Hay un punto crítico en el que algo que está sucediendo cambia y toma una dirección irreversible. Es una variante del punto de inflexión, aunque cuando se trata de gente o de coñas sociales, en inglés lo denominan tipping point y en el español parece que estamos limitados a la inflexión. La multinacional en la que me prostituyo por una nómina, que al fin al cabo trabajar en una oficina es una ligera variación de lo que hacen otros en un catre, en una esquina o en donde les salga de la pipa del chichi, lleva años y años y más años en plena decadencia. Cuando yo llegué, había cuatrocientos empleados solo en los Países Bajos y ahora mismo somos ciento y poco. Tuvimos un corto periodo, en los últimos tres años, en los que hasta contrataron gente, que resultó en una invasión hindú porque resultó que eran los únicos a los que les molaban salarios bajos o muy bajos pero ese ciclo fue corto y solo nos queda uno, ya que el resto o se marcharon o los echaron, que es otra forma de irse. Este año, al comienzo del mismo, un colega, por primera vez en un montón de años, dejó la empresa, voluntariamente, ni siquiera para trabajar, ya que su mujer vendió su negocio, se han comprado una segunda keli en Francia y montaron allí un motel. En paralelo a su marcha estábamos enfrascados en dos reorganizaciones distintas, que ya ni se hacen en singular sino en plural cuando otro colega anunció su marcha a otra empresa, acto que recorrió las arterias de la compañía como una brisa fría. Un mes más tarde, el hindú que iba a tomar su posición anunció su marcha y un mes más tarde fue otro colega, uno que llevaba aquí desde siempre. Después, más o menos tras mi vuelta de las vacaciones en Asia, el más reciente de los empleados anunció que se cogía el piro, con lo que ya eran cinco. Después vino la calma y la caló del verano.
La semana pasada notamos algo extraño y ya intuíamos que la situación estaba cambiando y ese lunes se confirmó. Primero un colega dijo que se iba a otra empresa, el martes se corrió la voz que el esbirro de recursos inhumanos se piraba y un rato más tarde otro colega se subía a la ola y decía que también tenía un nuevo trabajo. Este fue el punto de inflexión. Hemos pasado oficialmente a ser una empresa en la que las ratas están corriendo y saltando del barco antes de que se hunda. De crear listas de posibles candidatos a visitar la oficina del paro nos hemos reconvertido y ahora hacemos listas con los posibles candidatos a ser el próximo que anuncie su marcha. Esto es una sangría y la gerencia, cierra los ojos y hace como que nada está sucediendo cuando lo cierto es que algo terrible está pasando, cada marcha es un montón de experiencia que se pierde y que no se puede recuperar contratando a un nuevo empleado porque no habrá transferencia entre ambos. Tengo ya confirmados un montón de julays que están en diferentes fases en su plan para saltar de la compañía e ir a otra y cuando se vayan sabiendo los nombres, arrastrarán en su huída a muchos más. Parece que el punto es irreversible, que estamos más allá de cualquier punto en el que los jefillos puedan hacer algo para controlar y evitar que el daño se extienda.
Curiosamente, en el primero que piensan todos como candidato a marcharse es en el Elegido, The Chosen One, il Scelto, de Uitverkorene y yo sigo repitiendo una y otra vez mi mantra: NO SIN MI PAQUETE y por paquete se entiende la guita que me dan al echarme y que ya es una cantidad considerable. Yo no salto del barco NI DE COÑA, yo me quedo hasta que me den la patada y me echen a la puta calle, yo no me iré voluntariamente, pero nadie me cree y hasta los jefillos están tanteándome para ver si estoy bien, si sigo contento, si el mundo gira de acuerdo a mis gustos y no se creen que sea así. Parece que nadie me conoce de verdad y que no entienden que lo único que no me preocupa es el estar desempleado, seguro que encuentro un trabajo al poco tiempo y si no, que coño, a mamar del sistema social.
3 respuestas a “El punto de inflexión”
Con el historial que arrastras tu deseando que te echen año tras año, sin conseguirlo ni de vaina, seguro que la empresa se recupera y ahí seguirás hasta mucho después de mi incineración… 🙂
Salud
Debe ser un poco estresante pero si consigues lo que quieres te dará para un buen año sabatico!
¿estresante? Yo duermo como un bellaco. Estoy en un país con un paro del 4%, básicamente los que no trabajan es porque no quieren hacerlo.