El frío con sol no duele


Ayer después de salir del trabajo me fui a casa de mi amigo el Rubio. Iba bastante temprano y aprovechando que teníamos un día de rescándalo elegí ir andando a su casa desde la estación de Woerden, paseíllo que toma una media hora. Mi conexión ferroviaria fue perfecta y al llegar al destino, salí a la calle y escuchando un audiolibro comencé la ruta. Estábamos a algo más de un grado sobre cero, con un cielo azul intenso sin nube alguna y un aire limpio fabuloso. Este debe ser el último coletazo de invierno, dos o tres días con temperaturas bajas y sin el monzón que hemos padecido. Mi ruta me llevó a la vera del Oude Rijn que nos recuerda que en los Países Bajos, prácticamente cualquier hilo de agua depende en alguna medida del río Rín ya que este es el lugar en el que desemboca y lo queramos o no, el país se conformó en el delta del río. La visita fue fabulosa, la cena fantástica y como siempre, yo suministré una gran parte de la comida y definitivamente toda la parte dulce y tras la cena, nos jincamos unos barraquitos, que todos sabéis lo que son así que no lo explicaré. Por la noche, cuando mi amigo el Rubio me llevaba a la estación de tren, en la calle la temperatura era de tres grados bajo cero. El Rubio debía estar en sus días porque decidió que hacía demasiado frío para que el Elegido, The Chosen One, De uitverkorene, il prescelto pedaleara a su casa y me alcanzó en el coche. Ya le he dicho que ese error garrafal lo pagará en el futuro ya que en multitud de ocasiones he estado por allí con temperaturas más bajas y en lo que a mi respecta, yo no tengo problema alguno para pedalear siempre y cuando la temperatura exterior no descienda más allá de los quince grados bajo cero, nivel en el que comienza a ser un pelín molesta.

Al llegar a mi casa le pedí por favor a Cortana que me recordara por la mañana que iba en guagua a la estación ya que mi bicicleta está allí. En el camino, ruta que habitualmente hago en bicicleta, viví por primera vez el cambio en los horarios del transporte público en la ruta que pasa por mi casa. Hasta enero, las guaguas pasan durante una gran parte del día cada diez minutos o sea, seis por hora, una frecuencia que a mí me parece como de primerísimo mundo si lo comparamos con las nueve guaguas que van a la Garita durante todo el día desde la ciudad de las Palmas. Al parecer se puede mejorar y desde el uno de febrero, la frecuencia de paso es cada SIETE minutos. Flipé en colores porque pensaba que era una broma de la empresa de transporte público pero era cierto. Como no pedaleaba, aproveché para comprobar la temperatura en el exterior y dejar constancia en el mejor blog sin premios en castellano:

A cinco grados bajo cero

Esta era la temperatura, cinco grados bajo cero, que indicaba el programa que te da el tiempo en un teléfono mágico y maravilloso de güindous. La sensación era la misma que la temperatura real, prácticamente no había viento y la humedad era escandalosa. Se me ocurrió comparar programas meteorológicos y miré en el Weerplaza, uno que me gusta mucho porque también me enseña el mapa creado con rádar y puedo ver la lluvia sobre mi sacrosanta persona con una precisión pasmosa:

A casi cinco grados bajo cero

Ambos deben tener diferentes fuentes de información porque estos indicaban solo cuatro coma siete grados bajo cero, una temperatura poco menos que veraniega, decían que la humedad era mayor pero también tenían un pelín más de viento. Lo interesante de este programa y por lo que me gusta es por el toque positivo ya que nos recuerda que HOY tendremos veintisiete minutos más de luz que hace una semana, casi media hora de mi vida ya no estará en la oscuridad y el fin del invierno está a las puertas, con unos días que ya han superado las diez horas de luz.

Al llegar a la estación, cogí dos periódicos gratuitos, busqué mi tren y seguí la ruta hacia Hilversum sin más problemas. Una vez en la ciudad que me adoptó cuando llegué a Holanda, fui en bicicleta hasta la oficina y aunque a mi amigo el Rubio le pueda parecer increíble, los cinco grados bajo cero no supusieron ningún problema para ejecutar la maniobra.


4 respuestas a “El frío con sol no duele”

  1. A mi, con ese frío, y menos, parece que se me queman las fosas nasales, laringe, traquea y hasta el intestino grueso… 🙂
    Esta madrugada ha caído aquí la primera helada del año, pero no ha sido gran cosa porque el termómetro de mi porche ha señalado 1º de mínima.
    Salud

  2. Ay, qué frío, hijo. Porfa, dime en qué sitio hablas de tu nuevo teléfono, para mirarme el modelo, que quiero cambiar mi iphone 4, que ya está el pobre hecho unos zorros.

  3. Ya no se vende, lo compré para ver si me gustaba el sistema operativo y espero cambiar pronto a uno mejor. Puedo no recomendar y no recomiendo el güindous fone a nadie porque es un territorio hostil para aquellos que son adictos a las APPs y necesitan millones y millones. No hay casi ninguna, lo cual para mí no es una molestia pero para el resto sí que lo debe ser. A la gente de Apple les sugiero que sigan en su entorno agradable, mágico, caro y maravilloso así que ráscate la cartera y cómprate un ifone seis ese por lo menos.