El Dom posee el segundo conjunto más numeroso de campanas dentro de un campanario europeo. Sólo lo supera el de la catedral de Colonia. Es un inmenso campanario que mira la ciudad desde lo alto. Algunas de esas campanas, como la de la foto, son monstruosamente enormes. En el pasado se usaban para torturar a traidores y espías. Se les sentaba en una silla atados junto a ellas y se tocaban. Los tímpanos les revientan, el dolor es inenarrable. Muchos morían sin una nueva oportunidad de hablar.
Para tocar estas campanas, una tropa de monjes se situaba unas plantas más abajo y tiraba de unas maromas enormes.
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