El relato de las aventuras de este viaje a Nueva York comenzó en Saltando un océano en seis horas y media.
A la hora de contar el viaje a Nueva York, creo que voy a agrupar las cosas para hacerlo algo más corto y concentrado. Como íbamos bastante sobrados de tiempo nos lo tomamos con bastante calma. Al llegar fuimos a nuestro apartamento en Murray Hill East Suites, en la calle 39, prácticamente al lado de la Grand Central Station. Yo lo había buscado en páginas de apartamentos pero aquello es más bien un hotel en el que las habitaciones son pequeños estudios o apartamentos de uno o dos dormitorios. El nuestro estaba en la undécima planta y era sencillamente perfecto. Mi tío y una prima de mi madre vinieron a recibirnos y juntos nos fuimos andando a la Grand Central Station y desde allí bajamos a Greenwhich Village para cenar en el restaurante El Paso, en donde nos juraban que se pueden comer unas langostas increíbles. Todos pedimos lo mismo y la verdad es que la comida estuvo deliciosa. Terminamos la velada en el Café Reggio, muy cerca del Washington Square Park y en donde afirman que se sirvieron los primeros capuchinos en Estados Unidos. Ese día estábamos agotados y nos fuimos a dormir pronto.
El domingo nos lo tomamos con calma y optamos por ir de paseo. Subimos andando por la Quinta Avenida, boquiabiertos como gente de campo ante la grandeza de los rascacielos y lo apabullante de las tiendas. Entramos en la Catedral de San Patricio en donde el precio de encender una vela en esta época es de dos dólares, mucho menor que cuando estuve allí en Navidad. Al llegar a Central Park entré a la verdadera catedral de la ciudad, la tienda Apple de la Quinta Avenida y si pusieran una imagen de Steve, le besaba las uñas negras de los pies sin dudarlo un solo instante. La gente compraba iPods y ordenadores como loca. Cruzamos hacia el otro lado de Manhattan adentrándonos un poco en Central Park y parándonos para descansar un rato. A la hora de almorzar nos fuimos al Whole Foods que está en el edificio Time Warner de Columbus Circle. Es una buena opción para el turista que quiere comer algo de calidad o quiere comprar la comida y llevársela al parque y disfrutar almorzando en ese legendario lugar.
Tras la comida volvimos a saltar con el metro y fuimos al Soho, donde buscábamos una tienda de una marca de ropa. La encontramos después de andar un rato, soltamos un montón de dinero allí y nos equivocamos de estación de metro lo cual nos obligó a hacer dos transbordos. Nuestro destino final era Brighton Beach, al sur de Brooklyn, justo al lado de Coney Island. Ya he hablado de esa zona porque allí fue donde me quedé en mi anterior visita. Es el barrio de los ucranianos y por allí si hay algo que no se habla es inglés. Aprovechando que el día se prestaba estuvimos paseando por la playa y para cenar nos dimos un atracón de langostinos. Después volvimos a Manhattan, lo cual toma cerca de una hora porque el metro para en todas las esquinas que te puedas imaginar y en fines de semana no hay metros express. De esa forma terminó nuestro segundo día en Nueva York (y el primero completo), otro día que pasamos con la familia y tratando de adaptarnos al cambio horario.
El siguiente capítulo se llama Más compras y escalando a la cima de la ciudad de noche y de día
2 respuestas a “Dos primeros días para disfrutar con la familia”
Ahí iré yo en cuanto pueda… que envidia….
No dejes de hacerlo, es una ciudad increíble para volver una y otra vez. Si puedo me paso de nuevo este año otra vez, aprovechando la buena coyuntura del dólar<>euro