El día que fui a Tivoli desde Roma


Hoy vamos a viajar hacia atrás en los tiempos y regresamos al año 2017, aquel en el que una banda de criminales y gentuza de la peor raptó un trozo de España y se inventaron un país de mierdosos e hijos de zorras rastreras y asquerosas que deberían haber sido castradas y esterilizadas desde su mismísimo nacimiento. El líder de esa banda sigue escondido en Bélgica, seguramente con su putita rumana y su descendencia maligna y todos esperamos el día en que suba al cadalso y lo pasen por el garrote vil. Bueno, regresando al 2017, el último día del mes de noviembre de aquel glorioso año el Elegido fue a currar como siempre durante la semana y por la noche se acercó a Schiphol para tomar un avión con destino a Roma, ciudad que he visitado, no una, ni dos, ni tres sino una purriada de veces y que ya ni puedo ni contarlas. La aerolínea elegida para el transporte fue Buelin ya que tenían un buen precio y con ellos podía volver el domingo por la tarde. Además, al volar el jueves de noche, no tenía que pedir horas en la oficina y el único peligro era que me jincaran una hora de retraso y tener que pillar un taxi desde el aeropuerto a la ciudad, ya que en Roma lo del transporte nocturno desde el aeropuerto sencillamente no existe. Tuve suerte y el avión llegó con tiempo y salimos con algo de retraso pero con la posibilidad de recuperarlo en el vuelo. Por la llegada del avión, si todo cuajaba podía pillar la última guagua a la estación de tren de Termini, ya que los trenes paraban hora y media antes. Antes de llegar a eso vamos con el vídeo del despegue en el que no se ve nada pero se sabe que a cierto comentarista se la pone morcillona este tipo de vídeos. Está acompañado de la fantástica canción Remember Me (Ernesto de la Cruz) que canta Benjamin Bratt en el clásico de animación Coco que tanto nos gustó a todos. El vídeo, para aquellos que no lo vean bajo este párrafo, está AQUÍ:

Bueno, pasé de grabar el aterrizaje, salí del avión y volé por la terminal hasta la parada de la guagua, que está en el quinto coño o puede que incluso en alguno más lejano. Una vez en la guagua me quedé tranquilo y ya sabía que estaría en Roma sobre la una de la mañana. Esta vez me quedé en el Hotel Nord Nueva Roma y me gustó bastante, además de estar muy cerca de la estación de tren y de dos paradas del metro. Empiezo a sospechar que siempre tengo suerte con los hoteles porque pillo lugares recientemente renovados y que aún no han subido el precio ya que cuando intento regresar a ellos un año más tarde, los precios son prohibitivos. Básicamente, llegué y me acosté ya que al día siguiente no me iba a hacer un Virtuditas y pensaba madrugar. Por la mañana a las siete y pico desayunaba y después iba a la estación de tren para pillar uno a Tivoli, el sitio en el que esperaba pasar el día. El viaje en tren es de casi una hora por una ruta muy bonita. En Tivoli pillé una guagua local que me llevó hasta Villa Adriana, uno de los complejos arqueológicos en los alrededores de Roma y lugar que es patrimonio de la Humanidad excepto truscoluña.

Muro del Pecile en Villa Adriana

En el paseo, con audioguía para así disfrutarlo más, comencé por el Pecile y donde está el muro que vemos en la imagen anterior. Esta villa era el lugar de vacaciones y retiro del emperador Adriano en el siglo II (palito-palito). Cuando el viejo estaba aquí esto era la corte y estaba petado de gente y es un complejo enorme que ha llegado bastante bien hasta hoy en día. Decir que a Adriano le gustaba culear y allí tenía a su chaval al que se la empetaba hasta los pelos de los güevos. Algunas de las obras que decoraban este palacio han acabado en el museo del Prado y en el del Louvre.

Edificio con tres exedras en Villa Adriana

El paseo es espectacular y no dejas de sorprenderte con las maravillas que hay en el lugar, como el edificio con tres exedras que se ve en la foto anterior. Esto me hizo recordar la maldad tan grande de la digitalmente difunta Darliz, que comentaba en el mejor blog sin premios en castellano hasta que descubrió el CaraCuloLibre y desapareció de nuestras vidas y que habiendo visitado la ciudad más veces que un servidor, jamás me dijo que fuera por Tivoli.

La Plaza de Oro en Villa Adriana

En el recorrido pasé por la Plaza de Oro que tenemos en la foto anteriore y que en su día debía ser un complejo de fábula y que daba idea que allí estaba el emperador del universo conocido. Aunque se lo llevaron casi todo y casi no queda mármol ni mosaicos, el sitio aún tiene la grandeza de tiempos pasados.

