Dos pasitos, un pasote y un porrazo


Mi penúltima clase de patinaje sobre hielo fue ayer. Por desgracia hemos tenido temperaturas rondando los catorce y quince grados y como la Vechtsebanen está abierta, las máquinas trabajan a destajo para mantener el hielo en óptimas condiciones pero no siempre lo consiguen. Ayer por la tarde, antes de salir de casa preparaba la bolsa de la comida para el Rubio y su familia. Echaba dentro cuatro magdalenas, cinco suspiros y opté por no llevar los brownies que tengo congelado ya que pasaré el fin de semana con ellos y así tengo algo de comida para llevar. Salí de mi casa tranquilo y con tiempo y riéndome con la fabulosa entrevista que le hicieron a Mila Kunis en la BBC Radio 1 el otro día. Crucé la ciudad de Utrecht de sur a norte por penúltima vez y fui de los primeros en llegar, pillando una taquilla y guardando en ella mis cosas. El Rubio se retrasó y para cuando llegó ya habíamos comenzado con las clases. La pista la prepararon pero está claro que los congeladores no dan abasto y sobre el hielo había una ligera y fina capa de agua que provocó infinidad de caídas. Comenzamos con unas vueltas de calentamiento que para mí fueron de sofocamiento ya que con nueve grados sudo como un bellaco y tuve que abrir la cremallera del polar para que me entre aire fresco en el pecho o me derrito allí mismo. La primera media hora hicimos ejercicios de balance y entre ellos los odiosos de dos pasitos cortos y un pasote largo. Se trata de impulsarte dos veces balanceando el peso del cuerpo y generar potencia por la inercia y por la fuerza del patín. Lo haces dos veces y en la tercera cambias el tempo, das una patinada larguísima, estiras la pierna hasta el punto más lejano que puedes, das un toque final para incrementar la velocidad y después al devolver la pierna al punto de partida te quedas a la pata coja durante unos segundos. En el siguiente ciclo lo haces con la otra pierna. Suena fácil pero es jodido porque estás cambiando la forma de patinar continuamente y tienes que concentrarte un montón y además acordarte de bajar el centro de gravedad, mirar al frente, no agitar las manos como una reinona en la gala de las Drag Queen del carnaval y todo eso. Al llegar a la curva aprovechas para hacer unos cruzamientos de piernas. Superé la prueba y después seguimos con ejercicios de velocidad extrema. Si das patinadas cortas y balanceas el cuerpo todo el tiempo puedes conseguir una velocidad considerable y efectivamente, me movía tan rápido como un político español cuando ve de lejos el sobre con el dinerito.

En la segunda parte de la clase regresamos al consabido cruzamiento de piernas. Empezamos con el estilo más clásico y después de unas vueltas la profesora nos dijo que lo teníamos que hacer despacio, como si fuéramos a cámara lenta y al cruzar la pierna, dejar durante uno o dos segundos ambas sobre el hielo, solo que te quedas anudado ya que una pierna pasa sobre la otra, en una posición similar a cuando te sientas en una reunión de alcohólicos conocidos y cruzas las piernas para parecer más intelectual. Hicimos tres vueltas así y en todas y cada una de ellas estuve a punto de matarme porque la calidad del hielo en la curva era patética. A mi alrededor caía la gente todo el tiempo. Para acabar la profesora se empeñó en que hiciéramos dos vueltas más cruzando piernas y con el culo rozando el hielo. Entré en la curva, lancé la cadera hacia la izquierda, visualicé y construí la línea recta entre patín, rodilla y hombro, me agaché, me despatarré, comencé el cruzamiento y el patín que estaba agarrado al hielo resbaló en el agua y de repente vi como mi centro de gravedad se elevaba, mi culo seguía su propia trayectoria, mis patines se convertían en cuchillas dispuestas a liquidar a alguien y tras un instante que me pareció eterno, me arreaba un culazo del copón y además caía sobre la mano izquierda. Mi profesora del nivel anterior estaba en la curva y lo vio todo y se aseguró que nadie se estampara conmigo. Me levanté cagándome en la madre que parió al cambio climático y seguí. En la siguiente curva veo que otra de mis compañeras de clase se ha hostiado también pero a ella la sacaban en camilla. Opté por no seguir cruzando las piernas y cuando acabó la clase le dije al Rubio que prefería pasar de patinar un rato más y prefería centrarme en el alcohol. Nos fuimos al bar, pedimos dos Palm y nos hicimos fotos que no veréis para mandárselas al Turco, el cual chateaba con nosotros desde Seattle. Pedimos manices para acompañar el alcohol y nos encochinamos ya que nos trajeron un tazón enorme y lleno hasta arriba. Estuvimos un rato largo en el bar y al salir cada uno siguió su camino.

