La última lección


Después de cinco meses y pico yendo a patinar, llegamos a la última clase. Tras el desastre de la semana anterior, la temperatura volvió a descender a niveles invernales y al menos ese día teníamos un hielo en perfectas condiciones. Salí de mi casa con un montón de tiempo y pedaleé relajado en mi recién reparada Mili o Vanili. Dos días antes tenía entrada para ir al cine y cuando iba hacia el mismo el sillín se mueve ligeramente. Lo primero que pienso es que se ha aflojado algún tornillo de los que lo sujetan y no le doy más importancia. Cien metros más adelante se vuelve a mover y se queda en una posición incómoda, fuertemente inclinado hacia adelante. Mientras pedaleo agarro el sillín por detrás para enderezarlo y en ese momento se escoña y me quedo sujetando el sillín, que parece haberse soltado. Mi reacción instantánea fue la de elevarme y quedarme de pie sobre los pedales para evitar un instante místico de esos que tienen las monjas que conducen sin sillín y que entran en éxtasis mientras pedalean. Paro la bicicleta, miro el sillín y compruebo que la pieza metálica a la que va sujetado se ha partido limpiamente, en eso que podemos considerar como un drama del copón. Miro el reloj y veo que tengo tiempo suficiente así que decido regresar a casa, dejar la Mili o Vanili e ir al cine con la Cholina, esa bicicleta a contrapedales que te deja exhausto por todo el ejercicio que hay que hacer con ella. Al día siguiente me puse a arreglarla en el jardín a la hora en la que sé que pasa mi vecino y cuando me vio me dijo que me olvidara del asunto y que él se encargaba y por eso el jueves, la Mili o Vanili estaba preparadísima. Regresando al patinaje, fui hasta la Vechtsebanen por última vez y llegué con tiempo de sobra. Metí mis cosas en una taquilla y me puse a observar a la gente que patinaba en la hora anterior.

Nuestra última clase comenzó con la profesora contándonos que la chica que se cayó al hielo la semana anterior (algo que sucedió prácticamente al mismo tiempo que yo me caí solo que estábamos en lados opuestos del anillo) se partió la pata y para ella acabó la temporada. La profe también nos dijo que ese día fue uno de los más fatídicos en cuanto a accidentes de la temporada. Los primeros ejercicios fueron de calentamiento y después de balance, agachándonos como siempre aunque la verdad que todos pasábamos un poco. Después de tantos meses ya se nos comienza a hacer pesado el ir a patinar y en el último día todos estábamos de vuelta y media. Intentó convencernos para que hiciéramos los famosos cruzamientos de piernas pero básicamente todos la ninguneamos y pasamos de ella. El Rubio se me acercaba e intentaba convencerme para que lo intentara ya que quería verme caer y reírse de mí pero no le di el gusto. Lo que sí que practiqué fue la velocidad, algo mucho más importante. En el tramo final de las prácticas estuvimos haciendo el trenecito, es decir, con uno delante y todos los demás siguiéndolo y haciendo lo mismo pero somos terribles y no hay manera de sincronizarnos. La tanqueta tiene su propio ritmo y da igual lo que hagan los otros, ella va a lo suyo (que no es otra cosa que producir surcos en el hielo con esas toneladas de peso).

Como fin de curso, os dejo un vídeo con más de lo mismo y en el que en un momento dado sale por la izquierda mi profesora, una rubia que seguro que reconoceréis por las cintas que tiene colgando de su hombro.

Cuando llegamos al final de la lección le dimos las gracias por haber sido una profesora tan chachi y cuando me junté con el Rubio decidimos que en lugar de patinar un rato más, nos íbamos al bar del complejo a tomarnos unas cervezas junto con unos Bitterballen, tapilla típica holandesa que debería haber retratado con una foto pero que se me pasó. Estuvimos cerca de una hora en el bar. Discutimos los asuntos fundamentales de la vida y nos prometimos organizar algún tipo de evento para los jueves ya que estamos muy acostumbrados a eso de pasar las tardes juntos pero separados haciendo deporte. Desde allí regresé a mi casa en la Mili o Vanili, pedaleando alegremente por las calles de la milenaria ciudad de Utrecht y vine llegando a mi casa sobre las once y media de la noche. Lo bueno que tiene el patinar y hacer bicicleta es que llegas a casa baldado y esas noches duermes como un bellaco, de un tirón. Al día siguiente unté las cuchillas de los patines con un poco de vaselina y los deposité en el cuarto que hay bajo las escaleras, lugar en el que estarán hasta octubre del año que viene.


8 respuestas a “La última lección”

  1. Genín, creía que te pasaste al Krome de GooglEVIL y ya no tenías problemas. Yo lo veo en el Firefox de mi casa, del trabajo, en el iPhone, en el iPad y hasta en el Safari, así que tiene que ser algo en tu ordenador.

  2. Es algo relacionado con Firefox y alguna incompatibilidad con el Adobe Flash Player, que por otro lado tengo instalado, he hecho la prueba tanto con el Crome como el Explorador de las ventanas y lo veo sin problemas, pero lo curioso es que solo me pasa aquí y en otro blog de esta misma gente, pero como por lo visto no soy al único a quién por lo visto le sucede, ella lo pone también para ser visto con Vimeo y no hay problema, no se que coño pasará. Yo me he acostumbrado al Firefox y es el que uso, solo en casos muy puntuales uso los otros.
    Salud

  3. Sulaco, mira lo que escriben con fondo en negro en la ventana que sale en el video:
    This video cant be payed with your current setup.
    Please, switch to a browser that provides native H.264 support or install Adobe Flash Player.
    Y yo el puto Adobe lo tengo instalado y en todas partes veo los putos vídeos de los cojones con el Firefox menos en dos blog de esta gente de WP, el tuyo y el de otra niña, ella lo soluciónó dando la opción de clicar en Vimeo.
    Y todavia no estoy senil, chaval!
    Aunque no creo que falte mucho…jajaja
    Salud

  4. ¿Ya habéis decidido qué hacer los jueves?… Yo, después de tanto patinaje, lo tendría claro: Descanso, descanso y más descanso. Pero estoy segura de que tú no vas a hacer eso; ¿a qué no?…

  5. huitten, yo los estoy usando para ir al cine o trabajar en el jardín y al Rubio lo he visto en fines de semanas. En mayo ambos estamos mayormente fuera del país, en destinos asiáticos distintos y después ya veremos.