El Canopo en Villa Adriana

Una de las joyas de la visita es el Canopo, con su estanque y las estatuas y arcos. He hecho una purriada de fotos pero al final he optado por reducir el número de las que veremos por si algún día hago una serie de este villorrio, que se merece o engordar el álbum de Roma o incluso tener el suyo propio. La visita me tomó casi tres horas, que aproveché al máximo y que me permitieron no dejar un rincón sin ver ni un solo número de la audioguía sin escuchar. Al salir regresé en guagua a Tivoli para ir a ver la Villa de Este, otra joya patrimonio de la humanidad excluyendo a los truscolanes y que es la obra maestra de jardines de palacios y aquel que copia todo quisqui.

Vista de la campiña desde la Villa de Este

Este palacio lo mandó a construir el cardenal Hipólito II (palito-palito), que era nieto del papa Alejandro VI (uve-palito), ya que en aquella época los curas follaban pero no de tapadillo, sino públicamente y hasta tenían hijos y nietos. En esta villa se puso mucho de lo que este cardenal robó de la Villa Adriana y los jardines se diseñaron para ser los más espectaculares del universo y aún siguen siéndolo. Una de las fuentes se dice que es de Bernini, el gran maestro.

Villa de Este

Comenzamos con una foto del interior del palacio, muy ornamentado y con esas series de habitaciones todas unidas por puertas a ambos lados y que hace que no haya demasiada intimidad. Lo realmente espectacular es salir por detrás del palacio a los jardines y comenzar a alucinar en todos los colores posibles con las fuentes y los estanques.

Fuente de Diana de Efeso o de la Madre Naturaleza

El comentarista oficial seguro que aprecia la fuente de Diana de Efeso, que era tetúa, tetúa y que por todas las ubres soltaba agua. Obviamente, simboliza la vida en un mundo sin truscoluña, que no es nación.

Peschiere y al fondo la La fuente de Neptuno  y sobre ella el órgano de agua

En la parte central del jardín hay varios estanques, los peschiere y al fondo está la fabulosa fuente de Neptuno y sobre ella el órgano de agua, los cuales veremos en otras fotos.

La fuente de Neptuno

La fuente de Neptuno originalmente estaba diseñada por Bernini pero sufrió daños y lo que vemos hoy en día no es exactamente lo mismo. Aún así, se respira en el lugar que el genio puso su mano allí. Sobre ella y apareciendo un poco en la foto está la fuente de la siguiente foto, ya que todas estas fuentes reciben el agua y se la pasan unas a otras descendiendo por la colina de la montaña y a todas les llega el agua que se trae desde un río a un kilómetro de distancia a través de un canal.

Órgano de agua

Lo del órgano de agua fue un poco decepcionante porque al final decidí esperar para escucharlo y yo que me imaginaba algo grandioso y de fábula y es un poquito como una mierdilla aburrida y que no mereció la pena. Tenía un vídeo espectacular pero me da que duraba demasiado y no subió a mi flickr y ya lo borré del teléfono con lo que os quedaréis con las ganas de llevaros esa decepción, aunque os puedo garantizar que habrá un montón de pequeños vídeos al final de esta anotación.

Cuando acabé la visita, volví andando a la estación de tren, que no está muy lejos, regresé a Roma en tren y por la noche fui a cenar a un restaurante llamado La Carbonara que me gustó tanto que reservé mesa para la cena del día siguiente. Por la noche también me di un garbeo por la Fontana di Trevi para verla y disfrutarla con la multitud que abarrotaba, como siempre, el lugar. Hay una purriada de pequeños vídeos agrupados en el que veréis a continuación y que dura más de siete minutos. La música que suena es el Sweet Lullaby (Apollo Mix) de Deep Forest. Los dos primeros minutos y medio corresponden a la Villa Adriana y aparecen no solo los sitios que vimos en las fotos sino muchos más. Después llegamos a Villa de Este y fliparéis con las fuentes y los jardines. Hay casi cinco minutos en los que el agua es la protagonista absoluta. El vídeo, para aquellos que no lo vean bajo este párrafo, está AQUÍ:

Lo dejamos aquí y seguiremos con otro capítulo cubriendo el día siguiente en el que fui a Castel Gandolfo.

El relato continúa en Excursión de día completo a los Museos Vaticanos, los jardines del Vaticano y Castel Gandolfo

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3 respuestas a “El día que fui a Tivoli desde Roma”

  1. El video del despegue es maravilloso, con esa alucinante banda sonora del tío cantando con un acento hispano del copón, y la estatua de la multitetas, genial, el enorme fallo es no haber sacado video del aterrizaje, y espero los correspondientes al regreso 🙂
    Al fin, el video general, está bien, pero el del despegue es lo mas de lo mas, lastima que no todo el mundo lo sepa apreciar… 🙁
    Salud

  2. La película COCO, que ya deberías haber visto, es de mejicanos hablando en Spanglish en su versión original y alguna aberración en la doblada al español.