Komodo día 2 – Mawan, cuarta parte


Y esto no se acaba, seguimos con el festival de mantas en su entorno natural y hoy llegamos a uno de los dos vídeos que en su día, después de la inmersión, metí en mi telefonino y son los que usé para compartir pedazos pero hoy tenemos el documento espectacular y asombroso a la par que zarrapastroso en su integridad. La banda de sonido cambia y la mejoramos con la canción Medellín, de la Divina Ancestral y aún en activo Madonna, que canta con un julay llamado Maluma que imagino que es muy conocido en barriadas muy alejadas de mi keli. El vídeo es una única secuencia, en ningún momento dejé de grabar y lo vemos a la velocidad en la que sucedió. Comenzamos con una manta Ninja, de las negras, volando sobre un fondo precioso mezcla de arena y plantas y despacito pasa junto a nosotros. A partir de ahí sigue viniendo una y otra vez y pasando con una elegancia inaudita mientras los pececillos la limpian de parásitos, que hasta que la ONU no prohíbe a los truscolanes el abandonar su país ficticio, esa peste seguirá extendiendo por el universo su bazofia. En el minuto y cincuenta segundos la manta estaba directamente sobre mí y yo no babeaba porque tenía endiñado en la boca el chisme para chupar aire de la botella. Después del segundo minuto hay otro pase aún más fabuloso que el anterior y después otro y otro y otro, que aquello no acababa nunca. En el cuarto minuto, cuando está a centímetros sobre mi, aparece otra manta y esto fue el anticipo de lo que estaba por venir en el último vídeo de esta inmersión. Hay gente que va a estos sitios para ver mantas, se pasan allí días y días y no tienen la suerte que tengo yo. Mismamente la China que bajó conmigo, que llevaba ya dos semanas buceando en Komodo, me dijo que en las dos semanas anteriores había visto siete mantas entre todas las inmersiones, con un máximo de dos en una de ellas y casi siempre de lejos. La China, cuando dedujo que mi Ángel de la Guarda es épico y legendario y que por eso me conocen como el Elegido, il Scelto, de Uitverkorene o the Chosen One, decidió pegárseme como ladilla a güevo y hasta que yo me fui demandó bucear siempre conmigo. Al final este vídeo lo verán dos personas pero quiero que sepáis que os estáis perdiendo un documento esplendoroso.

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