El meneo otoñal


Al igual que sucede en la primavera, en el otoño me gusta organizar escapadillas de fin de semana por varios lugares de Europa. Estoy limitado a lo que suministran las líneas de bajo coste que operan desde los Países Bajos y a una serie de fines de semana. Como todos los años, el Rubio se me cuelga como ladilla en alguno de los viajes y el resto me los monto por mi cuenta. Este año he tenido un perfil muy bajo con el Turco porque a menos que salga un ofertón de cambarte no quiero ir a Estambul ya que he estado como siete veces y los precios actuales son abusivos. Por la misma razón descarto España, ya que se deben creer que Málaga es Nueva York y el precio de un billete de fin de semana con por ejemplo Bueling es el equivalente a todo lo que he pagado por mis viajes otoñales. Este año, como en anteriores, se trata de no gastarse mucho dinero, de conocer lugares nuevos y de practicar el italiano, idioma que cada vez domino más y con el que me siento tan a gustito. Las condiciones del Rubio eran no ir a Alemania, Francia, Polonia, Suiza o cualquier lugar en el que ya haya estado. Para complicarlo más su Primera Esposa bloqueó un montón de fines de semana en los que tienen eventos variados y terminamos que solo podíamos ir a algún lugar juntos uno de los dos primeros fines de semana de octubre o los dos últimos de noviembre. El domingo, con las páginas de todas las aerolíneas abiertas a la vez, las opciones se reducían a una, Vilna, la capital de Lituania, uno de los tres Países Bálticos que si al hijo de la gran perra truscolana de RasPutín le sale de la punta del nabo, desaparecerá proximamente. Antes de que mi amigo cambiara de opinión, me hice la tarjeta del Club Wizz y compré los billetes, por setenta y cinco leuros cada uno. Con la tranquilidad de saber que ya tenía la cita más importante fijada, comencé a hacer ecuaciones demasiado complejas para explicar aquí y así resultó que todo, todo, todo me cuadra en siete semanas en las que iré a cinco lugares distintos. Va a ser una quemada épica y probablmente necesitaré ir a trabajar para descansar a la nipona en la oficina.

El tute de fines de semana comenzará yendo a Varsovia en Polonia, ya que por cincuenta leuros es delito no pasarse por allí y si me gusta, tengo otros dos destinos polacos al alcance de la mano para el año que viene. Seguiré practicando algo de italiano y yendo a Pisa por sesenta y tres leuros. Aún no tengo claro si me quedaré allí o seguiré a Florencia. Me apetece ver Pisa y si eso pasarme por Lucca, aunque ya lo decidiré en los próximos días. Estos dos primeros viajes son con Ryanair. El tercero es a Vilna con Wizzair y el cuarto ni siquiera lo había planeado y llegó de penalti. Ya lo tenía todo organizado cuando recordé que Easyjet comenzará a volar en noviembre a Hamburgo, ciudad famosa por los mercados de putas y pescado que tiene, los cuales satisfacen diferentes tipos de apetito, aunque siendo muy básicos, al final todo es pescaíllo fresco. Por sesenta leuros me parecía un crimen dejarla pasar así que metí el viaje en la lista y para acabar este frenesí Europeo regreso a Roma, la ciudad eternamente bella y a la que voy todos los años. El viaje lo he combinado e iré con Ryanair y regresaré con Easyjet para maximizar la estancia y en total me gastaré setenta y dos leuros en el billete. Esta ruta también estaba disponible con Bueling al abusivo y escandaloso precio de ciento noventa leuros, mucho más barato que los doscientos cincuenta que pretenden cobrar por ir a Málaga.

En fin, que saltaré a Polonia, Italia, Lituania, Alemania y finalmente Italia y una vez superado todo ese meneo y si tengo un poco de suerte, regresar a Canarias por Navidad con Liberia, la compañía más terrorífica del universo y una en la que creo no haberme montado en los últimos cinco años. Me llevaran por la terrible, horrorosa y terrorífica terminal cuatro del aeropuerto de Madrid, esa que solo se puede arreglar demoliéndola al completo con tractores y construyendo algo pensado para los viajeros y no para el ego de un pollaboba que estudió arquitectura.

En una de las dos semanas en las que no viajo entre noviembre y diciembre creo que el Turco se pasará por mi casa con lo que tampoco habrá descanso. Aparte de la logística de preparar los viajes, también tengo que ver como encajo el Cine en esta ecuación ya que pase lo que pase, yo llego a las doscientas películas.

Por último resaltar que todos estos saltos solo me costarán dos días de vacaciones, repartidos en un día entero y dos medios días ya que he cuadrado vuelos que salen los viernes por la tarde/noche y regreso los domingos.


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