Haciendo frente


En la semana antes de nuestro particular San Martín, las emociones van saliendo a la superficie y la oficina en donde trabajo se ha ido caldeando. Hay una última maniobra del comité de empresa para tratar de retrasar la matanza de San Martín en la que a cada cerdo le llega su hora y que se ejecute el viernes. Como en Holanda el periodo de notificación no comienza a contar hasta el día primero del mes siguiente, ese retraso no supone ningún dinero adicional para nadie y personalmente creo que es cruel e innecesario, algo que ya les he explicado a los miembros de ese comité cuando les dije que son unos vendidos y una banda de mariconas viejas cagadas de miedo.

Esta es la semana del coping, palabra que diría que se puede traducir por haciendo frente o quizás lidiando. En el rebaño hay de todo y mientras algunos demuestran que llevan en su herencia genética restos considerables de avestruz y esconden la cabeza bajo la tierra para no ver lo que se les viene encima, otros niegan la realidad y se montan su propio universo paralelo. Yo aprovecho para divertirme y pasarlo bien trabajando y como estamos de primavera y no quiero perder ni un segundo de mi vida cuando me den el pasaporte (si me lo dan), ya he empaquetado todo lo que me quiero llevar y para cuando leáis esto estará llegando a mi casa. Mi jefa poco menos que lloraba cuando va al despacho de su marido y lo ve recogiendo y viene al mío y también me ve recogiendo, o más bien con todo recogido ya que con los años he aprendido que menos es más y no guardo demasiadas cosas. Entre las cosas más curiosas que tengo en el despacho está uno de los gemelos, esos dos discos duros legendarios que igual que una familia real, procuran no coincidir durante mucho tiempo en la misma ubicación física ya que contienen todas mis fotos y si le pasa algo a uno, quiero que el otro esté a salvo. Está apalabrado que de resultar agraciado en San Martín, después de que me degüellen lo llevaré a casa del Rubio, el cual añadirá a su papel como más-mejor-amigo y ejecutor de mi testamento el título de Guardían oficial del gemelo. El otro objeto curioso que por alguna razón tengo en la oficina es un monopod Manfrotto 681B con una cabeza modelo 234RC. Desde que lo compré, creo que lo he usado tres veces. El resto son papeles, diccionarios y tonterías similares que me llevo a mi casa para mirar con calma antes de tirarlas.

Ayer, con gran fanfarria y el boato que merecía el evento mandé aviso para que se pasaran por mi despacho un selecto grupo de elegidos y así poder disfrutar de La última magdalena, una edición espectacular y asombrosa de ese clásico al que están tan acostumbrados y que seguramente echarán de menos. A algunos les podías ver una lágrima asomando en la esquina del ojo porque al parecer no pueden hacer frente al tema, es algo muy sensible y de lo que no quieren hablar ni saber.

Para hoy, tenía organizado un evento en el Café Cartouche, ese café legendario en el que he comido tantas costillas. No es algo organizado desde ayer para hoy sino que las negociaciones para fijar la fecha comenzaron cuando regresé de España el 1 de enero y que habíamos apalabrado el 6 de enero. Juntar a ocho colegas en el mismo lugar fuera del trabajo requiere un montón de ajustes ya que nuestras agendas están siempre llenas y planeamos con dos meses de antelación. Casualmente habíamos fijado ese día para el encuentro tradicional de bienvenida a la primavera, uno en el que tres ex-compañeros se juntan con nosotros y nos damos un atracón y nos emborrachamos juntos. Después de conocerse el tema de los despidos se transformó en La última cena ya que yo soy el que obliga a los demás a venir y cuando me den la patada en el culo dejaré de hacerlo.

Mi Ángel de la Guarda es un poco bruto a la hora de hilar y ha hecho que coincida la ronda de despidos con un tiempo de ensueño, dieciocho grados y ni una sola nube en el cielo. A ver si me largan pronto para comenzar a coger fondo para Vietnam, que estamos a poco más de un mes de la partida y aún no me estoy preparando, salvo por el control de vacunas en el que me han informado que no tienen que pincharme ya que estoy bien servido y esta vez ni siquiera tendré que sufrir las pastillas de la malaria, unas de las que no soy particularmente fan.


2 respuestas a “Haciendo frente”

  1. Bueno a ver qué pasa hoy. Por cierto, me he quedado muerta con la frase esta de «monopod Manfrotto 681B con una cabeza modelo 234RC». Tendré que buscar en gugle qué coño es eso, porque mi imaginación se dispara y puede terminar siendo cualquier cosa.