Ya decía el refranero cristiano que truscoluña no es nación y la letra con sangre entra y parece que a los amarillos del país del sol caguiente le empieza a parecer mejor que truscoluña sea nación porque lo otro les duele mucho. Hace unas semanas nos informó el jefe de todos los amarillos relacionados con nosotros que íbamos a tener el dudoso honor y aún más dudoso privilegio de una visita suya de tres días, para un evento extracorporal y tal y tal. Mi jefe me puso en la conversación y yo lo que pensé fue que tenía que programar vacaciones para poner al menos un continente y varios mares y océanos de por medio, pero después y sin que yo pudiera hacer nada, resultó que mi jefe me mete en todas las reuniones del primer día en la sede europea de la multinacional, me mete en todas las reuniones del segundo día en la fábrica y yo pensando que alguien me ha echado un mal de ojos y que seguramente ha sido Virtuditas por sugerir en ninguna ocasión que ella usa el transporte público, que todos sabemos que es una gran culocochista. El tercer día iban esos dos a Bruselas, que está a dos pasos, quizás tres, de puerKagón, ese que piensa que los truscolanes, al no ser personas, cuando van en coche, van en portabultos como los perros y de repente, suena la sirena que me notifica que he recibido un correíllo, lo miro y es mi reserva para un hotel pa’llá ‘bajo y dos segundos después mi jefe me dice que me la voy a tener que mamá y joderme a mí mismo porque tengo que ir con ellos a Bruselas y sentarme al día siguiente en una sala infectada de amarillos de todas las multinacionales de ese país en Europa y yo después de eso, ya sí que estoy convencido que es un mal de ojo y ya he colgado la ristra de ajos en ambas puertas, he pasado mi cruz por la máquina de limpieza por ultrasonidos para que no se ofenda mi Dios y he buscado en las internetes remedios caseros para esto. Resulta que ese joputa viene y yo estaré en todas, repito, todas, tripito, todas, cuatripito, todas, las reuniones que hará en este continente y al parecer, mi misión es la de tocarle los mondongos, algo que hago con un placer infinito y con la esperanza de que le dé un infarto y pase a la siguiente vida.
En eso que estoy intercambiando correos con los gringos y me preguntan que como llevo yo cierta cosa y yo les respondo que me kago en todos los muertos del país del sol caguiente y que esas malas bestias no tienen razón y hacen las cosas mal, pero claro, como son bestias, no hay forma de hacerlos ver el camino correcto y el gringo me responde que está de acuerdo conmigo al ocho mil por ciento y añade en el correíllo a los putos amarillos, que lo leen escandalizados y responden pidiendo que les mandemos presentaciones por anticipado para ellos preparar su defensa antes del juicio y yo decido que no pienso responder ni hacerlo. Después los amarillos organizan una reunión con cinco europedos, incluyendo a mi jefe y al Elegido y nos leen la cartilla porque lo hacemos mal y quizás hasta peor y otro jefillo se les revira y les planta cara y mi jefe con la boquita cerrada como las putas sin dientes y yo esperando y lo que hago es compartir mi pantalla en la reunión y les hago el envite: ¡A vé, bosmongolos, que alguno me explique por qué nos están pidiendo que hagamos una cosa, yo he conseguido la información directamente del fabricante sin pedirla y no la puedo meter en el sistema porque su mielda de sistema no está preparado para esta información, que es lo que les estoy diciendo desde antes de que empezaran a dar por la tele Mazinger Z!
Silencio total en las pantallas y comienza el runruneo que demuestra que aunque solo veíamos seis amarillos, rescondidos había treinta y cuatro más. Después del golazo que les jinqué, uno intenta recuperarse y me pone un pero y dice que claro, eso es como la puntita de un micropene, pero que en realidad necesitamos para muchos más productos y ahí es cuando les informo que miren en la zona de mensajes de la herramienta de videoconferencias y procuren tener bien ajustados los pañales de viejos porque se van a cagar por las patas pa’bajo, que lo que yo les mandé cubre más de ochocientos, repito, 800, tripito en números romanos, DCCC, cuatripito en hexadecimal, 320, quintipito en binario, 1100100000 y ahí se quedan todos callados y mi ordenador se rechifla y empieza a pitar como suciolista o podemita cuando te va a robar un leuro. El documento que mandé lo puse para que solo tuvieran permiso para abrirlo las personas que estaban en la reunión y cuando los otros treinta y cuatro lo quisieron abrir, me llegaron treinta y cuatro solicitudes de permiso y así, ya les dije que mejor ponen una cámara de GRANDÍSIMO angular cuando se reúnen con nosotros y así podemos ver a toda la chusma y gentuza que está allí.
¡Jaque mate! Acabó la reunión y los dejamos macerando la rabia y al que viene dentro de tres semanas, que estaba de córpore insepulto en la reunión, le sonreí y le dije que mejor se trae más pañales y menos ropa porque se los va a tener que cambiar varias veces al día, quizás hasta varias veces por hora.
Después de la reunión, los abogados de la empresa me mandan un mensaje para ver si ellos hacen de poli malo y así yo y mi jefe hacemos de poli bueno y le sacamos al panoli ese lo que queremos y yo les respondo que llegan tarde, que ellos si quieren hacer de poli malo, que lo hagan, pero yo ya tengo el papel de niñita del exorcista y ese joputa se va a acojonar y más cuando me suba a su chepa y me agarre allí como los demonios que poseen a los panolis del sol caguiente, que yo he visto muchas pelis de terror de ese país.
Una respuesta a “El desafío tan grande”
Que genial, hacia tiempo que no te les subías a la chepa de los amarillos, ya e hacia falta, seguro que has rejuvenecido como mínimo 10 años, felicitaciones!!! 🙂
Salud