La cartuchera del móvil


Cuando llega la primavera y hasta que el otoño hace acto de presencia y caen las temperaturas, yo tengo un problemón del copón con el dispositivo mágico y maravilloso que va conmigo a todas partes y al que le hablo y le digo cosas bonitas y otras no tan bonitas. Desde hace un año, yo soy un firme seguidor de la regla esa que enunció una de mis amigas y que dice, las pollas y los teléfonos, cuanto más grandes, más hermosos y no concibo un universo en el que el teléfono tenga una pantalla inferior a las cinco pulgadas y media. No sé como la gente puede vivir con esos teléfonos microscópicos. Al no ser pava, no llevo un bolso o similar a todas partes y el teléfono se convierte en un problema porque es que si me lo meto en el bolsillo, se me alteran todas las marikonas viejas y no tan viejas que me cruzo y las pavas se zambombean ante el espeluznante efecto de la combinación del mega-teléfono y el PAQUETÓN de torero. El año pasado, después de pegarme dos semanas de llantos continuos cuando el teléfono me golpeaba una y otra vez ciertas partes y me hacía desear que ¡AJOLÁ tuviese un micro-pene! me fui a mi tienda China favorita en Internet y encontré unas cartucheras espectaculares que se cuelgan del cinturón, con un diseño fastuoso y que tiene hasta espacio para llevar otras cosas.

La cartuchera del móvil

Por unos miserables leuros me la compré y ahora, seis meses al año (o más), el teléfono se mueve conmigo en su cómodo alojamiento, sin rozamiento con esas ciertas partes y en su lugar, puede echar sus radiaciones directamente al riñón derecho, que de esos tengo dos y mientras el izquierdo aguante no hay problemas. Toda la gente coincide en que lo de la cartuchera es como de los sesenta, viejuno y se descojonan de mi cuando la ven y ellos en su lugar prefieren sudar más que las compresas de las cojas y sea la que sea la temperatura en la calle, ellos salen con chaqueta para poder llevar el teléfono. Yo, como todo el mundo sabe, una vez superamos los trece grados voy a trabajar en manga corta y con la energía generada al moverme en bicicleta me mantengo calentito, calentito. La cartuchera se ha convertido también en la residencia de un paquete de kleenex Por-si-aca y cuando hay algo que no quiero olvidar, lo pongo en uno de sus bolsillitos y en el momento en el que lo necesito está ahí, a la vera, esperando.


9 respuestas a “La cartuchera del móvil”

  1. Yo me lo pongo en el bolsillo de la camisa, y es de pantalla grande.
    Corrígeme si me equivoco, pero si mal no recuerdo la causa de tu traición a la manzana mordida de la que eras incondicional, insultando incluso, a todo cristo que no usáramos sus productos por ser excesivamente costosos para nuestros humildes ingresos… ¿No fue por que sacaron el 7 y tu juraste hasta en hebreo porque era demasiado grande? 😉
    Salud

  2. Genín, yo no recuerdo haber tenido jamás un teléfono de la manzana mordida 😉

    La que lanzó el rumor de los teléfonos enormes fue otra, tú sabes quién.

    Después de haber estado en las tres plataformas, sigo pensando que la mejor, con gran diferencia, es la del güindous fone, pero Microsoft se la ha cargado con sus extrañas decisiones y políticas. Con buenos teléfonos y un buen soporte, esa sería la mejor opción.

    Hoy en día mi criterio es que si vale más de doscientos cincuenta leuros, no es para mi. No quiero vivir con el terror a que se caiga, se rompa, me lo roben o similares. Aparte de pantalla enorme, en lo que más me fijo es en la batería, algo que en la manzana mordida era de puta pena. El que me acabo de comprar hizo ayer su segundo día con una carga con uso algo mayor de lo normal dado que lo estaba configurando y descubriendo sus cosillas. No quiero un teléfono que se muera después de unas horas, quiero uno que en un día en el que lo tengas que usar intensivamente, sobreviva sin problemas.

  3. Me has dejado toda loca… después de tantos años, ahora mismo acabo de descubrir que a tí te van las pollas grandes . Esto sí que no me lo esperaba. Enhorabuena por tu salida (de la alacena)….

  4. Que bruta eres. Me van los teléfonos grandes y a mis amigas los rabotes.
    Y lo que sí que no busco ni de coña es la belleza interior. Si no tienes nada en el escaparate, ¡Aléjate bicho!

  5. Por cierto, esa cosa viejuna la lleva mi padre también. Pero claro, él no va de moderno! Mis hermanos llevan una micro-mochila de esas de un solo hombro y cosas así. Yo como tengo excusa, llevo un bolso-misterio porque os aseguro que hay objetos que me acompañan a todas partes pero no sé ni que están ahí.

  6. No te avergüences hombre. Te queremos igual. Si en el fondo todos los sospechábamos, tanto cuidarte, tanto elegido…. estaba clarísimo. No pasa nada. 😛

  7. Lo de la micro-bolsa cruzada lo vi pero no me terminó de convencer, prefiero perder el riñón.

    Lo de que me quieran me la suda enormemente. Mi ego es dantéscamente grande y no deja espacio para nadie más. Yo a mí mismo ¡Me quiero una jartá!

    Y no voy de moderno, voy de intelectualmente sobrado.

  8. ¡Me has dejao matao!
    ¿Que tu no tenias un iPhonE, o varios uno detrás de otro?
    Hasta que sacaron el 7 que no te molaba por grandísimo…
    ¡Uf!
    Estoy peor de lo que creía…
    Mis pobres neuronas cuasi inexistentes, están de luto despues de esto… 🙁
    Salud