Si el despegue fue un puritito ejercicio de no ver nada, el aterrizaje es la sublimación del concepto, con esa luz intensa del faro largo del avión justo por debajo de mi ventana que crea una aurora post-natal de esas en la esquina inferior derecha durante todo el vídeo. Esto es un ejercicio de pantalla negra que requiere muchísima imaginación. La música es la canción Bop Bop Baby de Westlife.
Hay mucha oscuridad afuera, una luz blanca intensa por la parte inferior derecha y una luz roja desde el ala y con todas esas interferencias, de cuando en cuando se ve una luz de las kelis que íbamos pasando camino al aeropuerto, que se supone que veníamos por la ruta del Caminito del Rey, aunque si alguno lo identifica, es un virtuoso porque no se ve nada de nada. Cuando el vídeo pasa de los dos minutos algunas luces aparecen en pantalla, pero difíciles de ver y según nos acercamos al aeropuerto, van aumentando y sobre el tercer minuto y medio el aterrizaje es inminente y el chófer es que no apagó la luz larga ni para evitar deslumbrar a otros aviones en el aeropuerto, del cual vemos la terminal después de aterrizar, evento que sucedió a quince minutos de la medianoche. Por suerte el regreso creo que será con luz de día y aunque cambié de aerolínea, me volvieron a dar asiento de ventana, que llevo una racha fastuosa.
Una respuesta a “Aterrizando en Málaga en febrero”
La verdad es que solo al final se da cuenta uno de que eso es un avión que va a aterrizar… 🙂
Salud