Cuando llega el fin


Uno de los géneros literarios que más visito es el e los virus que amenazan con acabar con la población del planeta. Son libros fáciles de escuchar y entretenidos y llenos de ciencia de verdulería, que es la más interesante, así que los escucho todos y hoy en día, cuando algún periodista hace una referencia a un autor que ya escribió algo parecido a lo que está sucediendo, pues sucede que yo lo he escuchado (o eso que otros llamarían leído). Mis otros géneros pachangueros son el de los vampiros, el de los zombies y los galácticos con ejércitos atacando y defendiendo planetas, en series interminables con diez o más libros que te permiten tomarle afecto a algunos de los protagonistas, como la serie que estoy escuchando actualmente y en la que voy por el libro sexto de al menos once. Quizás por haber leído tanto sobre el tema, yo no tengo esa angustia que parece estar pincelando la vida de muchos. Con estas cosas, ten un pelín de precaución y ya está, sigue con tu vida. En los Países Bajos, con la paranoia creciendo por segundos y en un país con una alta densidad de población por kilómetros cuadrados, debemos estar a menos de dos semanas que el gobierno prohíba los traslados y la gente se tenga que quedar en sus casas. Eso sí, que nadie quite los espectadores de los estadios de fútbol, que ahí sí que no hay contagios porque son todos fans y eso no puede suceder en los templos en los que se adora a un puñado de post-adolescentes tatuados y que malamente saben hablar.

En el tren, esta semana, ha caído considerablemente la cantidad de gente que viaja a mis horas, que son fuera de la hora punta. Si antes el tren iba relativamente lleno pero con la posibilidad de sentarte, ahora va con la posibilidad de elegir fila para sentarte y seguramente tener un espacio vital varias veces mayor al que conseguías hace una semana. En el supermercado, la gente hace colas con una distancia espectacular entre ellos y hasta en las paradas de guagua, ya no hay la lucha esa por ser el primero en subir, ahora el estilo es más de no pegarte al prójimo por si es el próximo paria. Da igual que en la tele, en la prensa, en Internet, que en todos lados le expliquen a la gente las cosas. El pánico comienza a reinar y todos sabemos que el miedo anula el poco seso que tiene la gente y los convierte en bestias miserables.

Veremos cuanto tardan en hacer redadas por las calles buscando enfermos. El único fin cierto es el de la serie Supernatural, de la que durante tres lustros he sido fans y que este año, en muy poco tiempo, acabará y eso sí que es un drama, que yo he vivido con los hermanos Winchester todas sus aventuras y sin haberlos conocido, me considero parte de la #SPNFAMILY.