Los días relajados de verano


Una de las cosas que más me gustan del verano es la tranquilidad que impera por todos lados. Cuando salgo por la mañana de mi casa y voy en bicicleta hasta la estación, las calles están casi desiertas y el recorrido es un agradable paseo que encima puedo hacer en camiseta, disfrutando de los dieciséis o diecisiete grados que suele haber a esas horas. En el tren sucede lo mismo, no hay mucha gente y es un placer viajar. Me apeo una estación antes y desde allí continúo en bicicleta por calles llenas de caserones enormes que a esas horas ofrecen un aspecto fantasmal.

Una vez en la oficina, los pocos que quedamos para salvar la empresa nos juntamos para charlar y despacho los asuntos pendientes sin agobios lo cual me permite concentrarme en todas esas pequeñas tareas que vas aparcando durante el año por falta de tiempo. El carácter de la gente durante las vacaciones de verano parece cambiar y adaptarse a esta forma más relajada de ver la vida en la que lo que no se puede hacer hoy, se hace mañana. Al final de la semana, cuando hago balance, me sorprendo con la cantidad de cosas que hicimos y los problemas que hemos resuelto. En un momento determinado resuelvo un asunto junto con los colegas de la oficina de Dubai y un rato más tarde me contactan desde Malasia para que les eche una mano y seguro que en algún momento del día me llega un correo desde Brasil o Canadá o Sudáfrica.

Antes de regresar a mi casa elijo lo que quiero cenar y si es necesario paro en algún supermercado a avituallarme aunque siempre muy relajado, sin importarme si en lugar de quince minutos tardo veinte o treinta en llegar a casa. A veces doy un rodeo largo para visitar alguna tienda que vende un producto en el que tengo curiosidad o me paro en el centro de Utrecht para caminar en esas calles centenarias y disfrutar del ambiente veraniego.

Y una vez en mi casa, además de cocinar paso un montón de tiempo en el jardín, tomando sol o trabajando en el arreglo del mismo, quitando malas hierbas, comprando nuevas plantas y eliminando otras que no encajan en mi Proyecto Maestro. En este capítulo he plantado un par de manzaneros, una clemátida que reemplazará a la planta que cubre la puerta del jardín en el futuro y he descubierto que los gatos del vecindario odian el olor de la hierbabuena y han dejado de entrar en mi jardín porque tengo una enorme que además me proporciona hojas para el té y aliño para un montón de platos.

El resto de mi tiempo libre lo gasto con los amigos y en el cine. Unos amigos llegan de vacaciones, otros se van y siempre hay algo que celebrar, ya sea con un almuerzo, una cena o una salida de copas. Incluso los que están en algún lugar remoto no dejan de mandar correos o mensajes y la eterna conversación continúa.

A falta de nuevas películas repito las que me gustan y así he visto tres veces la película Origen ? Inception desde el sábado pasado y teniendo apalabradas dos sesiones más de la misma película para la semana que viene, sigo fascinado con la complejidad de la historia que cuentan y descubro un montón de nuevos detalles cada vez que la veo.

Todo esto mientras espero que me llegue el iPad y el iPhone que me he comprado y mientras planeo una reforma substancial de mi casa para prepararla para el próximo lustro. Así paso el verano


2 respuestas a “Los días relajados de verano”

  1. Genín, hay que prestar más atención al leer. Cuando hablé de la peli comenté que se estrenaba en un par de semanas en la Roja, anteriormente conocida como España