E.T. El extraterrestre – E.T. the Extra-Terrestrial


A lo largo de nuestra vida hay determinados hitos que se graban a fuego en nuestra memoria. Puede ser lo que sucedió el 11 de septiembre del 2001 o algo más cercano, como un dulce que comías cuando eras pequeño, o algo que cocinaba tu abuela o un olor determinado, como por ejemplo el hedor a jarea de la Tía Clara, que se metía en el coche de mi padre cuando yo era chiquitito y allí todos pensábamos que nos moríamos porque esa mujer nació y murió sin rozar una ducha para no perder la capa más exterior de piel o algo parecido. Uno de los hitos de mi niñez fue cuando en las navidades del año 1982, año en el que teóricamente no había aún nacido ya que al tener el síndrome de Peter Pan sigo cumpliando treinta y dos años cada cinco de enero y eso me coloca como nacido en 1985 hasta el año que viene. Bueno, esa Navidad, el fenómeno universal era cierta película con un extraterrestre que se metía en la keli de un niño de okupa. De ese día recuerdo que el cine se caía de gente, que reservamos las entradas con antelación, que nos sentamos en la fila siete del cine Rex y que me inflé a llorar con la película. No creo que tenga muchos más recuerdos de aquel año. Para celebrar los treinta y cinco tacos ha vuelto a las pantallas durante unos días E.T. the Extra-Terrestrial y yo ya la he visto dos veces (en el momento en el que escribí esto) y seguramente serán tres en el momento en el que aparezca publicado ya que tengo reservada una tercera entrada para el cine en la azotea del multicines Cinemec. La película en España se tituló E.T. El extraterrestre.

Un julay se mete en la keli de un niño a sobetearlo todo

A estas alturas todos conocemos la trama pero por si hay algún despistado empezamos con una banda de extraterrestres que vinieron a la Tierra a mangar verduras y que tienen que salir por patas y se dejan a uno atrás, que se esconde en la keli de un niño con el que se medio emparienta y después de jincarse toda la comida de la casa, monta una especie de emisora de radio aficionado, llama a la nave nodriza, lo descubren los del gobierno gringo y le quieren hacer unas operaciones de malaje y termina cuando se muere, se resucita, el niño lo rapta, lo rescata y lo lleva al lugar al que llegan las pateras para que lo recojan y devolverlo a Siria o a donde coño fuera que vino.

En mi cabeza y después de no haber visto esta película en al menos veinte años, siempre ha sido un clásico y tenía curiosidad si soportaría el paso del tiempo. De entrada, los efectos especiales se ven como de película de serie B, comparado con lo que tenemos hoy en día son pobres, pobres o habían truscolanes en el equipo y se quedaron con la pasta, que también puede suceder. Pese a ello, a la película no le hacen falta. El guión es sólido y tira directamente a la yugular sensiblera que todos llevamos dentro, con un trío de niños encantadores entre los que Drew Barrymore era y sigue siendo la reina, es A-D-O-R-A-B-LE y lo más increíble es que se le puede reconocer. Steven Spielberg siempre ha sabido como manipularnos con sus historias y en esta lo hizo con un montón de pequeños detalles. Hay momentos para reír, para llorar, para divertirnos y para ponernos histéricos. Todo lo que en algún lugar de mi memoria estaba almacenado sobre aquel día en el que vi la película por primera vez y se grabó a fuego en mis recuerdos salió cuando Elliot comienza a volar con su bicicleta con E.T. disfrazado de fantasma en la cesta. Es probablemente la escena más cutre del universo, con unos efectos especiales patéticos y sin embargo me eché a llorar y me pareció perfecta. Durante esos segundos regresé a mi niñez, al cine Rex y a aquella tarde en que vi la película por primera vez. Merece la pena señalar que E.T. y la Saga de las Galaxias están relacionadas y en esta película cuando el bicho se cruza con un niño vestido de Yoda lo flipa y comienza a decir CASACASA y por supuesto, todos sabemos que en la segunda trilogía de las Galaxias que fue una precuelogía, en el parlamento de todas las especies del universo también estaban los de E.T. y por si alguno tiene alguna duda, allí no habían truscolanes, que tampoco eran nación en aquellos mundos. Esta historia sigue siendo un gran clásico y ha sido un gusto ir a verla dos veces en salas llenas con gente jovencita que se ríen, lloran y celebran los mismos momentos que nosotros, los que seguimos siendo jóvenes, recordamos de cuando la vimos por primera vez en un cine analógico.

Puedes ser miembro del Clan de los Orcos o sub-intelectual con GafaPasta. Esta es una peli para todos y para siempre.


5 respuestas a “E.T. El extraterrestre – E.T. the Extra-Terrestrial”

  1. Si claro, sin duda alguna… «Mi casa, mi teléfono»…jajaja 🙂
    Lo que me deja helado es la cantidad de años que hace de su estreno, se me pasa el tiempo volando, que putada, lo viejo que soy, con lo bien que se está en este barrio… 🙁
    Salud

  2. Y la música es maravillosa, yo creo que la bici vuela por la banda sonora y coincido contigo, amo a Drew en esta peli, que me encanta.

  3. La banda sonora también me la compré en su día. John Williams ya era un Dios antes de esta banda sonora pero con ella afianzó su posición en el Olympo hasta el fin de los tiempos.

  4. Yo creo que volaba por los leuros de los efectos especiales. La música está ahí solo para que te eches a llorar.