Los gatos que saltan en el lago Inle


El relato del viaje a Birmania y Tailandia del 2011 comenzó en la anotación De Utrecht a Bangkok pasando por Hilversum y Amsterdam

Mi media jornada en el lago Inle comenzó con un paseo por el mismo en mi barco yendo en dirección sur hasta Phaung Daw OO Paya, en el pueblo de Tha Ley y supuestamente el templo más venerado de esta provincia. La Pagoda está en alto en una explanada y tiene varios embarcaderos por los cuales llega todo el mundo ya que aquí no hay carreteras para los coches. En la sala principal hay cuatro Budas muy viejos y pequeños que se han convertido en bolas doradas por todo el oro que les ha pegado la gente. Junto a ellos hay otra reliquia que parece un huevo kinder gigante y dorado. Si hay algo que no deja de sorprenderme es como la gente adora ídolos y les pide una y otra vez y estos falsos e inexistentes dioses no hacen nada por ellos. Da igual el nombre que le pongáis a la religión, todas son igual de falsas. Estoy por comenzar mi propio culto y que me hagan las ofrendas a mí. En el templo me crucé con un par de turistas pero se podía andar sin problemas y la gente no te acosaba. Me fijé que por aquí parece haber otras tribus, gente que viste de manera muy distinta a la de las otras partes de Birmania en las que he estado. Cerca del templo guardan el barco que se usa en las procesiones de los Budas recubiertos en oro.

Al salir de allí el barquero me llevó a In Phaw Khone, un poblacho de chabolas de teca sobre el agua en el que hay una gran tradición de tejedoras, tanto de seda como otros hechos a partir de fibras extraídas de la planta de loto. Están todos tocándose los huevos, el que lleva el barco pega el grito y se ponen todos en movimiento. Una baja a recibirme, me lleva a la fábrica y todos hacen el paripé y tejen esperando conducirme a la tienda donde me enseñan de todo lo que no quiero comprar y no les desanima ni mi cara de absoluto aburrimiento. Corté el rollo en seco. El barquero se estaba tomando un té con el encargado y como me vio yéndome para el barco, tuvo que seguirme.

De allí me lleva a otra barraca en la que hay unos herreros haciendo cuchillos y demás. En esta no paro ni sesenta segundos, ni me molesto en mirar nada en la tienda. El barquero intenta llevarme a un tercer lugar pero le explico que me suda la polla lo que quiera que hagan y que yo no recorrí medio mundo para entrar en tiendas en las que no voy a comprar nada. Ahí perdió su propina.

Volviendo a cosas más interesantes, fuimos a otra parte del lago en la que hay una pequeña ciudad sobre el agua, con sus calles y las casas sostenidas por postes. Bestial y muy folclórico. Me inflé a hacer fotos de las casas, los postes de la luz en el agua y todo lo que vi. Los chiquillos pequeños te saludaban desde sus casas.

Desde allí fuimos a los «jardines flotantes«, una maravilla sobre el agua en donde los agricultores producen tomates, flores y otras verduras que están flotando sobre el agua en unas especies de tiras de tierra que no llegan al fondo. Esta zona me fascinó y recorrimos granja tras granja sin cansarme de hacer fotos. El tiempo corría en contra nuestra y fuimos hasta el monasterio Nga Hpe Kyaung. Es famoso por los gatos saltarines, unos animales entrenados por los monjes para saltar por dentro de un aro y que a cambio reciben comida. Además de estas bestias asquerosas, el monasterio tiene una colección de Budas viejísima y absolutamente espectacular. Cuando ya éramos unos cuantos, el monje que dormía a la bartola tocó una campana y una señora apareció y comenzó el espectáculo. No es que sea nada del otro mundo pero llama atención ver a esos gatos saltando el aro por pillar un bocado. Parece que al final sí que se puede amaestrar a los gatos. Todo el mundo con sus cámaras de juguete y yo directamente frente a la mujer sacando series de fotos.

Cuando acabó nos volvimos a meter en los «jardines flotantes» y al salir estábamos junto a mi hotel y acabé la jornada. Estuve un rato descansando y después cené y me retiré temprano ya que al día siguiente me iba a levantar a las seis de la mañana ??

El relato continúa en Recorriendo el lago Inle


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