El reinicio de la anormalidad


Después de un tranquilo verano, con zonas de los Países Bajos de vacaciones, a veces hasta coincidiendo, con menos transporte público, trenes más pequeños y muchas veces vacíos, que hacen que la experiencia del transporte público sea de puro lujo María, la semana pasada se comenzaron a incorporar esas zonas que estaban de vacaciones al mercado laboral, esta semana siguió una nueva tanda y la semana que viene acabarán oficialmente las vacaciones, lo cual se hace oficial cuando te llega el correo de la empresa ferroviaria diciendo que a partir del lunes los trenes volverán a ser más largos, que en realidad quiere decir que estarán más petaos de gente, que durante todas las vacaciones, los trenes que yo uso han sido del mismo tamaño que siempre, salvo contadas excepciones, pero la cantidad de pasajeros era como mucho un tercio de lo habitual y en el tren con el que regreso por las tardes desde Bolduque a Utrecht, el lunes pasaré de ir sentado en la parte trasera sin agobios a buscar asiento en el medio del tren porque la parte de atrás se pone como una guagua hindú, llega a estar tan petada que literalmente te ponen varios sobacos junto a la cara.

Una cosa curiosa que está sucediendo con las empresas de transporte neerlandesa es que todas necesitan personal y parece que no lo encuentran y por eso, no tienen capacidad suficiente para dar el servicio prometido con los horarios que indican en sus planificaciones, así que lo que sucede es que miras los horarios y te topas conque el tren que quieres, o la guagua, o el metro o tranvía, no circula y en algunos casos indican que la razón es la falta de personal, ese julay que no han contratado era el que iba a llevar ese tren, o esa guagua y al no estar, no hay servicio. Parece que tienen un sistema que asigna prioridades a las líneas y yo voy con suerte, en mi ruta casi nunca hay trenes suspendidos por falta de personal, pero en otras rutas, si no miras con tiempo, te puedes llevar un palo que no veas y pasarte un gran rato esperando, igual que en las guaguas, que aunque yo no las uso demasiado, por mi casa, con seis por hora, si se cae alguna el tiempo máximo de espera pasa de nueve minutos a diecinueve, pero en otros barrios con los que se ensañan más en las cancelaciones y un compañero me decía que ha tenido que esperar media hora por la guagua un montón de veces y yo mirándolo como si fuera el clon de puerkagón, ese que viaja en portabultos y le pregunto si tiene algún impedimento físico o mental que le impida usar alguno de los programas de transporte disponibles para los telefoninos, que yo desde tres cuartos de hora (como mucho) antes de salir de la oficina, ya tengo la página con la información en tiempo real de la estación del lugar en el que estoy y si veo algo cancelado, se pone en marcha el modo de emergencia ejecutiva y salgo por patas, que yo no creo en lo de llegar a la estación y esperar que todo funcione bien. El chamo me preguntaba si no lo hago cuando salgo de mi keli y le tuve que explicar que ahí me preocupa mucho menos, que si está el sistema jodido, me quedo trabajando desde la keli y se acabó el problema. Mirándolo, fue como si hubiera por fin descubierto la rueda, se podía ver en su cara que le había dado unos conceptos que jamás pensó y yo lo miraba con mi expresión de “pobrecito, es bosmongolo”.


Una respuesta a “El reinicio de la anormalidad”

  1. Me da cierta cosa el leer contar todas las vainas laborales y de transporte llevando tantos años sin pegar un palo al agua, con mi coche a la puerta para ir donde quiera sin tráfico ni nada de estrés, en fin, eso quiere decir que ya mi cuenta de crédito de vida se está acabando, pero ya llevo así casi 30 años y aquí sigo dando guerra, pero me jode con bastante tristeza como van cayendo poco a poco un montón de colegas y parientes a mi alrededor, y yo, tan fresco, parezco uno de esos superheroes inmortales… 🙂
    Salud

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