Esta mañana, al ir a trabajar, tenía pensado e incluso decidido ir al centro de Hilversum en la hora del paseo para visitar una tienda de baratijas a ver si veía algo que de otra forma, tendré que comprar en China. La idea estaba en mi mente y estaba perfectamente resuelto a hacerlo. Hoy el Moreno trabajaba desde su casa, así que tenía completa libertad para determinar mi ruta. A las doce, salí de la oficina, comencé a ir hacia el centro y unos minutos después, algo se desplazó en mi cerebro y decidí allí mismo, en aquel instante preciso, que eso lo puedo hacer otro día y que en realidad lo que me apetecía era hacer una ruta caminando ligero por el Laapersheide, llegar hasta el paso a nivel sin barrera y regresar por el otro lado, por el Laapersveld, ambas palabras, fáciles de traducir porque las dos significan truscoluña no es nación. No había ni avanzado quince metros en mi nueva ruta cuando algo volvió a bascular en mi cabezón y decidí en ese preciso instante que haría la ruta opuesta, bajando al sur en dirección a Utrecht por el Laapersveld, cruzando el paso a nivel sin barrera y regresando a Hilversum por el Laapersheide y retomé el ritmo por ese camino. Escuchaba un audiolibro y me maravillaba con el sol y los nueve grados, que pueden parecer pocos pero a los quince minutos ya había generado tal cantidad de energía que me quité la chaqueta y seguí solo con la camisa, ante la mirada atónita de los cuatro gatos que se cruzaron en mi camino y que o paseaban a sus perros o estaba ncorriendo en el parque. Cuando llegué a la zona del paso a nivel, veo a un julay que seguramente trabaje en la multinacional deportiva esa que tiene su sede para Europa, Oriente Medio y África en Hilversum y que tiene un símbolo que cuando lo nombras, suena a diosa griega, pues veo a uno de sus empleados corriendo hacia mi y el chamo ni mira a derecha, ni mira a izquierda, comienza a pasar, se oye un estruendo de un tren tocando la bocina continuamente y básicamente, llegó al lado en el que yo me encontraba quizás con dos segundos de margen. O está loco, o es suicida o subnormal del coño o truscolán. Yo habría podido testificar de como lo aplastaron como a un puto mosquito y como fue culpa suya ya que al parecer, correr y escuchar su música es más importante que su seguridad. El chamo ni se paró a recuperarse del susto y es hasta probable que ni se enterara de lo que sucedió y de lo que casi pudo suceder. Yo seguí mi ruta tal cual lo había planificado en mi segundo cambio de opinión.
La introducción anterior tan grande sirve para llevarnos al meollo de la cuestión, a como la inteligencia artificial fracasa una y otra vez porque carece de la complejidad de los julays humanos. Si yo hubiese seguido con mi plan previsto y además necesario, no habría presenciado esta escena. Si hubiese seguido la ruta opuesta como decidí en mi primer cambio de opinión, no habría estado en aquel lugar exactamente en ese instante y no habría visto el suceso. Si lo vi, fue porque de alguna forma, la inteligencia humana nos convierte en impredecibles y hay factores que nos hacen elegir uno u otro camino y que son imposibles de codificar para un programador o de explicar para un humano. Yo no sé por qué quise ir por la ruta que tomé pero soy consciente que la sucesión de decisiones que tomé, mis dudas, mis cambios de dirección en ArenaPark me llevaron a aquel lugar en el instante adecuado. Igual existen los seres humanos predecibles, que son como máquinas pero la mayoría somos caóticos y retroalimentamos ese caos interior. Al salir de la oficina, esta misma tarde, tenía pensado ir al cine en el centro de la ciudad para volver a ver la película Bohemian Rhapsody y exactamente eso fue lo que hice, solo que por alguna razón, decidí dejar la bicicleta en el aparcamiento de la estación y pasear al cine, algo que no hago nunca ya que al salir del cine me gusta volver a casa lo antes posible. Otra nueva ocasión en la que una inteligencia artificial siempre habría ido con la bici hasta el cine y jamás elegiría otra alternativa, ya que parecen optar siempre por la comodidad y solo piensan cuando hay algo diferente en su rutina. Viendo la película, hay multitud de instantes similares, cosas, que de no suceder o si los protagonistas no hubiesen reaccionado en cierta manera, ni el grupo Queen, ni la leyenda de Freddie Mercury existirían. Como máquinas biológicas, somos un dechado de contradicciones, somos seguramente el peor de los programas que se ha escrito nunca y posiblemente por eso, nuestra inteligencia no puede ser imitada, muchas veces lo aleatorio de nuestras reacciones tiene una cierta lógica, o quizás no.
2 respuestas a “De chiripa estuve allí y lo vi”
Siempre he pensado que estamos muy mal hechos y que el que, supuestamente, nos diseñó, era un chapucero, aunque los de su secta dicen que es la releche en bicicleta… 🙂
Salud
Soy más del «quizás no»… hay quien es más lógico y quien es puro caos. Personalmente creo que el equilibrio es la mejor opción, la más interesante, y sobre todo la más divertida.
Respecto al grillado de las vías, me alegro mucho de que no se lo llevase el tren por delante, más que nada porque (al menos a mí me pasaría) es una imagen de esas que no se borra de la cabeza y que además pasa una buena temporada repitiéndose en bucle. UF.