La ola esta de caló eterna que está asolando Europa y que ya lleva tantas semanas sobre nosotros que ya nos hemos acostumbrado al desierto y a la vida sin lluvia me ha llevado a adaptar mi ritmo diario con la caló. No hay nada que odie más que llegar al trabajo más mojado que la compresa de una nadadora y por eso, pase lo que pase salgo de mi casa temprano, aunque he retrasado considerablemente mi partida para aprovechar esos ratos en los que el aire es fresco y tratar de enfriar la cueva en la que vivo y en la que la luz del sol está desterrada, ya que mi casa está en modo de duelo total y las cortinas están corridas y básicamente hay la cantidad de luz mínima entrando, ya que con la luz llega la caló y solo abro las ventanas cuando el sensor exterior confirma que la temperatura afuera es inferior a la de dentro. En mi rutina habitual, me levanto más o menos cuando Genín se desconecta, sobre las seis menos cuarto y llego a Hilversum antes de las siete de la mañana. Ahora, pillo uno o dos trenes más tarde y llego a Hilversum a las siete y doce o a las siete y veinticuatro, dependiendo del tren. Mis regresos se mantienen estables ya que al no abandonar el aire acondicionado que me dan de gratis junto con la nómina, no tengo que compensar el tiempo y sigo haciendo más de ocho horas. En el regreso sí que sudo, una jartá, pero me la trae al pairo ya que o voy a mi casa y llego apestando, pero como todos mis vecinos ya apestan, no hay problema, o voy al cine y a mi alrededor hay dos filas vacías de la gente que se protege del hedor que emana de mis sobacos, que parecen factorías de armas químicas.
El pantallazo lo hice con el programa que tengo en mi telefonino con el androitotorota y que me permite saber si se me ha olvidado registrarme al llegar al andén o al salir del mismo, algo que implica una multa de muchísimos leuros. Intento minimizar al máximo mi tiempo en el andén pero aún así, procuro que haya al menos tres minutos por los porsiacaso, que nunca se sabe lo que te puede suceder. Una vez entro en el circuito del transporte, las llegadas son siempre muy regulares, ya que salgo del andén escopeteado.
El programa también muestra mi saldo de transporte, pero ese tiene truco, ya que yo tengo un abono y pago una cantidad fija por el trayecto que uso y cualquier otro trayecto con el tren me lo cobran a mes pasado, con lo que ese saldo es para cuando voy con la tarjeta en las guaguas, tranvías, barcos o metro, es decir, en cualquier compañía que no sea la ferroviaria. El sistema está programado para que cuando la cantidad cruza un nivel mínimo, hay un ingreso automático de diez leuros en la cuenta.
Una respuesta a “Ajustando la vida a la caló”
No, mi desconexión se produce sobre las 4, ahorita, con la ola de calor, una hora mas tarde para acostarme con el ranchito fresco, cerrar las ventanas, y que al dia siguiente le cueste menos al aire enfriarlo a 24º que es a lo que lo tengo programado, sin embargo, han habido días de 45º, que el pobre llegaba un momento que se quedaba con la lengua afuera a 26º y no podía bajar mas 🙂
Salud