The Amityville Horror – La morada del miedo


Hay que ver lo fácil que es meterme en un cine. Sólo conque tengan aire acondicionado y pongan películas de terror yo voy de cajón. El verano además es una época en la que estos dos factores se juntan y suelo ver una cantidad anormal de películas de este género. La que nos lleva a escribir hoy es The Amityville Horror, traducida gentilmente por algún pollaboba sin recursos lingüísticos tradujo al español como La morada del miedo, una más que decente película para pasar el rato.

No es la primera vez que se lleva esta historia al cine y seguro que alguna televisión habrá aprovechado para reponer versiones anteriores. La historia por tanto es conocida. Una familia compra una chabola muy chachi, full extras y se mudan a vivir allí. Inmediatamente comienzan a pasarles cosas raras, algunos adquieren comportamientos extraños aunque no muy inofensivos y después de unas semanas se arma el belén y allí muere hasta Ritita la cantadora.

Ahora que sabemos de qué va, algo conocido desde siempre, decir que la casa es la protagonista. Es tenebrosa, repelente y consigue sacarte algunas emociones, a pesar del verano, lo cual es muy bueno. El director de la película es un tal Andrew Douglas que parece que era casi virgen en esto del cine. El hombre se ha defendido bastante bien y la película no se le fue de las manos. Está bien dirigida, bien equilibrada y se ve con alegría. Para el papel del macho de la casa eligieron a Ryan Reynolds, un tío que a mí siempre me ha caído simpático a pesar de su tendencia a realizar papeles chimpún que pasan sin pena ni gloria. Tiene oportunidad para mostrar sus habilidades con un hacha y demás y encima lo acompañaron de Melissa George, una tía con unos labios super sensuales e imagino que artificiales a la que Dios quiso dotar de una gran capacidad para el grito, algo que se valora mucho en el cine de terror. La colega además de embellecer los planos en los que aparece no lo hace nada mal. Si eso no me creo mucho el que tan joven sea la madre de tanto chiquillo, que parece que su infancia la pasó en una comuna del Opus Dei follando como una coneja, porque no hay otra explicación. Junto a ellos había una banda de chiquillos, totalmente desconocidos y que gritan y corren como venados.

Resumiendo. La historia es conocida y no trataron de reinventar la rueda, los actores son solventes, los sustos los adecuados, la cantidad de sangre y tensión es la correcta y de alguna manera, uno se pasa una hora y media en el cine entretenido. Merece la pena verla si os gusta el cine de terror.

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