Lo mío con los trenes y el transporte público


Yo tengo un duodécimo sentido para evitar las situaciones complicadas en cuanto a transporte en Holanda. Funciona seguramente con una conexión mágica porque estoy trabajando y de repente siento la necesidad imperiosa de mirar en la página del instituto de meteorología o en la de la compañía ferroviaria holandesa y con un mínimo de información soy capaz de tomar una decisión acertada. En mi empresa todos saben que cuando yo salgo por patas lo mejor que pueden hacer es imitarme. Mi jefa ha aprendido esto a fuerza de quedarse tirada durante horas por no saber elegir el momento de la partida y así cuando hoy le comenté a las doce que me iría a mi casa en media hora y seguiría trabajando desde allí, la muy zorruda no dijo nada y cuando después chateamos por la red corporativa me confirmó que ya estaba en su casa. El japonés que está en nuestro despacho ha aprendido bien rápido y según me vio empaquetando, avisó al resto del gremio amarillo y también se piró a su casa. Estamos teniendo un invierno rarito, no tanto porque sea muy frío sino por la cantidad de nevadas, granizadas y heladas que llevamos. La compañía de trenes ya ha superado los diez días en los que este medio de transporte ha usado el plan de emergencia para la nieve, uno que consiste en reducir significativamente la frecuencia de los trenes y los trayectos para asegurar que no se interrumpe el servicio. Con mi legendaria suerte, el tren que hace mi ruta es el que yo uso normalmente y este plan de emergencia no ha tenido ningún efecto en mi rutina diaria. En los días normales es cuando hemos tenido pequeños desajustes. El lunes por ejemplo, llegaba a la estación como siempre para coger el tren de las siete y pico. Eran dos trenes encadenados y me fui a la parte delantera del primero ya que así salgo directamente al final de la estación. Me siento allí, saco mis libros de italiano y me pongo a hacer los deberes, algo que he descubierto que puedo hacer más rápido en el tren. Estoy en ello cuando noto que ya deberíamos haber salido. Miro hacia la pantalla y efectivamente, la hora de partida la habíamos superado hacía tres minutos. En eso que se oye un ruido raro y se va completamente la electricidad en el tren. Nos quedamos así y como veo que no cambia guardo los libros y me preparo para salir. Vemos llegar el siguiente tren hacia Hilversum pero al no haber electricidad no podemos salir y montarnos en ese. En esto que el maquinista entra en la cabina y nos dice (a mí y otro chamo) que el tren está bien jodido y que no va a salir. Como no hay electricidad abre la puerta manualmente y así fui el primero en irme fuera y correr hacia el otro. Para cuando la gente empezó a llegar yo ya estaba sentado en un sitio perfecto con mis libros y haciendo mis deberes.

Al día siguiente llego a la estación y no aparece el tren y terminan por cancelarlo. El miércoles salí sin problemas y pese a que el servicio ferroviario alrededor de Hilversum estaba bien jodido, yo llegué en hora a la oficina. A última hora del día teníamos una reunión de todos los empleados en la que iban a presentar a un nuevo jefillo, algo que ya sabía desde hacía casi dos semanas. La reunión fue más bien patética ya aquel que ve su puesto en peligro no tuvo demasiada clase a la hora de presentarlo y quedó como un pobre y patético desgraciado frente a nosotros, una banda de hienas que olemos la sangre a kilómetros de distancia. Mi duodécimo sentido me sugirió que tomara el tren que va quince minutos más tarde y eso hice. Todo parecía normal y cuando llegamos a Hilversum Sportpark el tren se pone en las vías que normalmente usan solo los trenes que vienen a Hilversum y para en el lado opuesto de la estación. El revisor anuncia que el tren anterior se escoñó allí mismo y que la gente que iba en ese entraría en el nuestro. De nuevo me pillan sentadito, con la bici en un buen lugar y leyendo mi gramática italiana para ver si afianzo mi dominio de la misma. Estoy por empezar a creerme lo de la magia ??

Nota: Esta anotación la escribí directamente en el iPad usando el teclado Bluetooth.


2 respuestas a “Lo mío con los trenes y el transporte público”

  1. A eso se le llama: «Buscarse la vida»…¡Sí señor!… Tendrías que dar clases (como profesor) de como estar en el sitio adecuado, en el momento adecuado. jajaja…

  2. Me alegro que tengas suerte y que te afecten lo menos posible los temporales de nieve que nos pasan aquí en la tele, siempre me acuerdo de ti cuando veo las montañas de nieve y sigo maravillándome de que sigas utilizando la bici…
    Salud