Travellers and Magicians


No sólo de cine comercial vive el hombre. De vez en cuando hay que buscar nuevos autores, pequeñas películas artesanales de las que suelen salir o sorpresas muy agradables o cabreos monumentales. En este afán de explorar fronteras, me arriesgué y fui a ver Travellers & Magicians con un amigo a la filmoteca. En muy pocas ocasiones veo en Holanda cine que no sea en inglés. Con esta película hice una excepción y mereció la pena.

En la película nos cuentan dos historias. Por un lado la de un hombre que no tiene bastante con lo que ha conseguido, a pesar de ocupar un cargo importante en el gobierno del pueblo y por eso, decide marcharse a los Estados Unidos. La segunda historia la cuenta un monje budista y es el cuento de dos hermanos y de como uno de ellos sólo quería viajar y lo que le sucedió cuando se cumplió su sueño. Ambas historias se entremezclan y van saltando de una a otra. El lugar en donde suceden es Bután, un pequeño reino budista entre montañas. Esta es la primera película que se ha rodado en dicho reino. La fotografía y la ambientación es de las que te corta el aliento. La historia es muy sencilla y hermosa. Ya sea aquí, en América, o en un recóndito lugar en Bután, siempre se habla de amor y ese sentimiento es siempre el mismo. A pesar de la dificultad de ver la película en Versión Original con subtítulos en holandés, no tuve ningún problema para comprenderla. Es un lenguaje muy visual y los diálogos son muy sencillos, lo que ayuda dado mi pésimo nivel del idioma nórdico.

El director de este prodigio es Khyentse Norbu, un hombre casi sin experiencia que ha bordado la historia. Hay momentos muy emotivos, momentos en los que te ríes y en los que te sientes participe de esta pequeña comunidad de gente sencilla en la que todos van vestidos con el traje nacional. El budismo impregna la vida de estas gentes y se ve en las situaciones que confrontan. Al frente de una de las historias está un tal Tsewang Dandup. El hombre es un cachondo. Verlo vestido con la falda típica del país y escuchando y bailando música occidental no tiene precio. Ver los cabreos que se coge y su resignación ante el modo de vida que le ha tocado es sencillamente encantador. ?l es el que quiere irse a América para vivir su sueño y como toda gran aventura, comienza a dudar nada más empezar a perseguir su sueño. La historia que cuenta el monje está interpretada por Lhakpa Dorji en el único papel que ha hecho en cine en su vida. A él le toca la parte más dramática y lo hace francamente bien. Junto a estos dos actores, hay muchos otros que no conocemos y que posiblemente nunca vuelva a ver, pero que ayudaron a realizar un producto de excelente calidad.

Es muy difícil recomendar cine de este tipo pero si tenéis oportunidad de verla, no la dejéis escapar. Supongo que tarde o temprano llegará a los circuitos de filmotecas en España, con subtítulos en nuestro idioma. Merece la pena. Es un soplo de aire fresco en un cine que tiende a mantenerse en los corsés impuestos por la industria norteamericana.
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