Donut, pizza, bicicleta, patinaje y magdalena o algo parecido


El jueves es el día en el que me doy las grandes palizas. En esta ocasión, el miércoles estaba tan cansado que me acosté antes de la medianoche, algo totalmente inusual en mi caso ya que con cinco horas y poco de sueño suelo tener suficiente. A las seis, veinte minutos antes de sonar la alarma, me desperté y por un instante pensé que me había quedado dormido, aunque un microsegundo más tarde supe que eran ganas de mear. Volví a acostarme y dormí esos diecinueve minutos sin más incidencias. Como el día se me antojaba duro y muy deportivo, opté por comenzarlo con energía y me desayuné un donuts relleno de crema de chocolate y cubierto con azúcar de vainilla, una maravilla que cociné esta semana y que me tiene fascinado:

Salí de mi casa con unos agradables dos grados de temperatura a las siete de la mañana y llegué a la estación sobrado de tiempo. Estamos justo antes de las vacaciones de otoño, que comenzarán mañana y se nota que la gente ya se está ajustando y cambiando el chip para ponerlo en modo de vacaciones. En el trabajo fue la locura, no sé que han tomado esta semana pero están todos como hembras en celo, caprichosos y volátiles. Tenemos una cagada épica que ha provocado un jefillo que aún no sabemos como limpiar pero que se la guardaremos y algún día le daremos un palo que no olvidará. En algún momento de la mañana los sindicalistas se reunieron con el presidente para darle una carta en la que los empleados se quejan y le cuentan sus penas. Me han estado mareando toda la semana para que me una a ellos pero ya les he explicado que yo no creo en mierdas de cartas, que creo en huelgas y en actos más radicales y si ellos son tan cobardes que se han de escudar en un trozo de papel que acabará en el baño usado como papel higiénico, nuestros caminos van por senderos separados. Por la tarde teníamos una asamblea general de todos los empleados con la dirección y allí mencionaron la carta, aunque como muy de pasada y quedó claro que será un hermoso y sofisticado papel higiénico.

Salí de la oficina pitando a las cuatro de la tarde, hice mi ruta habitual y paré en el supermercado para comprar un par de cosas que me faltaban. Llegué a mi casa y me preparé la cena, sin prisa pero si pausa. Tenía congelada masa de pizza que preparé hace un par de semanas y me apetecía comerme una de atún y champiñones marrones o eso que en Holanda llaman kastanjechampignons y que son mucho más sabrosos que los otros. El resultado estuvo a la altura de mis expectativas:

La siguiente hora y media la pasé rastreando todos los buscadores de vuelo barato que conozco para un pequeño proyecto y casi sin darme cuenta llegó la hora de ir a clase de patinaje sobre hielo. Ya he comentado que desde mi casa hasta el lugar en el que está la pista hay unos nueve kilómetros y medio y me toma unos treinta minutos en llegar, cruzando por el centro de la ciudad. Es básicamente la misma ruta que hago para ir a clases de italiano solo que continúo alejándome del centro diez minutos más. En esta ocasión, ya tenía mi carnét y entré como un profesional, escaneando mi código de barras.

Carnet de las clases de patinaje
Carnet de las clases de patinaje, originally uploaded by sulaco_rm.

Allí me encontré con el Rubio, nos echamos unas risas, nos dimos un abrazo, nos pusimos los patines y cada uno se fue por su lado, ya que estamos en niveles distintos. En mi clase seguimos trabajando en el equilibrio y en la postura adecuada para tener un buen centro de gravedad y avanzar por el hielo con gracia y estilo. Según mi profesora, soy el mejor africano que ha tenido nunca y quizás hasta el único africano que ha pasado por ese centro, ya que si hay algo cierto y verificable es que entre las doscientas personas que debían estar patinando, no había ningún negro, ningún moro y solamente un canario (técnicamente españislavo y orgulloso de no consumir productos de regiones separatistas). Hicimos unos siete kilómetros, parando para atender a las explicaciones y no solo no me caí sino que me gané las alabanzas de la profesora. Cuando terminamos, volví a encontrarme con el Rubio y nos tomamos una cerveza juntos y antes de separarnos le regalé una Erdinger, la aristocracia de las cervezas de trigo alemana y una que doy por sentado que todo el mundo ha probado al menos una vez en su vida. Regresé a mi casa haciendo el recorrido en treinta y un minutos y medio, de los que seguramente un par de minutos los perdí esquivando gente de marcha en el centro de la ciudad y al llegar a mi casa me comí un par de magdalenas de chocolate que había preparado después de hacer la pizza y aprovechando que el horno estaba caliente:

magdalenas de chocolate
magdalenas de chocolate, originally uploaded by sulaco_rm.

Y así, como quien no quiere la cosa, llegué al final de un día en el que he hecho un montón de bicicleta, he caminado una hora, he patinado otra y he cocinado un par de cosillas deliciosas.


6 respuestas a “Donut, pizza, bicicleta, patinaje y magdalena o algo parecido”

  1. Día completito??¡Sí señor!…
    Lo de la carta, yo no lo veo tan mal. Primero se empieza, por las buenas, informando de lo que no funciona, y después se pasa a mayores si no hacen caso. Incluso sabiendo que va a ser desechada??no deberíamos perder la buena costumbre de hacer nuestras peticiones, en principio, con buenos modales.
    Y dos cosas más:
    Primero: Cada vez que veo las fotos de las comidas que haces, me entran unas enormes ganas de comer; sin poder refrenar algún viaje a la cocina.
    Segundo: ¿Tú no avanzabas por el hielo, antes de las clases, con gracia y estilo?…jajaja.

  2. huitten, yo no creo en las cartas que llegan 8 años más tarde y solo para que los del sindicato hagan el paripé porque hay un montón de gente pagándoles PARA NADA. Lo mejor es que el mismo día en el que ellos entregan la carta con sus exigencias, la empresa insinúa que hay otra reorganización que arranca en 30 días. Todos sabemos que los sindicatos no querrán hacer huelga porque tienen que pagar el salario a sus miembros.

    Yo patino pero no conocía la teoría y aunque no me caigo, me esforzaba mucho más de lo necesario. Ahora estoy aprendiendo a sacar el máximo provecho y optimizar el esfuerzo.

  3. Lo de «optimizar el esfuerzo» a la hora de esquiar o patinar no veas qué importante es, menuda diferencia se nota entre lo que te cansas cuando empiezas y cuando ya te sabes el cuento medianamente.

  4. sí, esperamos poder hacer 70 u 80 kilómetros cuando llegue el hielo en lugar de los 30/40 que hacemos ahora y cansarnos lo mismo.