Quizás sea porque no tengo coche y me muevo usando la bicicleta y el transporte público o quizás simplemente tenga suerte y funcione como una especie de imán pero lo cierto es que todo tipo de cosas mágicas y preciosas suceden a mi alrededor continuamente y siempre que puedo las fotografío para poder recordarlas más adelante.
Todas las mañanas cuando pedaleo camino a la oficina desde la estación paso junto a un enorme estanque lleno de patos y gansos que han decidido ahorrarse el esfuerzo de la migración hacia el sur y han logrado que todo el vecindario les proporcione la comida suficiente para sobrevivir al invierno. Ambas especies tienen sus rutas para aprovisionarse y la de los gansos cruza la carretera más o menos a la misma hora a la que yo llego al trabajo. Es siempre un espectáculo el verlos en formación de batalla yendo hacia las casas para comenzar la ronda. Los coches se detienen y todos los observamos mientras ellos nos ignoran y se mueven graciosamente hacia los jardines de las casas del barrio. Estarán toda la mañana ocupados y sobre las doce vuelven al estanque, volviendo a cortar el tráfico y momento que he inmortalizado en esta ocasión.
En ocasiones se acercan a nosotros para ver si hay suerte y les damos algo de comida. Es uno de esos instantes fascinantes en los que la sencilla y práctica mente colectiva de los gansos trata de determinar si merece la pena gritarnos y hacer algún tipo de alarde frente a nosotros para pillar algo. Cuando deciden que no lo valemos, se marchan y siguen su camino hacia el estanque en donde ya los esperan algunas ancianas y madres con niños pequeños cargadas de pan viejo que les lanzarán y se organizará una enorme algarabía entre los gansos, los patos y en ocasiones algunos cisnes. Cuando los veo así, en formación, siempre me acuerdo de la canción del Fary, apatrullando la ciudad y no me canso de tararearla.
3 respuestas a “Apatrullando la ciudad”
Como siga la crisis, como haya rumanos cerca, no queda uno vivo…
Salud
Ufff… aquí en los pasos de peatones hay quien no te respeta ni llevando un carrito de bebé… no te cuento lo que duraría el desfile de gansos.
Circulen, circulen. El ganso gris de la primera foto parece que esté desfilando como una modelo, cruzando un paso de cebra con el Vuitton colgado del brazo, cabellera al viento. Voy a imprimir la primera, la marca de agua le va de coña.