Esta es una de esas películas que he estado esperando con ansia desde el segundo en el que me enteré de su existencia. El genero gore es uno de los más mal vistos en el cine y sin embargo uno de los que más adicción crea. Cuando las películas se ciñen al mismo y se olvidan de otras pretensiones suelen ser fantásticos ejercicios que provocan todos y cada uno de nuestros sentidos. Así ha sucedido con Hostel que en España recibirá el grandilocuente título de Hostel.

Es cine gore así que su trama no es compleja ni con ínfulas de grandeza. Trata de tres moli panolis tontos del culo, dos de ellos americanos y otro del norte de Europa que se conocen recorriendo el continente con mochilas y que se enteran de que en Eslovaquia hay un villorrio en el que las tías buenorras son más putas que la gallina turuleta y encima se prestan gratuitamente a que les hagas todo tipo de guarrerídas sexuales con tu pajarito. Los colegas se meten inmediatamente en el tren y acaban en este poblacho de mala muerte en el que efectivamente las tías son todas unas putas, putas y más que putas que solo piensan en follarte una y otra vez hasta que tu leche acabe clareada y sosa. En la pensión en la que se quedan hay más europeos como ellos y poco a poco van desapareciendo. Los que tienen la suerte de desaparecer son torturados hasta la muerte por unos altos ejecutivos malos malísimos que pagan dinero por conseguir gente a la que matar y así saciar sus bajos instintos ya que al tener los pitos cortos y flojos encuentran placer únicamente con el crimen sin castigo.

Aquí tenemos sangre por litros, partes del cuerpo humano aserradas, taladradas, cortadas, quemadas, tías de esas que quitan el aliento enseñando tetas y coños, feas que mueren por feas y por frígidas, gilipollas que mueren por gilipollas, intelectuales venidos a menos y toda la fauna que ella un cine que solo busca asquearte y que te rías en esas gloriosas escenas en la que la sangre llueve del cielo.

El director es un tal Eli Roth que ya conocía el género y que ha sido producido por Quentin Tarantino, nombre que te ponen un millón de veces en los títulos de crédito para que sepas que hay calidad y cosa buena. No se puede decir mucho más ya que este es un tipo de cine que se disfruta si se tiene estómago para ello. Trama tonta, diálogos de descerebrados y chandaleros, tías a las que se les cae la ropa cada cinco minutos y muertes celebradas por el público entre aplausos, gritos y risas.

Llama a los colegas y prepárate para una experiencia religiosa. Olvídate de la parienta a menos que le vaya el tema.

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