Doubt – La duda


Después de la decadencia que siempre llega antes de las Navidades, no os podéis ni imaginar lo agradable que resulta ir al cine sabiendo que todas y cada una de las películas que hay en cartelera son sencillamente lo mejorcito de la cosecha del año anterior y hemos tenido que esperar hasta que asomen los Oscars en el horizonte para poder verlas. Llegan los dramas, los dramones y las empresas que fabrican Kleenex hacen su agosto con los que vamos a llorar a los cines. Estos son los días en los que cuando acaba la película y comienzan a aparecer los títulos de crédito, todo el mundo se queda en su sitio en silencio, tratando de recomponer la máscara y ocultando los estragos que la historia ha creado en nuestras fachadas. El último de estos dramas fantásticos que he visto se llama Doubt y en España lo podéis encontrar en cartelera con el título de La duda.

A un cura julay lo pillan haciendo eso que se les da tan bien con los niños y el hijoputa se hace el julay negándolo

En un colegio bastante conservador de un barrio de blancos en el que acaban de aceptar el primer niño negro, una monja que no quiere cambiar se enfrenta con el párraco que tiene ideas quizás muy liberales entre las que quizás esté el darles un tipo muy particular de comunión a los niños. La monja moverá cielo y tierra para obtener la confesión del cura y al mismo tiempo proteger a los chiquillos de semejante bestia miserable, escondida bajo una sotana y amparándose en el poder supremo de un Dios. No habrán pruebas claras de lo que allí sucede pero está la convicción moral y la sensación, siempre latente, de que algo huele a podrido.

Imagino que la gente que asiste a un rodaje con Meryl Streep es consciente de estar viendo a la mejor actriz de los últimos cuarenta años y no sé cómo se sentirán mientras trabajan pero nosotros, los espectadores, caemos bajo su influjo desde el primer plano. Si además quien le hace frente es Philip Seymour Hoffman tenemos una batalla épica. Ambos se enfrentarán mientras nosotros observamos fascinados ese duelo de fe y convicciones, esas dudas que crecen en ambas partes y aunque hay otros personajes secundarios que aparecen de cuando en cuando en pequeñas tramas, la acción está en cada una de las batallas que enfrentan a estos dos pesos pesados. La historia la escribió para el teatro John Patrick Shanley y también ha sido él quien la ha dirigido. Una sobria adaptación, seca y sin prácticamente ningún regalo para el espectador en el que el drama se macera desde el comienzo y va creciendo en intensidad conforme se acerca el final de la película. Este es un muy buen ejemplo de lo que se puede conseguir cuando tienes una historia buena, unos actores fantásticos y un director que sabe como manejarlo todo. No hacen falta efectos especiales ni burradas de dinero para conseguir un excelente producto que entretiene y toca las almas de aquellos que lo ven.

Es un drama. Repito. Es un drama. No todo el mundo tiene estómago para esas historias y definitivamente, no hay lugar para descerebrados y metrosexuales que no saben ver más allá de los efectos especiales.