. Tras el desayuno, con tostadas francesas, tostadas normales, fruta y queque, nos fuimos para el barco. Durante la noche llovió un montón y como los tejados son metálicos, se oye un estruendo cuando cae la tromba. Había viento y el mar estaba super-hiper-mega picado, así que nos fuimos cerca, a Madivaru, el mismo sitio en el que hice dos de las inmersiones el día anterior. La idea era la misma, saltar desde fuera del atolón, entrar, ir al primer pináculo, ver el espectáculo de los tiburones e intentar seguir avanzando al segundo pináculo si había aire y minutos, que todo depende del francés, pero estamos haciendo inmersiones cercanas a una hora, que tampoco está mal. Nos lanzamos al agua, nos acercamos al primer pináculo, estábamos solos y estaba petadísimo de tiburones, así que pusimos los ganchos y estuvimos allí un rato largo. Era un festival, los tiburones estaban en la estación de limpieza y los pececillos que los limpian, asumían que nosotros también somos clientes y nos limpiaban alrededor de los labios y alguno hasta se metió en las orejas a limpiar por allí. Los tiburones que estábamos viendo eran mayormente tiburones grises y algún tiburón de punta de aleta blanca. Había algunos pequeños, que estaban como que aprendiendo el concepto de la higiene bucal y se ponían en cola, abrían la boca y los pececillos los limpiaban. Uno de los tiburones tenía cicatrices varias, como que fue atacado por un bicho más grande o lo rozó una hélice, pero se le veía sano y los tiburones son capaces de regenerar gran parte de la carne que pierden. Desde allí avanzamos hacia el siguiente pináculo y los tiburones en ese estaban aún más cerca y por la zona teníamos también varios Napoleón grandísimo y bancos de trevally, de atunes, de makarell y hasta vi una morena. La verdad que el segundo pináculo me gustó aún más que el primero. Tras eso nos dejamos flotar y salimos. Como mi bondad es infinita, he sacado un fotograma de uno de los vídeos con tiburones, concretamente del segundo pináculo. Es un tiburón gris de arrecife, lo cual se puede ver claramente por la puntita de la aleta blanca y el resto en negro, como sabemos todos.

El mar estaba tan malo que el barco no podía volver al puerto, así que nos pusimos en el lado resguardado de la isla è hicimos la parada entre inmersiones en el barco, tomando cafélito y cuando llegó el momento de la segunda inmersión, regresamos al mismo lugar porque en otro que miraron, el agua estaba muy turbia y la corriente venía del lado malo. Cuando hicimos la primera inmersión la marea estaba llenando y en la segunda ya estaba llena y aquí las corrientes cambian cada seis horas. Entramos en el mismo sitio y en el primer pináculo había un grupo de buceadores chinos que te Dan ganas de hostiarlos. No usan ganchos, le dan golpes a los corales y son groseros. Como asustaban a los tiburones con sus palos para hacer selfies, se fueron y nos quedamos nosotros. Nos pusimos algo más bajos, a unos veintidós metros y los tiburones comenzaron a regresar, pero a esa profundidad teníamos menos tiempo. También vimos una tortuga que venía de coger aire en la superficie. Después, cuando a mí sólo me quedaban cinco minutos sin descompresión a esa profundidad, nos comenzamos a mover y por arriba del pináculo nos encontramos con otra tortuga grandísima que se estaba rascando el caparazón en una roca, algo fabuloso y fastuoso y fantástico. De nuevo, mi bondad sin parangón me obliga a poner un fotograma de la tortuga, que parece que está en un acuario con esos tremendos colores.

También vi un par de morenas moviéndose fuera de los huecos en los que se esconden, una era una morena dorada y la otra la clásica negra y además de eso, pasó un Napoleón enorme y como llevo toda la vida hablando de los Napoleón pero nunca me ha quedado claro que sepan de lo que hablo, aquí viene otra foto cortesía de il Scelto:

En los últimos momentos de la inmersión, ya a cinco metros de profundidad, estuvimos acosando un pulpo.
Al salir, regresamos a puerto y la entrada fue traumática para los marinos, con el mar empujando el barco para estampar lo contra los otros. Por eso se canceló la tercera inmersión. Me fui a almorzar y pasé la tarde en la playa bikini, dormitando la siesta y escuchando podcasts y me quedé a ver la puesta de sol, que como estaba nublado no fue muy linda. Después por la tarde fui a cenar y me retiré pronto, que hay que descansar para bucear más y mejor.
2 respuestas a “Tercer día de buceo en Madivaru y viento”
Sí que son bonitos esos colores de la tortuga.
A ver qué consigues el día, o los días, que bucees sin más clientes.
Ojalá que mejore el mar para que puedas bucear a tus anchas y aprovechar el tiempo a tope 🙂
Salud