El camino se escribe solo


Una de las cosas que más aprecio de mi vida es la incertidumbre del futuro, el no saber qué haré, hacia donde me dirijo o lo que me deparan los meses que están por venir. Sé que siempre son cosas buenas y que están ahí esperando agazapadas para saltar en tu camino y sorprenderte. Esta mañana miraba fechas para ir a Galicia, aprovechando los vuelos directos desde Amsterdam, miraba billetes para ir a Gran Canaria en marzo y miraba destinos a los que se puede llegar desde el aeropuerto de Eindhoven.

Después de la caminata del mediodía me apetecía hablar con mi amigo el Turco y lo llamé. Mientras charlábamos sobre el embarazo de su mujer y un trasto que quiere que les compre me comentó que estaría bien que me pasara por su casa a visitarlos. Lo decía en serio y yo bromeaba sobre el tema. La cosa es que el trasto que les tengo que mandar vale casi sesenta euros en gastos de envío, más que el valor del objeto. Me dijo que mirara y buscara algo y sin pensármelo entré en la página de KLM. Tenían ofertas para volar con los famosos puntos y me salía que con 99 euros y 15.000 puntos me podía poner en Estambul de jueves por la noche a domingo. Llamé de nuevo al Turco, hicimos una conferencia a tres con su mujer y cinco minutos más tarde ya tenía la confirmación de mi billete para ir a fin de mes a Estambul otro fin de semana.

Yo no dudo ni un solo instante que tengo un ángel de la Guarda que se encarga de estos temas. Ha sido querer ir a ver a mi amigo y por arte de magia los billetes bajan un montón de precio y encima gasto nada más que una pequeña cantidad de las millas que tengo acumuladas, con lo que aún podré usar el resto para ir a ver a otro amigo a la Selva Negra alemana. Esta mañana cuando el sol no salió ya que las nubes cubrían esta tierra yo no tenía planes para los próximos tres fines de semana y para cuando se puso el sol ya tengo un viaje a Estambul, una visita a una pista de cinco kilómetros de patinaje sobre hielo y un fin de semana a caballo entre casas de distintos amigos para patinar. Ya ha comenzado a girar la ruleta para fijar un destino para el mes de febrero y seguro que algo surge.

Hoy por la tarde retomaba las clases de neerlandés tras las vacaciones navideñas. Fue un reencuentro con la gente que ha compartido conmigo la aventura que supone aprender esta lengua. Al vernos nos deseábamos el tradicional Beste Wensen holandés, Buenos deseos para aquellos con los que te reencuentras y que estarán a tu lado en nuestro asalto final a este idioma tan enrevesado. Superamos el penúltimo examen y en cuatro meses habremos alcanzado la meta, el último escollo, el mojón que marca ese punto hasta el que vas de la mano de un profesor. A partir de ahí, todo lo que aprendamos del idioma tendrá que ser practicándolo, arriesgándonos a meter la pata y equivocarnos con tiempos verbales, con palabras incorrectas y con ese cacao mental que se forma en tu cabeza cuando tres gramáticas distintas compiten para construir una frase y las reglas de todas son diferentes. Hoy recordábamos que hay al menos siete formas distintas de usar el verbo auxiliar zullen, que igual te sirve para una pregunta cortés que para expresar un deseo, hacer una sugerencia o divagar con aquello que podría ser y no fue. Mi vida se escribe usando mucho este verbo, yo tengo una vaga idea de hacia donde voy y lo que puede que llegue a ser pero en el camino hay sugerencias, atajos, desvíos e incertidumbre que le aportan algo mágico al día a día y hacen que cada mañana al levantarme, tenga la certeza de que algo fantástico está a punto de ocurrir.


2 respuestas a “El camino se escribe solo”