Una pájara de cuidado


Hilversum 18/12/2007. Mariquita Cagalaspiedras, afamada televidente de quien se cuenta que una vez hasta predijo el color de las caquitas de la hija puta de su vecina, se despertó el lunes pasado y al ir al baño a hacerse un Chás Chás pudo comprobar y comprobó con horror al bajarse las bragas que los pelos del chichi se le habían transformado en plumas. Asustada, primero lo achacó a los efectos secundarios del bisvaporús que se pone en la garganta los terceros domingos de cada mes porque ese es el día que su santo varón y además esposo la obliga a comerle el micropene y como piensa que algún día le puede crecer y dañarle las cuerdas esas que tiene en la boca prefiere lubrificarse para curar la prevención.

Tras intentar sin éxito afeitarse las plumas con la maquinilla de afeitar Mas tres d de su marido tuvo que informarle de la situación tan dramática que estaba viviendo y este maravillado la acarició tanto que consiguió ponerla caliente como una burra penca y no tuvieron más remedio que hacer la cosa sucia esa de la que no se habla sin más dilación. Su marido se reía por las cosquillas que le hacían las plumas al acercarse a la susodicha y entre risas y gemidos consumaron el acto con nota pero sin título.

Una vez acabaron, el alegre esposo sugirió desplumarla como se hace con los pollos pero tras arrancar un par de plumas los dolores tan grandes que la sacudían hicieron que saliera corriendo de la casa y se tropezó en el zaguán con su gran amiga y novelera mayor de la calle, Chán-Chán Sieteperos, la cual tras recibir un informe completo de la situación salió para la tienda de Lucianito el Afrentoso en donde pasó la mañana contando la buena nueva a todo el que la quería oír e incluso a aquellos que no le hacían caso.

Don Francisquito, propietario y estrella inmediática del canal 34 del barrio acudió a su casa para entrevistarla y hacer posible hacer unas grabaciones del portento para poner en los programas de tele-engaño de la noche que seguro que levantarán la audiencia y la llevarán hasta cotas incalculables de más de treinta espectadores. Por supuesto Mariquita Cagalaspiedras no consintió porque a ella la enseñaron desde pequeña que el conejo es solo para su marido y no se dejó embaucar con el argumento que ahora más que un conejo es un parrulo.

Las vecinas creen que esto es culpa de las internetes que hacen ahora los jóvenes, que esas cosas tan extrañas tenían que traer efectos de los cundarios. Por eso han pensado en hacer una inscripción popular y con los dineros recaudados hacerle un nido a Mariquita en su casa por si se decide a poner los huevos


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