La llave


El turco vuelve a casa después de una semana exiliado en el norte del país trabajando para que echen a la puta calle una nueva remesa de empleados de banco. Por lo que cuenta sé que el treinta por ciento de los empleados de esa división no dan un puto palo al agua. O no lo daban, porque desde que se corrió el rumor de que los tíos que andaban por la oficina estaban haciendo el informe para largar lastre, la gente trabaja como nunca, tanto que por primera vez en muchos años todo el mundo se ha puesto al día y no hay cosas pendientes. El tiro les está saliendo por la culata ya que ahora los jefes han visto aún más claro que allí hay mucho gandul.

En el camino de vuelta ha parado a cenar en un oneroso restaurante con sus compañeros de oficina, gastos que por supuesto pagará el cliente para el que trabajan. El hombre este lleva más de tres meses sin comer nada cocinado en su casa, exactamente el tiempo que hace que se marchó la turca de su hermana. Cuando se pasa por su hogar, lo cual sucede muy raramente, sale a comer fuera o se pilla la cena en el servicio de cantina de la empresa, que está a menos de cien metros del apartamento en el que vive y en donde hay almuerzos y cenas gratis todos los días de la semana (para sus empleados, se entiende).

Llega casi a la medianoche al hogar y cuando va a abrir la puerta se da cuenta que no encuentra las llaves. Vuelve al garaje y revisa el coche de arriba abajo. Es en ese momento cuando nota que tampoco tiene su chaqueta. Llama a uno de sus colegas y le pregunta si está en su coche o si se acuerda de haberla visto. Obtiene una respuesta negativa y un rictus de preocupación le deforma la cara. Sin alternativa decide intentar entrar en la casa y le toca al vecino para por lo menos cruzar el portal. Una vez dentro, el vecino le ayuda a buscar el número de teléfonos de un cerrajero. Como uno no puede por la jeta reventar puertas, avisan también a la policía para que se persone y de su venia para el suceso. Llegan media hora más tarde, al mismo tiempo que el profesional que se va a encargar del trabajo. El hombre saca sus herramientas, las dispone en el suelo y empieza a arrearle macanazos a la puerta con saña y odio, como debe ser en estos casos.

Si unimos el ligero incremento del nivel de ruido al hecho de que la policía ha dejado el coche en la calle con las luces encendidas, entenderéis perfectamente el que se comience a acumular una multitud de ingleses borrachos en la puerta, que la gente es muy curiosa. Dentro del edificio han bajado todos los vecinos y se apelotonan en el estrecho pasillo. Una de las señoras de edad respetable o eso que informalmente solemos denominar vieja sale disparada a su casa y vuelve con café para todos y vasos de plástico. La tipa está muy preparada para este tipo de situaciones porque es la encargada de suministrar bebidas en las juntas de vecinos. Todo el mundo parece tener algo que decir y aconsejan al cerrajero sobre la forma más idónea de llevar a buen puerto su tarea. El hombre debe estar acostumbrado porque se pasa por el forro las sugerencias y sigue a lo suyo, repartiendo mandoblazos que retumban en todo el edificio. Un par de perros ladran alterados por el ruido.

El turco conoce a casi todos sus vecinos. Al único que no había tenido el gusto de ser presentado es a uno nuevo que vive justo encima de su apartamento. Resulta ser un abogado de un carísimo bufete. El abogado conoce el precio de compra de todas las casas e ilustra a mi amigo con dicha información, además de los porcentajes de revalorización de las viviendas de esas calles. Le lava tanto el tarro que mi amigo está pensando en vender y hacer caja. Eso y que se ha dado cuenta que quiere tener un jardín, un porche en el que sentarse en verano a tomar una cervecita fresca y a disfrutar de las vistas de los coños de las vecinas al volver a casa en bicicleta y esas pequeñas cosas que hacen tan agradable el vivir en barriadas de clase media. Mientras charlan el follón es de escándalo, con perros aullando, un tipo destrozando la puerta para abrirla y la gente subiendo el tono de voz para dejarse oír. La policía decide marcharse y dejarlos solos ya que todo está en orden y de paso espantan a la multitud de borrachos de la puerta, que siguen esperando que saquen el cadáver para hacerle unas cuantas fotos con la cámara de sus teléfonos móviles. .

La operación de apertura de la puerta acabó alrededor de la una y media de la mañana. Existe un segundo juego de llaves de dicha puerta pero se lo llevó la turca de la hermana cuando se volvió a Turquía. No veas el rebote que se cogió el hombre cuando se dio cuenta de ello. La bromita salió por doscientos euros y eso sin contar con la reparación de la puerta y el nuevo cilindro para la cerradura.

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10 respuestas a “La llave”

  1. encima de estar bueno y forrado, resulta que ya viene con mantenimiento de serie…. no entiendo por que este hombre no tiene mujeres haciendo cola en la puerta (cuando la arregle) de su casa!

  2. bleuge, no te compares con el turco que sales perdiendo, que tú pareces más turco que él.
    El turco es rubio, sensible, tiene un montón de dinero, un piso junto al Amstel hotel, un iPod, un BMW, 3 ordenadores portátiles, una XboX, televisión por cable con todos los paquetes adicionales posibles, una cámara de mil euros que no usa, ropa SOLO de marca y que nunca le cuesta menos de cien euros y mientras tú piensas en bits y en bytes y en escuchar tu enorme colección de música el solo piensa en follar, ver fútbol y emborracharse.

  3. sulaco: acabas de describir a un pobre diablo burgues sumido en la desesperacion por lo superficial y lo efimero

    que los dioses se apiaden de su alma

    que fue del espíritu? que fue de los héroes?

    ahora solo hay esclavos de las modas, de la tele y de las imbecilidades, a que abismo ponzoñoso nos dirigimos?

  4. bleuge, no ha cambiado nada de nada, Los caballeros nunca han sido los héroes admirados y triunfadores que nos cuentan. Lo que al ser humano le vende es lo rebelde y lo que produce infelicidad. Es decir, somos masoquistas, queremos lo que no tenemos y cuando lo tenemos, queremos lo contrario.

    Hablando de parejas, cuando alguien suspira por compartir su vida con alguien que lo/la trate bien, y al final lo tiene, acabará escapándose con el primer matao que pase.

  5. Buffalo, creo que lo que cuentas es lo que hizo la Eva Nasarre en los tiempos en los que estaba más buena que el pan con nocilla. Largó a la familia y se marchó con uno que la tenía empenenada.