21 – 21: Black Jack


Yo me quedé atascado en los Juegos Reunidos Geyper y lo de las cartas nunca se me ha dado. Me aburren las partidas interminables a esos extraños juegos plagados de reglas y en donde uno ha de vencer al contrario ayudado por su destreza y conocimiento del juego y la suerte al recibir sus cartas. Tampoco es que lo lamente. No me he perdido nada y posiblemente he aprovechado muchísimo mejor las horas que les dedican algunos en otros menesteres. Mi confusión con las cartas viene también del hecho de tener una baraja distinta a la del resto del universo. Uno crece con bastos, espadas, copas y oros y cuando recién ha descubierto los tocamientos se entera que hay otra con más cartas y otros símbolos y ahí me quedé. Quizás por eso, la película 21 me ha dejado más bien frío. En España se estrenó como 21: Black Jack hace ya unos meses.

Unos julays con gafotas se pasan de listos y acaban apaleados por unos chulos de discoteca venidos a menos

Un profesor de colegio de pago de niños ricos y preciosos los entrena para que desfalquen casinos jugando a las cartas y como sucede siempre con estas cosas, la avaricia rompe los huesos y todo se termina yendo pa’l carajo. Más o menos esa es la trama. Tenemos un montón de planos con las calles de las Vegas, las luces, los casinos y demás y una banda de chicos perfectos, todos hermosos y con glamour que no tienen otra cosa mejor que hacer que ganar dinero. El problema surge cuando lo que podría ser un corto entretenido se convierte en un masque de película alargada como el chicle y en la que vemos una y otra vez los mismos trucos, escuchamos las mismas conversaciones, visitamos las mismas habitaciones de hotel y terminamos por aburrirnos. Si a esto le añadimos a Kevin Spacey haciendo de algo medio entre profesor, mariquita y cabrón, en un papel de esos que recordarás toda tu vida por lo malo que fue y a Laurence Fishburne, mas conocido como Morfeo, que vuelve a la Matriz para tirar la puta píldora a la basura y quedarse en el sistema haciendo de poli malo y toca-pelotas, tenemos una buena base para que la película naufrague y se vuelva tediosa y aburrida. Creo que en la vigésimo quinta vez que uno de los panolis cruzó los brazos a su espalda yo ya hacía la lista de la compra y aprovechaba para leer el correo en mi teléfono móvil. Quizás fue mucho antes porque en la primera visita a las Vegas se acaba la película. La combinación de historia aburrida, actores mal dirigidos, falta de tensión narrativa, estiramiento del metraje y muchos fluorescentes en la pantalla no funcionó conmigo. Es una película mala de la que lo único bueno que se puede extraer es el deseo de visitar las Vegas para ver la ciudad de las luces.

Si ya te han extraído el cerebro, esta película es perfecta para ti. Si aún tienes masa cerebral, tira el dinero en otra cosa.
5artuditos