El blues de la nieve



La nieve nos ha traído imágenes tan bellas como esta del banco. La nieve también nos ha traído otros problemas, como atascos de tráfico descomunales, accidentes y caídas. Pero merece la pena. Una capa de optimismo lo recubre todo. La gente te saluda cuando vas por la calle, todo el mundo sonríe, posan para mis fotos, hacen comentarios insustanciales. Es como si de repente todos fuéramos latinos. Nada más llegar a la oficina me he encontrado con nuestro vicepresidente que también llegaba en bici, con un gorro horroroso del que no he podido evitar reírme. El hombre se lo ha tomado deportivamente. Me pregunto cuantos vicepresidentes de empresas españolas son capaces de ir a trabajar en bici y con toda la calle nevada, que esta mañana a esa hora ya estábamos cerca de los cinco centímetros.

Más tarde, a la hora del almuerzo he salido a caminar como siempre y me he inflado a hacer fotos. Nos hemos ido a los bosques cercanos y hemos estado una hora. Tengo una colección impresionante y puedo prometer y prometo que en los próximos días podréis ver algunas. Acabamos el paseo con una guerra de bolas de nieve con la secretaria del vicepresidente. Los fumadores en mi empresa lo tienen crudísimo y tienen que hacerlo en una especie de pecera sin calefacción que une dos de los edificios. Desde allí los nicotínicos disfrutaron de nuestra declaración de hostilidades seguida de ataques masivos con nieve. He de decir que pese a lo que digan los holandeses, el canario ganó por goleada. Por cada bola que consiguió impactarme yo tiré tres o cuatro. Me ayudaba el que tenía guantes y podía hacer bolas más rápidamente y sin tener que preocuparme por el frío.

Lo de las bolas es el único gran problema de estos días. Los putos chiquillos, inocentes alimañas que algún día tendrán que trabajar para pagar mi pensión, se agrupan en bandadas, se esconden y cuando pasan las bicicletas lanzan una lluvia de bolas difíciles de esquivar. Yo he tenido suerte hasta ahora (cruzo los dedos), aunque ayer tuve que meter el turbo porque eran como veinte contra mí y aquello pintaba mal. Vi como lanzaban la primera andanada pero conseguí pasar la ventana de peligro antes de que me golpeara algún proyectil. A una vieja por mi casa la pusieron fina a bolas. La mujer se detuvo a insultarlos y consiguió de regalo una segunda tanda.

Y puesto que esta mi bitácora tiene cierto componente pedagógico, aunque escaso, unos consejos para el manejo de bicicletas en la nieve.

  • Procurad no seguir la traza dejada por otras bicis. Lo mejor es abrir vuestro propio camino en la nieve. Particularmente sospechad bastante de las trazas muy marcadas ya que la mayor parte de las veces al pasar las bicicletas aplastan la nieve y se termina convirtiendo en hielo y os aseguro que el hielo no es muy amigable con los medios de locomoción sobre dos ruedas
  • Si por alguna razón del destino perdéis el control, nunca, nunca, nunca usar los frenos. De hacerlo estaréis poniendo todo vuestro dinero en una caída segura. En su lugar, dejad la bicicleta continuar con la inercia y poner los pies colgando y preparados para ser usados como apoyos para mantener la estabilidad. Recordad las bicicletas que teníais de pequeños con dos ruedas atrás. Vuestras pezuñas tendrán que hacer esa labor.
  • Ni se os ocurra realizar giros cerrados. La bicicleta pierde tracción en el giro y es muchísimo más fácil caerse. Abriros en las curvas y tomarlas grácilmente. En estos casos es preferible pecar por exceso que por defecto. Huid como alma que lleva el diablo de las trazadas de otras bicis en las curvas. Es más que probable que vuestros huesos prueben la textura del suelo si os arriesgáis.
  • Si la bicicleta que os precede va pilotada por anciana o mujer con turbante, cuadruplicar la distancia de seguridad. Tanto las unas como las otras tienen cierta tendencia inexplicable a detenerse sin motivo aparente y a frenar bruscamente. Puesto que no vais a poder reaccionar a tiempo, lo mejor es pasarlas rápidamente o ir bien separado de ellas. He visto más de un accidente por culpa de esto. Tened presente que las viejas se bajan de la bicicleta cada vez que se paran y que por sordera, por ignorancia o porque no les sale de la pipa del coño, no suelen mirar hacia atrás para ver si alguien las sigue y acaban bloqueando el carril bici completamente.
  • Si todo lo anterior falla y os veis abocados al desastre, apuntad con la rueda hacia el objetivo que tengáis de frente para que sea este el que reciba el impacto. Si el objetivo es humano, los huevos y las tetas son zonas que incrementarán el dolor ajeno y puestos a tener un percance, es mejor que sufra el otro más que uno mismo.

Y para acabar un llamamiento: El colega que pasó esta mañana por mi calle en bicicleta conduciendo con las manos en los bolsillos y totalmente despreocupado, por favor que se ponga en contacto conmigo que estoy dispuesto a pagarle para que me de clases, que demostró un soberbio control del aparato en circunstancias extremas que quiero para mí.

Hay más información sobre Holanda en la anotación Guía para el turismo en Amsterdam y Holanda y también puedes ver el Álbum de fotos de Hilversum


4 respuestas a “El blues de la nieve”

  1. mmm… yo cojo el autobus… ya patino suficiente al caminar por la nieve helada como para utilizar el bi-ciclo.

  2. ¿Dónde está ese espíritu de aventura kike? No hay nada más emocionante que la lucha contra los elementos en la puerta de tu casa. Y si todo falla, siempre nos quedarán los fisioterapeutas…

  3. Y seguirá. Al menos hoy tengo más sobre la nieve. Hay que aprovechar la coyuntura, que esto no puede durar mucho.