Los bolsillos


Si hay algo que todos podemos considerar un dogma de fe, una verdad implacable, es que por más que yo quisiese ser obeso como Genín y Virtuditas, mi norexia-bulimia y más concretamente el jiñote no me lo permiten y mi peso oscila desde tiempos inmemoriales entre los sesenta y cinco kilos cuando estoy flaco y los sesenta y siete cuando estoy encochinado. Entre esos dos límites, subo y bajo dependiendo de la semana y de lo que coma, pero nunca paso el límite superior o inferior. Por eso, porque sé que mis oscilaciones son pequeñas, me puedo permitir planificar ropa hasta el infinito y más allá y cuando hace dos años vi una oferta escandalosa de pantalones a diez leuros, aproveché y me aprovisioné para las siguientes décadas, siempre en el entorno de la talla 30 y de ser posible, largo de pata 30, que a veces no es porque en los Países Bajos la gente tiene unas zancas que no veas. Cuando a alguno de los pantalones que uso a diario le llega su hora, lo cual sucede con una frecuencia mucho mayor de lo que me gustaría por culpa de no tener un coche pegado al culo como reputados culocochistas previamente mentados, me deshago del mismo y pillo otro del montón. Los pantalones, en mi caso, ceden por la zona del trasero y por culpa de la fricción con los sillines de las bicicletas, ya que cuando pedaleas, meneas la zona a conciencia y sobre todo si como me sucede a mi, tu bici no tiene velocidades y para ir más rápido pedaleas más deprisa.

Esta semana miraba mi segundo pantalón favorito del momento, uno negro super-chulo y el pobre está a dos lavados de quedarme con los pelos del culo al aire, así que opté por pillar el siguiente en el montón, que casualmente también es negro. Me lo puse y encajaba como un guante, algo que ya más o menos se sabe porque una vez le pillas el punto a una marca, sabes que no hay variaciones. A propósito, mi pantalón favorito es un vaquero de marca gringa y tres dígitos que creo que compré en el año 2006 o quizás el 2008. Debe estar en algún lugar del mejor blog sin premios en castellano, estuve en Nueva York y en una tienda de descuentos cerca de donde anteriormente estaban las torres gemelas estaban tan pero que tan baratos y el cambio del leuro al dolar era tan escandaloso en nuestro favor que tuve que comprarme una segunda maleta por quince dólares y regresé a Europa con un cargamento de vaqueros del que aún me quedan dos. Creo que cuando yo salí de la ciudad ya no les quedaba mi talla en ninguna tienda. Volviendo al negro, el lunes pillo uno nuevo, me lo pongo y me queda perfecto, estiloso y fabuloso y realzando mi norexia-bulimia, con ese culito pequeño que engaña un montón porque te piensas que no da para mucho pero yo tupo retretes en tres continentes de manera regular. Voy a poner en el bolsillo los abalorios que tenía el otro pantalón y chacho, que el bolsillo está como doblado o así y no me entran las manos más allá de cuatro centímetros. Empujo y empujo y nada, que no me entran. Meto la mano en el bolsillo derecho y más de lo mismo, no es ni bolsillo ni nada. Me saco el pantalón y lo vuelvo del revés y miro y efectivamente, el truscolán que lo diseñó debía ser además lerdo o gilipollas y los hicieron sin unos bolsillos delanteros prácticos. Hay que ser cabrón para hacer algo así, imagínate que tienes un telefonino del tamaño de un folio y lo quieres llevar en el bolsillo, como hace casi todo el mundo salvo un servidor, que yo soy más de cartuchera colgando del cinto porque el meneo del pedaleo combinado con un teléfono en el bolsillo del pantalón es una película en la que el final será horrendo. No me puedo quejar porque yo pagué diez leuros por el pantalón pero su precio original era de noventa y me pregunto si alguien lo compró y no se dio cuenta de semejante gambada.

Estoy por donarlo y seguir con el siguiente, que ya he mirado y tiene los bolsillos de toda la vida. Solo tengo que averiguar si esto lo puedo poner en la declaración de la renta. Por otra parte, no llevar absolutamente nada en los bolsillos, ya que no te cabe ni un pañuelo de papel tiene sus ventajas, hace que te vuelvas aún más minimalista.


9 respuestas a “Los bolsillos”

  1. El DI (dé-palito) nunca pasa de moda, pero sinceramente eres más aburrido que el propio modelo… lo de los bolsillos tuvo que ser un fallo de fabricación, porque el modelo DI se «construye» exactamente igual desde el origen de los tiempos.
    Yo tb soy fiel a esa casa, pero tengo muchos numeritos diferentes de modelos (no de talla, que llevo usando la misma desde los 19, tres menos que tú para ser más exactos), y en una cosa te doy la razón : no hay culos como los de esos vaqueros.
    En casa tengo a un fanático de Lí muy parecido a tí en ese sentido, siempre el mismo modelo, t. 30-34 largo, y los pilla siempre en la sección de hombre (porque reconoce que en joven ese modelo está pasadito) justo al lado de tus DI.
    Aburriiiiiiiiiiiiidos.

  2. Los pantalones eran de la marca sprit, que no se si vende en España y definitivamente, lo de los bolsillos fue hecho a propósito. Los otros modelos los tienen normales. Este al parecer es del tipo Straight-Straight y no puedes ni rascarte los güevos por los bolsillos, algo que hace todo el mundo con muchísima frecuencia.
    Los que me traje de américa son los 501 de toda la vida con sus botoncitos y su canesú

  3. ehem… DI (dé-palito para los «totorotas» que dirías tú) =501… estás lentito eh?

  4. Por Dios, ni me acordaba que los romanos tenían la D para el quinientos. Yo habría hecho MCCCCC con gran alegría

  5. Que la paz sea con vosotros chavales, calma … 🙂
    Bueno, para eso de los kilos la altura es importante, yo suelo andar por los 98 en tiempos normales, seguro que cuando termine mi viaje andaré por los 103, siempre sucede, necesitaré un par de meses en mi vida normal para bajar, pero esos 100kg de promedio, con mi 1:80 no se me ve como muy obeso, y lo que está claro, que mi pinta de bestia, acojona a mas de un jovencito impertinente que evita que se metan conmigo, como pasa ahorita, los muy cobardes, que se meten con los ancianos, y todavía, mis hostias, hacen bastante daño, así que no hay mal que por bien no venga… 🙂
    Pero tus 66kg son una verdadera ofensa teniendo en cuenta todo lo que te tragas y jiñas por ese culo… 🙂
    Salud

  6. mil quinientos?? en todo caso sería CCCCCM (mil menos quinientos) … buah…. lo cierto es que yo refresco bastante los romanos, primero porque tengo la costumbre de escribir el número de mes de las fechas siempre en romano, y luego porque para encriptar datos la numeración romana también se usa un montón en mi trabajo, ya ves….