Un lugar donde refugiarse – Safe Haven


Este fin de semana me propuse un ambicioso programa de cine, con varias películas que quería ver y otras de las que no esperaba demasiado pero encajaban perfectamente en mi programa. Una de estas últimas era una especie de historia de amor con drama y todo eso que ya conocemos porque nos lo han contado mil millones de veces. La película me daba mal yuyu por el protagonista, un actor que siempre me ha parecido un cacho de carne con ojos y que me agobia por su incapacidad para mover los músculos faciales. Con esta mala onda fui a ver Safe Haven, película que se ha estrenado en España este fin de semana como Un lugar donde refugiarse y tengo que decir que me sorprendió bastante.

Una penca julay descarriada llega a un poblacho a las afueras de Mordor y allí se encoña de un maromo local y busca la manera de ponerle la pierna encima y que no levante cabeza hasta que le acabe de comer el potorro

La historia comienza con una joven a la que vemos huir de lo que parece que es la escena de un crimen y que acorralan en una estación de autobús. De chiripa consigue escapar y va en un autobús hacia Atlanta. En una parada en el camino conoce a un tendero y el clítoris le hace tolón. Deja marchar la guagua, consigue trabajo en el poblacho y comienza a vivir allí y rehacer su vida. Entre pitos y flautas parece converger hacia el tendero y su familia y esto lleva a aquello y a lo otro y como que comienzan una relación. Cuando su pasado la alcanza, todos tendrán que elegir bando.

La cosa comienza con una mujer huyendo en plan peli policiaca y con todos esos panolis que se cruzan siempre en el camino de los que huyen. Cuando llegamos al escenario en el que en realidad se va a desplegar el relato, ya conocemos bien a la chama y nos cae simpática, porque otra cosa no, pero Julianne Hough parece tener el don de caer simpática y eso se ve en todas las películas que ha hecho y que por pura casualidad he visto (salvo por una). A su lado pusieron a Josh Duhamel, un actor que de siempre me pone de los nervios porque es como un enorme cacho de carne. Bueno, eso era hasta ahora. Le deben haber quitado los puntos de las operaciones en la cara o se estará haciendo viejo porque el colega ya refleja emociones. Es una cosa increíble, actúa, limitado y todo eso, pero coño, es un milagro. Tenemos un par de niños monos que chupan cámara y quedan bien y una chama llamada Cobie Smulders que se supone que hace de vecina de la otra y que está como para mojar pan y torrijas. La historia es sencilla, más o menos previsible y todos sabemos que cuanto más bonito se vea, mayor será el palo, el castigo y la posterior redención ya que en este tipo de cine se siguen esas etapas escrupulosamente. Hay un curioso giro al final que igual yo soy un iluminado porque lo vi venir desde muchísimo antes.

Ya sé que está mal que lo diga pero me lo pasé bien, quizás porque entré en el cine sin ninguna expectativa. Al ser una historia de amor y un drama, esto está total y completamente fuera del alcance de los machos del Clan de los Orcos, aunque las hembras igual sí que van en manada a verla. Intelectuales de GafaPasta y similares harán bien en estar lejos de los cines en los que la dan.