Filosofía de noche de verano


El verano en Holanda es una lotería. O nos toca el gordo de la lluvia y nos pegamos dos meses sin ver el sol ni el suelo seco y con un verde alrededor que te quema los ojos, o nos toca un verano seco y los campos amarillos y barbacoas sin fin hasta las tantas de la noche ya que el sol se pone después de las diez de la noche, o nos toca una de mezcla y mitad y así pasamos de unos días a veintipico grados increíbles y soleados con dos días de dieciséis y la cantidad de agua prevista para todo el mes de julio ya en tierra, con los campos y jardines atiborrados de agua y mis zarzamoras que se caen al suelo con los kilos y kilos de moras y sabiendo que mañana y pasado volvemos a tener veintiocho grados, sol y bochorno. Este es el verano de los resfriados, de los días que comienzan en camiseta y acaban con ropa de abrigo, de las noches increíbles en las que de repente se cubre el cielo en cuestión de minutos y te caen barreños y barreños de agua y cuando parpadeas resulta que las nubes se han ido y vuelven los cielos abiertos. Con todo, es verano, con sol y calor, playa y chubasquero.

En el nuevo edificio al que nos han condenado, los aparatos de aire acondicionado parece que no fueron ajustados para este tipo de verano y así el día que en la calle hay veinticinco grados en el edificio hay veintinueve y el día que afuera hay diecisiete, la máquina se empeña en poner la temperatura del edificio a trece. Cualquiera diría que la empresa que ha instalado las máquinas acaba de inventar el concepto y aún están tratando de descubrir la forma de usarlo, algo que no me sorprendería si tenemos en cuenta que la empresa que controla las puertas del garaje, en el que un desgraciado ha colocado también el aparcamiento de las bicicletas, no se abrían cuando entrábamos y al llegar al final de una rampa endiablada, te estampas como mosquito contra cristal de coche y a la hora de salir del aparcamiento, se niega a abrir las puertas porque no detecta las bicicletas.

En este mundo en el que todo parece estar loco, la gente tiene miedo a soñar en Holanda y prefieren no pensar que el domingo puede que su país esté jugando nuevamente la final de un mundial. No hay en las calles el festival de banderas y adornos holandeses que se veía hace dos años. Todos confían en la suerte de su entrenador y selección pero saben que cuando hay dos selecciones en las que el doceavo jugador es un Papa, resulta complicada la cosa. Igual va a resultar que es cierto que una vez existió un Dios en el universo y ahora está rebotado por tener dos vicarios y quiere una final para dilucidar cuál de ellos debe regir, ya que en ese tema, como en el de otras pajariadas similares, sólo puede ganar uno.


2 respuestas a “Filosofía de noche de verano”

  1. Bueno, ya pueden estar tranquilos, no van a ganar el mundial una vez mas, supongo que esto les relajará un montón.
    El Domingo habrá duelo de Papas 🙂 el argentino rezando contra el alemán, yo creo que este tiene mas influencia estando a un paso de ver a su creador… 🙂
    Salud

  2. Yo también creo que el Papa alemán va a ganar. Está claro que su Dios controla el fútbol, además de los tocamientos de menores y los partos con himen intacto.