Los años perdidos


Hoy voy a pensar en voz alta. Sí, aunque parezca increíble, pienso, aunque sólo en la intimidad. Y dándole lustre a la mollera en esas oscuras noches nórdicas encajamos el hambre con las ganas de comer y surge la teoría del estancamiento.

Retrocedamos diez años y pongámonos en 1995. Microsoft deslumbraba el mundo con el Windows 95. En aquella época creíamos que pronto llegaría el futuro que nos habían prometido durante décadas. Hablaríamos a los ordenadores, estos serían increíblemente potentes, las casas iban a ser enormes ordenadores capaces de reaccionar a nuestros deseos y los coches se iban a conducir automáticamente. Se podría viajar al espacio y todo estaría computerizado.

En lugar de eso, seguimos estancados en Windows XP, que no tiene absolutamente ninguna innovación sobre el decano 95, salvo el requerir más memoria y más CPU para realizar las mismas tareas que su predecesor hacía pidiéndonos mucho menos. Del hablar a los computadores, nada de nada. El software de reconocimiento de voz sigue en la misma infancia en la que estaba. Y siguen dando las mismas excusas y diciéndonos que necesitamos más potencia en nuestros equipos. Mirando a la informática, no hay nada innovador en estos años. El software se hace cada vez más complejo, con más funciones inútiles, consumiendo más recursos, ocupando más memoria y todo superfluo, porque nosotros seguimos usando el procesador de texto para escribir y ni nos molestamos en mirar las miles de funciones que parece ser están en los diferentes menús. ¿Y los teléfonos móviles? En el 2000 era inminente la llegada de la tercera generación, el maldito UMTS que nos iba a permitir navegar por Internet usando el teléfono a velocidades de vértigo y a precios de risa.

Mi casa tiene la misma tecnología que hace una década. Cuatro paredes, electricidad y agua. No hay más. La cafetera es una caprichosa y ni se plantea el escuchar mis órdenes, los baños no se limpian sólos, la cama hay que hacerla cada mañana. Y los coches, pues igual que antes. Salvo por el GPS, nada nuevo bajo el sol. Hay que sentarse al volante y conducirlos. Un poquito más de diseño pero nada más. Seguimos a base de gasolina, con cuatro ruedas y consumiendo los cinco litros cada cien kilómetros que se anunciaban hace años. ¿Alguién ha visto el UMTS? Ahora comienza a dejarse ver, capado en prestaciones y con un precio abusivo. Llega mal, tarde y con una cobertura de pena.

¿Y todo esto a qué viene? Estamos estancados. Llevamos dos décadas así. No hay innovación. Hemos perdido la conquista del espacio. Seguimos usando los transbordadores que se construyeron a principios de los ochenta, bueno, los que quedan, porque esos trastos no se hicieron para durar tanto y así les va. Ya no tenemos aviones supersónicos cruzando nuestros cielos. Y así en todos los campos. Internet es casi lo único que salva a estos tiempos y ni siquiera es algo nuevo. Fue una red creada mucho antes de su eclosión por el ejercito americano. Y tampoco es que haya evolucionado mucho. Desde la aparición de los navegadores, nada nuevo bajo el sol.

La pregunta que nos tenemos que hacer es ¿hasta cuándo seguiremos estancados? Me temo que hasta que entremos en un ciclo bélico. Por desgracia, es en esas épocas en las que más avanzamos, sobre todo por la inversión que hacen los gobiernos a fondo perdido para conseguir la supremacía militar. Ahora mismo, con un imperio famélico que no tiene quien le haga frente, dirigido por fundamentalistas cristianos, dependemos totalmente de la inversión privada, que no puede hacer frente por sí sola a los gastos en desarrollo tecnológico.

Seguiremos esperando el futuro que no llega, sumergidos en la decadencia del imperio, con casas tontas, coches inútiles, equipos pleistocénicos y software diseñado según los criterios de hace dos décadas. Con suerte nuestros biznietos verán el futuro que se nos prometió hace años si conseguimos abandonar este estancamiento.


Una respuesta a “Los años perdidos”

  1. mirate la entrevista que enlazo en el post de MatraCorp, es lo mas, y habla sobre todo lo que tu cuentas