La hija pródiga


Los expertos en mi vida y milagros recordarán que en diciembre comenté como de pasada en la anotación El temporal de este fin de semana en Europa que me habían robado una de mis bicicletas en la estación de Utrecht. Me fui de vacaciones a Gran Canaria, regresé y no le di más importancia. A todo el mundo le han robado una bici en este país, no es algo fuera de lo corriente.

El 13 de enero la Chinita me invitó a cenar a su casa en un día terrible y en el que llovió lo que no está escrito. Después de cenar, regresé pronto y fui caminando a la estación de Soestdijk, la cual está a unos diez minutos de su casa. El tren iba prácticamente vacío y me dediqué a jugar con mi iPhone. En ese momento, en algún lugar de mi cabeza, una idea que había estado durmiendo durante semanas se despertó. Yo siempre aparco las bicis en la estación en el mismo sitio, soy un animal de costumbres fijas y para no tener que buscarlas, las pongo en una zona determinada. Sin embargo, hubo un día en el que cambié el lugar porque los alrededores de la estación estaban abarrotados de bicicletas. La idea parpadeaba en mi cabeza con un mensaje muy sencillo: ¿Y si el día que la aparqué en el otro lugar fue el día que me la robaron? Casualmente ese día había dejado mi otra bicicleta en el aparcamiento vigilado y para ir hasta el mismo podía ir por la ruta en la que podía estar mi bici. Salí de la estación, comencé a andar y la segunda bicicleta de esa tira era la mía. Estaba allí, con su cadena, sus lucecitas diminutas, esperando a que yo la recogiera y la volviera a llevar a casa.

Cuando me la robaron pensé en tirar la llave del candado pero al final algo me detuvo y simplemente la dejé sobre la cama del dormitorio de invitados. Esa noche al volver a casa me la eché en el bolsillo y el sábado por la tarde, después de volver de casa de mi amigo el Rubio la recogí y volví con ella a mi casa.

La hija pródiga es una Kopra de Luxe que compré por veinticinco euros a finales del año 2005. El candado me lo regaló el Rubio y en los cinco años que ha estado conmigo, además de arreglarle un pinchazo y cambiar el neumático delantero y el trasero, no me ha dado ningún problema. Es una bicicleta lo suficientemente ordinaria para pasar desapercibida a los ojos de los drogadictos que roban bicis para poder pagarse la dosis diaria.

Hasta hoy, esta bicicleta no tenía nombre y junto con su compañera, las llamaba indistintamente Mili y Vanili pero ahora que me ha demostrado el mucho aprecio que me tiene y que ha regresado conmigo, la conoceremos como la hija pródiga.


7 respuestas a “La hija pródiga”

  1. Todavia lloro por una bici que me robaron porque el pisha de caí la saco de mi pasillo donde vivía antes para meter algo en casa pero se le olvido retornarla y la dejo fuera de casa, era la bici con la que iba mis primeros años por toda Amsterdam, aunque luego me mude al centro y caminando me salía mas rentable. Quien será el afortunado en tenerla?

  2. Entonces si no he entendido mal, no te la robaron solo que miraste en el sitio habitual que creías haberla dejado pero no estaba porque la habías aparcado en otro sitio.
    Que bien terminó la confusión…jajaja
    Salud

  3. Sí Genín, también he perdido diez puntos de Karma holandés porque no te dan el pasaporte hasta que te roban la bici y pagas un dineral.

  4. No me lo esperaba de tí, que se te ha olvidado donde has aparcado la bici, con lo que tú eres. A mí eso me pasa todos los días con el coche.

  5. Y la alegría que te llevas cuando la reencuentras? Porque aunque ella no se haya movido en un mes, tú ya la dabas por perdida, asi que es como si realmente apareciera… haces muy bien en ponerle nombre propio, se lo merece!

  6. La historia con tu bici es muy especial yo tambien tengo una kopra de luxe de hombre pero tengo el eje pedalier averiado llevo tiempo buscando el recambio y nada hasta hoy si tienes algo de informacion de esta marca por favor dimelo muchas gracias