Ese otro brazo


Uno de los grandísimos problemas que nos trajo el virus truscolán y podemita fue el encarcelamiento consentido de la humanidad y la migración desde la vida social y tal y tal en carne, hueso y muchísimos peos (pedos para los godos) y el enmarcamiento de esa actividad social en una ventana dentro de esa otra ventana que es la pantalla de nuestro ordenador, o aquello que los grandes expertos llaman monitor. Cuando eso sucedió, mi problema era cuando debía usar un micrófono, porque en el portátil del trabajo los que traen esas máquinas no sirven para nada, no podía conectar alguno de los blutús que tengo y mis opciones se limitaban a unos auriculares de cable que tienen un micrófono y a ese micrófono que estaba en mi casa desde tiempos inmemoriales, de muchísima más calidad y direccional, con lo que, teóricamente, mata el ruido que no produzco en las cavidades de gárgaras. Intenté lo de ese micrófono pero mi problema era enfocarlo exactamente hacia la boca, daba igual si yo no me movía mucho, con la distancia, era muy difícil conseguir una buena calidad. La solución, mirando por las internetes, era comprar un brazo de gitano de esos como las lámparas flexo que todos teníamos antes y que de repente se convirtieron en viejunas y desaparecieron, o al menos yo no he visto una en eones, aunque eso cambiará en unos meses porque uno de mis proyectos incluye el acondicionamiento de una zona de trabajo muy pero que muy profesional y en esa mesa pondré una lámpara flexo sí o requeteque-sí. Cuando vi que se usan esos brazos flexibles también para los micrófonos, miré primero en las tiendas locales (que están cerradas) y finalmente recalé en la gran tienda ondeline china que lo tiene todo pero que cuando compras por dos perras gordas, te lo mandan y ya te puedes poner a encender velas negras a todos los dioes que eso tarda siglos y siglos en llegar. Pese a este pequeño inconveniente, se me ocurrió mirar en la susodicha tienda y encontré que hay algo nuevo, o que yo no había visto antes, una opción para elegir un tiempo de recepción de diez días, doscientas cuarenta horas de nada y lo más fascinante fue que encontré un brazo de gitano para micrófono con ese sistema y el precio era de dos leuros más caro y por concretar mucho más, con los gastos de envío se quedaba en dos leuros por debajo del diez. Lo compré y seguí con mi vida, sin creerme que eso me llegaría a tiempo, aunque cada día miraba el estado para comprobar si era cierto. El paquete lo enviaron, momento en el que empezaron a contar los diez días y vi que pronto lo habían recogido, que pronto se lo habían dado al transportita y que pronto, había llegado a Bélgica, que parece que es el punto de entrada más cercano a mi keli desde la China, supongo que porque el control aduanero de ese país es de una calidad muy inferior al del mío, algo demostradísimo y que todos los españoles saben porque en esa tierra vive la escoria, chusma y gentuza esa del Puercagón, el defensor de truscoluña que folla rumanas porque las truscolanas le dan más asco que al resto de nosotros, que ya es difícil, que yo preferiría una truscolana a una rumana, aunque quiero que quede claro que ambas tendrían que vivir en una caseta en el jardín, que uno no está para meter bestias repugnantes en su casa. Una vez el paquete en Bélgica, le tomó una hora o eso que otros cuantifican como tres mil seiscientos segundos el pasar el control aduanero y entrar en Europa y después unos tres días para subir hasta mi barriada periférica. Ayer ya sabía que traerían mi brazo de gitano microfónico hoy entre las dos y media y las cuatro y media de la tarde, que parecen ser incapaces de ser más precisos, algo totalmente inaceptable, pero bueno, al menos el chamo vino a las tres y media, justito a medio camino entre el límite inferior y el superior. Inmediatamente lo apalanqué junto al ordenador, le conecté mi micrófono y hasta el quitavientos para micrófono que me regalaron junto con el mencionado hace la tira de tiempo. Después lo probé creando una reunión fantasma conmigo mismo y lo flipé, la calidad del sonido es de fábula y además, por la posición de la cámara, ni siquiera se ve el tinglado que tengo montado para el sonido. Lo que tengo que inventarme una buena explicación fantástica y fastuosa porque cuando mi vecino lo vea, se va a pensar que estoy trabajando en radio las Palmas o en alguna otra emisora porque esto se aleja demasiado del sistema tradicional con el auricular con cables y el mini-micrófono en el mismo.

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5 respuestas a “Ese otro brazo”

  1. hace tiempo que yo procuro comprar español, un granito de arena, lo se, o ni siquiera, pero menos da una piedra… 🙂
    Salud

  2. La verdad que la instalación parece muy profesional. No sé como pudiste pasar tanto tiempo sin flexo en la zona de trabajo, pobres ojos.

  3. donde está el ordenador no es zona de trabajo. Es solo el ordenador. En un futuro cercano, dentro de un mes y seis días, va a haber una modificación estructural en mi casa de tamaño gigantesco y en ese lugar voy a comprar una mesa de escritorio y esa será una zona de trabajo y por supuesto, una lámpara flexo va allí seguro.

  4. ¿Y cual va a ser la temática del canal de YUTUBE? Será de cine ¿no? ¿Te irás a Andorra para pagar menos impuestos? Yo lo haría.

  5. doverinto, deja de esnifar gofio que no hay ningún canal ahí, aparte de los vídeos de aviones del ancestral y los de buceo, de los que estoy preparando unos cuantos. En Andorra no hay playa, hablan una mierda de lengua y por lo que he visto, atrae gilipollas con más facilidad que moscas verdes una buena mierda. El micrófono lo usaré en mis clases por Súm de italiano y para grabar otra cosilla que yo nunca reconoceré la paternidad y de la que ayer encolé el cuarto episodio y como este fin de semana haga dos más, voy a tener que cambiar la frecuencia a quincenal porque ya tengo cubierto febrero y marzo.