The Peanut Butter Falcon


De cuando en cuando, en el pre-estreno sorpresa de la semana, llega una rareza, una película de la que nunca jamás habías oído hablar y que cuando la descubres, te deja un muy buen sabor de boca. Ese es el caso de la de hoy, que fue directamente desde la nada a ser una de mis favoritas de este año. Es una historia más bien de filmoteca. La película se titula The Peanut Butter Falcon y por increíble que parezca, parece ser que está previsto su estreno en España allá por mayo del 2020, o sea, dentro de medio año y seguramente, el título será truscoluña no es nación.

Un julay se hace amigo de otro julay rarito que no veas y aparece una hembra para lo del chimpún

Resulta que un chamo con síndrome de down que es como ahora se conoce a lo que antes se llamaba mongólico por el aspecto característico de las facciones de la cara, pero que ahora está super-mal y no se puede decir, pues el chamo lo abandonó su familia y se lo pasan entre centros gringos y acaba en un asilo para viejos dementes y chiflados o algo así. El chamo lo que quiere es ser luchador de estos como el Hulk Hogan y gracias a la ayuda de un viejo, se escapa y huye y un chamo que está pasando una mala racha y tiene que huir de su keli se lo termina llevando con él y prometiéndole acompañarlo a su destino, que es una academia de lucha libre o algo así. En el camino, resultará que se encariñan pero sin roce, ya que el roce es de la que lo trata de encontrar para devolverlo al asilo y que termina empollada con el otro chamo, o algo así.

Partiendo de un chaval que vive en su propio mundo y tiene sus propias aspiraciones, que a todos nos pueden parecer más o menos ridículas, la película nos descubre todo un nuevo universo con el protagonista, que realmente tiene el síndrome ese y que es fabuloso. No creo que tardase más de dos minutos en ponerme del lado del chaval y seguí sus aventuras con pasión. La película no lo trata como a un minusválido o un retrasado, lo tratan como a una persona que tiene sus problemas y ahí está la clave y la razón por la que nos podemos identificar con él tan fácilmente. Shia LaBeouf, que es un actor muy voluble y muchas veces la caga, aquí brilla como el pobre desgraciado que termina asociado con el otro y que de una manera imposible, termina formando una sólida amistad con él o una familia, porque lo suyo es de familia. Hay abundancia de momentos tiernos y sales del cine encantado con la historia, que está muy bien narrada. Ojalá y se hiciese más cine como éste.

No es el tipo de cine que atrae a los miembros del Clan de los Orcos pero debería ser obligatoria para los sub-intelectuales con GafaPasta.


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