De vuelta a Holanda


Ahora que he vuelto a casa es bueno hacer un balance de estas dos semanas que he pasado en el paraíso Canario. El gran Dios ha sido generoso conmigo y tuve muchísima suerte con el clima. Los días han estado perfectos. He tenido muchísimo tiempo para relajarme y no pensar en nada más que el tono de mi piel y por supuesto he escrito de cuando en cuando para la bitácora que ha mantenido su regular cadencia de publicación. Los temas no han sido muy variados y podemos decir que bastante polémicos en base al número de comentarios. De vez en cuando conviene mirar el título de esta bitácora para recordar que este patio de recreo es para divertirme y que se diviertan otros y que lo que aquí se dice no aspira a tener ninguna trascendencia.

En estos trece días he ido un montón al cine. De una de las películas ya he hablado y las demás caerán en avalancha en las próximas semanas. Volví a ver por tercera vez Brokeback Mountain – En terreno vedado y las otras películas fueron: Final Destination 3 – Destino Final 3, Volver (de la que ya he hablado), Firewall, Proof – La verdad oculta, Tsotsi, The Last Sign – La última señal, Volver (por segunda vez), Ice Age 2 – la edad de hielo 2, Bienvenido a casa, Azul oscuro casi negro y Get Carter en el Festival de Cine de Las Palmas. En total fueron doce películas. Gracias a la desgana de bleuge que parece estar atravesando un desierto de oscuridad y malos rollos he vuelto a descubrir el placer de ir solo al cine. En Holanda ya casi nunca lo hago porque siempre hay gente que se quiere venir conmigo ya sea el turco, el rubio, la mujer del rubio, el chino, el boss o Dani. Es un placer el sentarte casi bajo la pantalla y ver como tu campo de visión la abarca completamente y dejarte llevar por la música de tu iPod mientras esperas a que se apaguen las luces y comience la película. En una de las sesiones a las que acudí estaba solo en la sala, que en España la gente prefiere los días en los que se apelotonan como borregos y se cogen los ataques de nervios en lugar de esos otros que se saben tranquilos.

La vuelta a casa ha sido bastante tranquila. Me traían los de Martinair como en tantas ocasiones anteriores. Me gusta volar con esta empresa porque no son tan bordes con el exceso de equipaje, te dan comida y bebida gratuita abordo y sus azafatas son unos soles. Andan renovando la flota y ya tienen tres Airbus A320 un avión que yo prefiero al B737 que siempre me ha dado mal rollo con esos motores achatados por la parte de abajo como si se hubieran aplastado. El avión venía hasta la bandera de cabezas rubias. Tuve mala suerte y me tocaron dos viejos delante y detrás de mi. El de la parte anterior me metió el sillón hacia atrás todo el vuelo así que me dediqué a arrearle patadas y procurar que no pudiera dormir. El cabrón me echaba miradas de odio pero no se atrevió a decirme nada. Conseguí colocar una botella de agua de forma que cuando se movía se le clavaba en la espalda y espero y deseo que haya pasado una mala noche. El que llevaba detrás se agarraba de mi asiento cada veinte minutos para moverse y me daba unos viajes del quince. La venganza es un plato que en ocasiones hay que servirlo frío así que esperé a que el avión aterrizara. Me levanté corriendo para que no le diera tiempo a moverse y abrí el compartimiento de equipaje porque sabía que la sorpresa estaba esperando allí. Su bastón cayó limpiamente y se estampó contra su cabezota produciéndole una corneja de película. Yo puse la más inocente de mis sonrisas y me disculpé riéndome por dentro. Cuando salí del avión cinco minutos más tarde aún seguía con la mano en la calva del dolor. Estas pequeñas maldades son las que hacen del viajar un placer.

Durante la Semana Santa que ya ha comenzado yo andaré trabajando porque en los Países Bajos no hay días festivos, salvo el lunes de Pascua. Mi reincorporación al trabajo llega con nuevo nombre de la empresa, nuevos amos, nueva posición y nuevo jefe. Los dos primeros días estaré recibiendo formación en ITIL, algo que queda muy bien en el currículum y que por aquí arriba gusta mucho a las empresas tecnológicas.

La experiencia de años anteriores me dice que la Semana Santa es una época de baja actividad en la que la gente desaparece de la red y no hay mucha interacción. Desde ya les aviso que a mí me la trae al fresco y seguiré con mi ritmo habitual, el cual no se interrumpe desde el nueve de diciembre. Creo que ya va siendo hora de preparar el aspecto de la primavera que espero traiga algo de color a esta bitácora.

Una última cosa. A la hora en que sale esto publicado estaré en la primera reunión de bitacoreros españoles del Benelux junto con Dani y Marta. En realidad la reunión comenzará unas horas antes ya que pensamos pasar la tarde del domingo juntos en Eindhoven y aprovechar para ir al cine, comer algo y hablar. Seguro que alguno de nosotros cuenta algo sobre la misma.


7 respuestas a “De vuelta a Holanda”

  1. >un desierto de oscuridad y malos rollos
    oscuridad si, pero mal rollo no…
    estos valles hay que cruzarlos de vez en cuando, escalar cimas, bajar valles… ya saben

  2. Bleuge, a ver si te paseas por el valle las 45 semanas que yo no estoy en las Canarias 😉
    Dani, el chino fue un cutre-chino pero bueno, tampoco podíamos imaginar que la mitad de la gente del país se iba a dirigir a Eindhoven exactamente ayer

  3. imaginarlo… pues sí podíamos haberlo imaginado, porque todo el mundo allí sabía que el PSV se iba a proclamar campeón de liga y era de esperar que se pusiesen todos como cubas y las calles estuvieran a reventar, lo que pasa es que no nos dimos cuenta del detalle…

  4. A mí no me interesa la liga holandesa de fútbol y vivo totalmente al margen de la misma, así que hay que echar la culpa a Dani que está muy puesto en el tema.

  5. Y estoy por ir una cuarta vez que yo jamás la volveré a ver en DVD o mierdas de esas. Una vez salga de la pantalla grande se acabó para mí