El modelo de pólders


Para el emigrante que llega a Holanda a trabajar, una de las primeras cosas que le chocan y que no sabe como explicar es el modelo de pólders o Poldermodel. Al igual que el Gezellig del que ya he hablado, el poldermodel forma parte de la cultura holandesa. Hay muchas teorías sobre la creación del concepto y su difusión y yo siempre he preferido la que lo envía a los mismos orígenes de la palabra. Un pólder es una superficie de terreno ganado al mar usando un procedimiento muy peculiar que ha llevado a que cerca del treinta por ciento de la superficie de los Países Bajos sean pólders, zonas ganadas a las aguas a lo largo de los siglos. Se van desecando zonas cuadriculadas de las que se bombea el agua hacia los extremos y eso también ha ayudado a crear el País de los canales, un lugar lleno de vías de agua que muchos pueden creer que no sirven para nada pero que en realidad son los puntos por los que se sigue distribuyendo el agua que se toma con bombas (y en la antigüedad con molinos de viento) para que podamos vivir aquí.

Cuando se crea un pólder y vives en el mismo, dependes totalmente de la cooperación con tus vecinos. Da igual su orientación política o religiosa, si no logras entenderte con ellos tarde o temprano se destruirá vuestro pólder porque la única forma de mantenerlo con buena salud es colaborando, aunando esfuerzos. Aquí no valen los divos y aquellos que solo creen en sí mismos, si nos dejamos de tratar, el castillo de arena se desmorona. El poldermodel explica como es posible que en este país pudieran convivir protestantes y católicos, socialistas y liberales, ricos y pobres. A todos les une que para sobrevivir hemos de dejar las diferencias a un lado. De ahí viene también la tolerancia holandesa, la obligación de permitir a todos expresarse, escuchar a los demás antes de tomar una decisión.

En las empresas, el poldermodel nos lleva a discutir sobre todos los cambios importantes de forma igualitaria, cara a cara, con reuniones mensuales en las que el CEO se enfrenta a sus empleados y además de compartir los resultados del mes anterior, explica lo que están haciendo y escucha y responde a todas las preguntas que se le hacen. Esa transparencia en la cúpula de las compañías baja a todos los niveles y no es raro escuchar junto a una máquina de café conversaciones que en otros lugares no tendrían lugar, más que nada porque los empleados no reciben ese tipo de información. En un proceso tan doloroso como una regulación de empleo, se informa a los empleados en reunión pública, se informa al comité de empresa y se discute con este último tratando de alcanzar un consenso y se toman muy en serio las alternativas que estos proponen. A nivel de departamentos, cada mes se reúnen con su respectivo jefe y este analiza sus resultados, explica cambios y propone nuevas vías para mejorar. En esa misma reunión, cualquiera de los participantes puede expresar libremente su opinión y crear un debate. Pese a lo que pueda parecer, el sistema se fundamenta en la capacidad que tenemos todos para ejercitar responsablemente nuestro derecho y en realidad esto no frena la toma de decisiones.

En el poldermodel la gente sabe que independientemente del lado por el que se decante la balanza, al final todos tendremos que apechugar y por ello, no es extraño el ver a dos que prácticamente se han sacado los ojos durante dos horas de tensa discusión tomándose un café una vez ha terminado y dando totalmente por zanjado el tema. Esa es la gran fuerza del poldermodel, el que unos asumen los puntos de otros y los hacen suyos aunque originalmente no estuviesen de acuerdo.

A nivel de tu barrio, el poldermodel te acerca a las instituciones como el ayuntamiento, hace que los vecinos se junten para discutir los problemas de la zona y para tratar de arreglarlos, para pasar una mañana de sábado engalanando los jardines de zonas públicas o limpiando un canal y a la hora de las elecciones, para votar en varios referéndums que decidirán cuestiones fundamentales de la ciudad en la que vivimos, como si queremos edificios altos o una ciudad más amplia de edificios bajos, si deseamos tráfico en el centro o sólo transporte público, si aceptamos un incremento de los impuestos locales para que nuestro ayuntamiento incremente su política social o preferimos ahorrar dinero y que le den por saco a los más pobres. El poldermodel hace que la mayoría sea la que marque el rumbo, quizás sin decidirlo todo pero al menos marcando las líneas maestras.

Muchos inmigrantes no llegan a comprender durante su estancia en el país este sistema completamente y no son capaces de ver las ventajas que conlleva. Se vuelven a sus tierras pasados un par de años y siempre despotricarán en contra de algo que combate el individualismo y se centra en la mayoría. Para los que nos quedamos, el consenso, la discusión, la tolerancia, el aceptar las opiniones de otros y asumirlas formarán parte de nuestras vidas y nos moldearán el carácter, haciéndolo más curioso, más abierto y definitivamente más flexible. Mis nueve años en los Países Bajos me han vuelto más moderado, más dispuesto a sentarme y escuchar lo que otros tienen que decir y en muchas ocasiones, esa paciencia me ha resultado muy útil.


7 respuestas a “El modelo de pólders”

  1. Si te ponen en la pagina aquella otra vez, preparate para el bombardeo de quien seguro no estara de acuerdo, solo aquel quien ha entendido bien el sistema holandes estara de acuerdo, my friend. 🙂 Love.

  2. Te animo a segir tratando este tipo de temas relacionados con la idiosincrasia holandesa. A mi me gusta llamarlos «pequeñas diferencias» tal como hacía Travolta en Pulp Fiction. Ya sabes que adoro ese país, y tú has estado alli el suficiente tiempo para apreciarlas, y yo encantado de aprender.
    saludos

  3. No creo que el modelo pólder y el individualismo estén reñidos. Sólo que aquí se acepta el consenso y una vez que algo está decidido se apoya sin más. Las mayorías en ocasiones implican peligro, no lo olvides. Cuando tegas ocasión ve la película de La ola.