Durante todo este tiempo tenía un dolor continuo en la mano, como ruido de fondo, pero no le presté demasiada atención. Al acostarme, me dormí casi inmediatamente y menos de media hora más tarde me despertaba con una punzada infernal en la muñeca. Pasé gran parte de la noche con un dolor fortísimo en la mano, aunque al palparla no se notaba rota. Me tomé una aspirina y en algún momento pasadas las cuatro de la mañana volví a dormirme, seguramente de puro agotamiento. A esas alturas pensaba que tendría que visitar al médico y avisar a mi jefa pero por la mañana, pese al dolor continuo, podía mover la mano y hacer algunas cosillas así que opté por irme a trabajar. Esperemos que la mano se recupere para la última clase la semana que viene. También confío en que regresen las bajas temperaturas o sé de uno que se saltará los ejercicios de cruzamiento de piernas ??

?? Como todo el mundo decía que estaba loco en el trabajo, salí una hora antes y me fui a mi médico de cabecera en su hora sin cita. El hombre me mmiró la mano y me dijo que corriera a mi casa, cogiera mi pase del hospital al que suelo ir y con suerte llegaba antes de que cierren el departamento de radiología y me hacen unas radiografías de la mano porque según él podía tener algún pequeño hueso roto o fracturado. Le mandé un mensaje al Rubio avisándole que mi muerte era inminente y que él debía ejecutar mi herencia, fui a mi casa, cogí el dichoso carné del hospital y cuando me subo en la Mili o Vanili resulta que como no le he puesto aceite a la cadena en al menos ocho meses, está más seca que el chocho de una octogenaria y se salió. Maldije mi suerte y opté por ir en laCholina, de la cual todos sabemos que no tiene velocidades. Tras un esfuerzo sobrehumano llegué al hospital a las cinco menos cinco y me aceptaron en radiología (ahorrándome el tener que ir por la ruta de urgencias que siempre es más lenta). Después de un cuarto de hora una chama me llamó y me hizo cuatro radiografías. Una con la mano normal, otra de canto, otra con ángulo y la última con los dedos en una posición rarísima. Se fue a consultar con el médico y unos minutos más tarde vino y me confirmó lo que yo ya sabía, que no tengo ningún hueso roto y que el dolor es porque los músculos están molidos. Me despedí de ella mientras la luz al final del túnel se alejaba de mí, regresé a mi casa y para quitarme este disgusto tan grande me preparé la cena y además hice un pastel de desayuno con arándanos azules y leche agria (Buttermilk-Blueberry Breakfast Cake) que me llevaré mañana a casa del Rubio para tener algo decente de postre.


9 respuestas a “Dos pasitos, un pasote y un porrazo”

  1. Ya te decia yo que eso de cruzar las piernas no es nada bueno, pero con estas entradas tuyas sobre patinaje me han dado ganas de recordar viejos tiempos y no descarto la posibilidad de patinar un día de estos, claro que lo mio son, o eran, patines de cuatro ruedas, porque sobre hielo, solo he «patinado» en Caracas, y aunque era con equipo alquilado que suele ser una mierda, no me caía tanto, pero debo reconocer que aunque no cruzaba las piernas, que seria por instinto, parecía un pato mareado, o mas bien borracho del todo…
    Pero en tierra, era bueno patinando y jugando hockey, como no tengo abuela…
    Salud

  2. Despues de cuatro fogonazos radiactivos, yo de ti tendría cuidado con esa mano y la vigilaría por si se ilumina de noche….

  3. Ojalá que brille y así seré la sensación en la disco, por no contar lo conveniente que resulta para ir a mear por la noche sin encender la luz.

  4. Te vas a agarrar la picha con una mano fosforescente? estás seguro?? mira que manos aún te queda una, pero…

  5. Soy ambidextro pero para mear no uso la izquierda. Me servirá para apuntar y no errar en el disparo. Además, con esta luz mágica que sale de la mano, parezco un X-men, un superhéroe de pacotilla o de quita y pon.

  6. ¡Vaya!…Desaparezco unos días, y te escoñas. Espero que, con el tiempo que ya ha pasado desde el evento, tu mano haya vuelto a su estado interior natural.